Desde sus primeros pasos como estrella en Hollywood, Debbie Reynolds acumuló fama, aplausos y una fortuna de millones gracias a su talento actoral, su carisma y su versatilidad en musicales. Sin embargo, esa misma vida de brillo quedó ensombrecida por decisiones sentimentales que la llevaron al borde de la ruina financiera.
Consiguió una fortuna de millones por su talento y casi pierde todo por tener mala suerte en el amor
Su historia es un cruce entre el éxito artístico y las consecuencias de confiar su fortuna a manos ajenas.
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La particular historia de una de las artistas más populares.
Aunque en su apogeo parecía segura de sí misma, más adelante enfrentó deudas abismales, pérdidas de inversiones y un dramático camino para recomponer su estabilidad económica. En efecto, pasó de ser una estrella consagrada con ingresos elevados a enfrentar una bancarrota provocada, en buena parte, por relaciones matrimoniales desastrosas que drenaron su patrimonio.
La historia de Debbie Reynolds: de los millones a la bancarrota
Desde su adolescencia, Debbie Reynolds mostró aptitudes artísticas que la llevaron a Hollywood: tras ganar un concurso de belleza y ser reclutada por MGM, participó en el emblemático musical Cantando bajo la lluvia (1952) y protagonizó numerosos filmes que aseguraron su posición entre las estrellas de su generación. Sus trabajos le permitieron generar importantes ingresos, coleccionar objetos de valor del cine clásico y mantener un estilo de vida acorde con la fama.
Pero la segunda mitad de su vida artística también coincidió con decisiones sentimentales que terminaron impactando sus finanzas. Su segundo matrimonio, con el empresario zapatero Harry Karl, fue especialmente doloroso en ese aspecto: él apostaba compulsivamente y arriesgaba en inversiones nada exitosas, desgastando los recursos de Reynolds.
Con Karl estuvo casada entre 1960 y 1973, periodo durante el cual se dice que dilapidó gran parte de su fortuna. A raíz de esas pérdidas, tuviera que declarar bancarrota por una deuda de unos 3 millones de dólares y aceptar trabajos menores para hacer frente a las obligaciones acumuladas.
Cómo se recuperó de la ruina financiera
Tras tocar fondo, Debbie Reynolds no se dio por vencida. Aunque su carrera cinematográfica ya no era tan prolífica como en sus años dorados, continuó trabajando en producciones televisivas, documentales y apariciones públicas que le generaron ingresos modestos pero estables.
También se volcó a contar su propia historia: en su autobiografía reveló con crudeza los altibajos y las lecciones aprendidas, lo que le otorgó una nueva plataforma mediática.
Además, para subsanar parte de sus deudas, tuvo que desprenderse de colecciones y piezas valiosas relacionadas con Hollywood, entre ellas vestidos emblemáticos de Marilyn Monroe o Judy Garland, mediante subastas, a fin de obtener liquidez.
Poco a poco, y pese a no recuperar ni mucho menos su antiguo esplendor económico, logró estabilizar su situación y mantener su figura pública respetada hasta el final de su vida, aceptando que la resiliencia y el reinventarse serían parte de su legado.
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