Cada nuevo ciclo económico deja una enseñanza sobre el valor de la vivienda y del desarrollo urbano en nuestro país. Pero este 2025 nos permitió confirmar algo fundamental: cuando la Argentina ofrece previsibilidad, el mercado inmobiliario recupera su rol histórico como motor de estabilidad, inversión y crecimiento. Vivimos un año de transición hacia un escenario más ordenado, donde la confianza volvió a expresarse de distintas maneras.
2025: el año que marcó el regreso de la confianza al mercado inmobiliario argentino
La recuperación del mercado inmobiliario marcó a 2025 como un año bisagra para el sector: con mayor estabilidad macroeconómica, señales de reactivación y el regreso del interés inversor, el ladrillo recuperó su papel histórico como refugio de valor y motor de crecimiento. Sin embargo, el desafío central hacia 2026 será consolidar el crédito a largo plazo y reglas claras que permitan sostener este impulso y transformar la recuperación en progreso real.
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Por un lado, en este contexto de mayor estabilidad y señales de reactivación, el mercado inmobiliario evidenció una ampliación en la oferta de propiedades y un renovado interés por parte de los inversores, impulsado por distintos factores. Entre ellos, se destaca el cambio en la postura de los bancos respecto de las restricciones en el acceso al crédito hipotecario, que comenzó a evidenciarse hacia el último período de 2025 y mostró señales positivas para quienes buscan ingresar al sistema de financiamiento. En paralelo, se consolidó una mirada orientada a la innovación y a una arquitectura más versátil, con diseños que permiten aprovechar al máximo cada ambiente y acompañar las nuevas formas de habitar. Hoy, las personas no buscan solo una vivienda, sino un espacio que ofrezca experiencias, donde estudiar, trabajar y disfrutar se integren de manera natural, con amenities que potencian la calidad de vida.
También la sostenibilidad comenzó a ocupar un lugar más visible dentro de las decisiones de desarrollo, vinculándose con la planificación urbana, la eficiencia de los proyectos y la integración de espacios verdes en sus interiores. Cuando esa propuesta se combina con una buena ubicación, conectividad y cercanía a entornos naturales, el resultado es un edificio que no solo responde a las necesidades de quienes lo habitan, sino que también genera valor urbano y comercial en el largo plazo.
Aun así, no podemos dejar de reconocer los desafíos que persisten. El costo de construcción continúa siendo una de las principales tensiones del sector, así como la necesidad de estabilizar definitivamente los valores de mercado. Sin embargo, el segundo semestre nos dejó un dato alentador: la vuelta del interés del inversor en el mercado inmobiliario. En un contexto global complejo, el ladrillo que históricamente fue un refugio de valor, hoy reafirma y potencia ese rol, especialmente en proyectos ubicados en zonas preferenciales, que han demostrado tener un rendimiento positivo incluso ante las crisis.
Mirando hacia 2026, vemos un escenario con oportunidades reales. Si la desaceleración inflacionaria y la estabilidad del tipo de cambio se sostienen, será posible mantener este ritmo de recuperación y seguir impulsando la economía desde nuestro sector. Sin embargo, el futuro del Real Estate argentino depende de consolidar un sistema de crédito a largo plazo y, fundamentalmente, de ampliarlo tanto a la construcción como a la compra en pozo, segmentos que hoy aún no cuentan con las herramientas necesarias para desarrollarse plenamente.
Para que más familias accedan a su vivienda, impulsar nuevos proyectos y acompañar el déficit habitacional, será clave contar con líneas de financiamiento flexibles tanto para consumidores finales como para los desarrolladores e inversores, junto con incentivos que promuevan una industria que históricamente ha sido motor del empleo y la economía, tal como ocurre en países vecinos como Uruguay, Paraguay o Chile.
El 2025 nos confirmó que el deseo de invertir, crecer y construir está intacto. El desafío ahora es asegurar las condiciones para que ese impulso se consolide: financiamiento, reglas claras y una macroeconomía estable que permita planificar a largo plazo. Si logramos sostener este camino, podremos transformar la recuperación en un progreso real, con proyectos que generen crecimiento, mayor previsibilidad para el sector y más oportunidades de adquirir viviendas propias.
Director comercial de GCH
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