Saqueadores llevan lo que queda de la ciudad del jazz
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Los saqueadores se probaban jeans y zapatillas y se llevaban los electrodomésticos que habían robado de las vidrieras rotas de las tiendas, dijo un productor de CNN que estaba en el lugar.
El gobernador de este Estado, Haley Barbour, advirtió que no se va a tolerar que unos cuantos delincuentes saquen provecho de la gente afectada.
«He dado instrucciones a la patrulla de autopistas y a la Guardia Nacional para que traten a los saqueadores sin piedad», según Barbour, quien añadió que las leyes se aplicarán con toda la dureza posible.
Por otra parte, en el Barrio Francés de Nueva Orleans, zona de locales y restoranes de jazz usualmente visitada por turistas, recibió protección especial de la policía, que alertó con megáfonos a quienes se acercaban que la zona estaba «cerrada».
• Basuras
Las calles del famoso lugar eran ayer un depósito de basura y deshechos de elementos destrozados por la furia de la naturaleza, al tiempo que el transporte que inspiró la obra de teatro «Un tranvía llamado deseo» estaba bloqueado.
En las inmediaciones de la mayor ciudad del delta del Mississippi, todo tenía un aire fantasmagórico.
A los cielos grises se sumaban los cientos de árboles caídos, las rutas inundadas, los techos volados y las casas anegadas.
La teniente de policía Julie Wilson corroboró a los medios de prensa locales los peores pronósticos: «El agua va a seguir saliendo hasta que llegue al nivel del lago. No sé qué van a hacer los socorristas», dijo. Mientras tanto, el ánimo de quienes estaban en el interior de la ciudad parecía desmoronarse a medida que pasaban las horas y la situación, lejos de mejorar, se deterioraba.
En el estadio Superdome, donde más de 20.000 personas permanecían refugiadas sin agua corriente ni aire acondicionado, un hombre saltó ayer de las tribunas y se suicidó, según informó a la cadena CNN una periodista de la televisión local.
La situación era muy tensa dentro del estadio que, custodiado militarmente por la Guardia Nacional, estaba rodeado de agua, y empezaban a escasear los suministros.
Asimismo, el gimnasio de la escuela Southeast de Baton Rouge se convirtió en un sombrío dormitorio de emergencia donde unas 100 personas, que cuidaban sus mantas y sus pocas pertenencias, descansaban en silencio tendidas en el suelo.
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