La desaceleración del consumo golpeó de lleno a una de las mayores alimenticias del país. Mondelez confirmó un freno productivo inusual en la planta de General Pacheco, su complejo industrial más grande en Argentina, y avanza con un reordenamiento operativo para administrar un nivel de stock que supera con holgura el promedio histórico. El movimiento incluye adelanto de vacaciones, reducción de relevos, readecuación de turnos y menor uso efectivo de capacidad instalada, incluso en diciembre, un mes que tradicionalmente traccionaba ventas.
Mondelez frena la producción por caída del consumo y sobrestock
La compañía, dueña de marcas como Milka, Oreo, Pepitos y Beldent, detendrá parte de sus líneas en diciembre y reordena vacaciones para administrar el sobrestock.
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Mondelez paralizará su producción durante 15 días.
La decisión refleja un deterioro que la compañía ya venía señalando desde mediados de año. En junio, Mondelez había advertido al Sindicato de Trabajadores de la Alimentación (STIA) sobre una “situación crítica”, atribuyendo la presión a importaciones más competitivas y a la baja del consumo, factores que elevaron sus costos y redujeron la rotación de productos. Aquella comunicación funcionó como preámbulo del escenario actual: menos demanda, menos pedidos y un sistema logístico cargado de mercadería.
Según información que circula entre delegados y fuentes internas, las ventas cayeron alrededor de 15.000 toneladas en el acumulado del año, un retroceso que afectó sobre todo a categorías de alto volumen como galletitas, chocolates y alfajores. Con distribuidores mayoristas comprando menos y espacios de almacenamiento al límite, la compañía decidió producir solo lo estrictamente necesario para abastecer el mercado.
En Pacheco, donde trabajan más de 2.000 personas, la empresa comunicó un apagado programado de varias líneas en diciembre, acompañado por un esquema para que el personal tome una semana de vacaciones pagas y una semana adicional de licencia. Quienes no adhieran quedarán asignados a tareas de mantenimiento y limpieza, una práctica habitual en momentos de reorganización industrial.
El enfoque no es aislado. En Villa Mercedes, su otra planta en Argentina, se replican medidas similares: turnos más cortos, procesos ajustados y una planificación “a demanda”, basada en el movimiento real de mercado y no en proyecciones estacionales.
Un diciembre atípico para un sector que dependía de la estacionalidad
Mondelez fabrica marcas reconocidas como Oreo, Pepitos, Lincoln, Milka, Shot, Beldent, Halls, Sugus y Tang, entre otras, que históricamente encuentran en el último mes del año un impulso decisivo para los volúmenes. Esta vez ocurrió lo contrario: el cierre de 2025 llega con inventarios altos, ventas más débiles y una estacionalidad que no corrige la curva.
La combinación de consumo interno retraído e importaciones que ganaron espacio en góndolas terminó forzando la moderación productiva. Según describen fuentes del sector, el costo relativo de productos del exterior en chocolates y galletitas se volvió más competitivo, lo que redujo la velocidad de reposición y agregó presión a las plantas locales.
Internamente, la compañía ya había intentado a introducir ajustes operativos meses atrás: controles sobre el ausentismo, modificaciones en relevos y descansos, y un ordenamiento de turnos para reducir tiempos improductivos. Aquella primera ronda de cambios fue rechazada de por el sindicato y puso en alerta a los trabajadores que esperaban un ajuste inminente.
Expectativas moderadas para 2026 y presión sobre la capacidad instalada
Lo cierto es que el parate parcial de diciembre encendió señales de alerta en el sector, que observa a Mondelez como referencia de lo que puede ocurrir, o ya está ocurriendo, en otras alimenticias de gran escala.
Si el consumo no rebota y los inventarios no retroceden, 2026 podría iniciar con una utilización de capacidad instalada menor a la habitual, obligando a la compañía a sostener un esquema de producción más conservador.
Por ahora, Mondelez preservó bonos, beneficios anuales y acuerdos preexistentes, lo que moderó tensiones internas. Pero el desafío de fondo persiste: fabricar al ritmo que el mercado absorbe, sin acumular stock y sin profundizar pérdidas en un contexto de alta competencia externa.





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