4 de marzo 2023 - 00:00

Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte VII)

Alfonso Prat Gay

Alfonso Prat Gay

Del 12 al 15 de septiembre 2016 se realizó en la capital argentina un foro de inversiones impulsado por el gobierno de Mauricio Macri. Se daban todos los gustos, hacían el “Mini- Davos” del sub desarrollo -aludiendo al Foro que se realiza en Suiza. En realidad, era solo una “fiesta de niños ricos” que cerraba el tránsito y competía con los piquetes de la Av. 9 de julio. Proponían desesperadamente se les diera auxilio con inversiones extranjeras en la Argentina, ya que estas seguían sin dar señales ni indicios de llegada.

No existía la confianza, se acumulaba un enorme déficit fiscal, caída de las exportaciones de 8% en julio, la incertidumbre que generaban las movilizaciones masivas y parciales permanentes tiraban por la borda cualquier intento por demostrar que ahora “éramos Australia”.

Como si fuera un favor, JP Morgan que concurrió al acontecimiento “Davitos”, se animaría a dejar de calificarnos como mercado de “frontera” (que se mantuvo 7 meses después de cancelarle todo a los fondos buitres), para deslizarnos al grado de “emergente” (escala eufemística de los países no desarrollados).

El nuevo competidor de Walt Disney presentaría la inflación de agosto cercana a 0%. Otra vez empezaría la desconfianza de las cifras que ya venían siendo sospechadas para JP Morgan y otras entidades.

Mientras tanto la caída de la producción industrial de julio llegaba al 7.2%, y la del consumo de agosto, se desplomaba 8%. El recurso dialéctico “Duranbarbistico” era siempre prometer felicidad hacia adelante, la novedad creativa ahora eran los “brotes verdes”, que en realidad consistían en un menjunje de datos rebuscados que anticipaban una inminente reactivación del consumo y el empleo, altamente improbable.

Casi todo el sindicalismo argentino y los movimientos sociales comenzarían sus planes de lucha, mediante marchas contra los aumentos. No faltarían presentaciones judiciales para invalidar las audiencias de incremento de tarifas. Eso de, si las audiencias eran o no son vinculantes, obligatorias para el gobierno, era lo de menos; lo cierto es que tenían el poder para limitarlo en su aspiración de hacer lo que se le daba la gana.

Cada vez menos, Macri podía hacer “caprichito” y, sus ejecutivos mal educados se mataban entre ellos acusándose de cosas terribles, sin que aun hubiera entrado Elisa Carrió a la cancha. Nunca entró, algo dijo acerca de su hijo y su disciplinamiento. La fiscal de la Republiquita se convirtió de pronto en aparcera silenciosa de las fechorías más espantosas. Paulatinamente el gobierno comenzaba a perder el control de la situación en la Argentina, el fracaso internacional de Macri se media por la carencia de respaldo de la comunidad de negocios. La protesta social era creciente, la calle comenzaba a marcar el pulso.

EL PERONISMO SIEMPRE LA MAYOR GARANTIA DEL PUEBLO

Las concesiones de Cambiemos a los “peronistas amigables”, serian crecientes porque todos pasaban facturas con pendiente ascendente. “Mas me necesitas, mas me tienes que dar”.

Para Macri evitar el paro que era imprescindible, a la luz de lo que sucedió con la caída de la imagen de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa, pero la CGT unificada ya había sellado un acuerdo con los movimientos sociales, para coordinar acciones (Movimientos Barrios de Pie, Libres del Sur, Corriente Combativa Clasista, Movimiento Evita, CTEP cercana al corazón del Papa Francisco). La CTA ratificaba que pediría a la CGT realizar un paro general no más allá de octubre 2016, podía que el 23 de septiembre el Comité Central Confederal de la CGT convocara a un paro general, caso contrario perdería la posibilidad de participar en la lucha de quienes sostenían sus liderazgos.

Los líderes sin las bases no existen. A los sectores pseudo peronistas les pedían “tirarla para adelante”, que trataran de proponer convocar el paro sin ponerle fecha ni reabrir las paritarias. Algunos dirigentes jugaban a que podrían alinearse a ese pedido porque ya “habían hecho caja” y no tenían mucho para perder, no representaron a sus afiliados, pero yacerían pretéritos y traspasados a la vista de cualquier distraído. Yasky refiriéndose al paro general hablo de “tiempo de descuento”. Sin el apoyo popular que tenia Alfonsín, mas parecido a De la Rua, aunque mucho menos político, la cuenta regresiva para Macri había comenzado.

Prat Gay el patriota

El hombre que en 2012 acompañaba y promovía ideas risibles, como hacer una “colecta popular” para rescatar la Fragata Libertad (o a sus amigos), junto a Ernesto Sanz (el co-founder del start up: Cambiemos), Federico Pinedo, Liliana Negre de Alonso, Jorge Vanossi y Julio Bárbaro…era el mismo que había perpetrado con Sturzenegger y el presidente, el saqueo más grande la historia argentina.

Con Prat Gay, los indicadores sectoriales seguían mostrando caídas, pero como algunos índices mostraban una desaceleración en las variaciones mensuales, entonces decía que se veían “brotes verdes”.

El indicador mensual (IGA) de la actividad agregada que ofrecía el ex vice ministro de Carlos Menem- Orlando Ferreres- arrojó en agosto 2016 (+ 0.3% respecto a julio) tras 6 meses consecutivos de desplome; es decir, “la nada misma”. La confianza del consumidor (UTDT) “devastada”, se estabilizaba en sus niveles más bajos desde 2015. Veíamos un descenso de la inflación nivel general en agosto y septiembre, pero era momentáneo.

Íbamos a ver enseguida como seguía el estímulo fiscal para apurar la reactivación, aunque nadie decía que el déficit primario volvía a duplicarse en el mes de agosto 2016. Septiembre cerró con un fuerte financiamiento monetario al fisco. El último día del mes de septiembre, el BCRA le giró 35 mil millones de pesos al tesoro.

Si el déficit seguía duplicándose en lo que restaba del año, 2016 cerraría con un déficit primario de más del 5% del PBI, en aquel momento tampoco se iba a cumplir con la meta de 4.8% del ministro Prat Gay.

Se le llamaba “exitosísima colocación de bonos del gobierno” a la locura de vivir “de prestado”. Pero atención aun con la falsa euforia de conseguir dinero, el botín de la última colocación se debía al contexto externo, donde existían inversores ansiosos de mayor rentabilidad, obviamente no venían por el programa económico del gobierno de Macri. Era porque pagamos intereses más caros que nadie en todo el mundo, y empezábamos a demandar divisas partiendo de un endeudamiento muy bajo, en 2015.

A mediados de octubre 2016, Argentina había tomado prestado (solo en el exterior) más de la mitad de los dólares que toda la región. Era probable que los mercados siguieran dispuestos a financiar a la Argentina por algún tiempo más, pero no para siempre.

En esa etapa el BCRA había perdido reservas en agosto y septiembre por la caída de encajes para fondear crédito en dólares, pero luego sumaria divisas en octubre por el interés del capital golondrina en hacer diferencia en dólares con bonos argentinos en pesos. Ya se admitía en voz baja, que 2016 cerraría con una caída del PBI del orden de 2%. Sería un error de pronóstico grosero, pero fue mayor.

En síntesis, subía la deuda, caía el PBI y el coeficiente de endeudamiento se disparaba.

La administración Macri gobernaba con un lenguaje cuidadosamente elegido, que acababa siempre por volverse farsa, cada vez que comparábamos lo que se decía con lo que se hacía; sin embargo, el ciudadano de a pie, en promedio, aun se mostraba tolerante.

Éramos los discordes quienes utilizábamos palabras directas, porque no queríamos volver a la ruina 2001. La visión de “los CEO’s” era que los que opinaban así, eran descorteses y no seguían “las reglas”. Las reglas de mentir, por supuesto.

Los que no coincidíamos y lo expresamos públicamente estábamos censurados por los medios hegemónicos, no éramos “políticamente correctos”, un obstáculo difícil de saltear-por la instalación de un falso sentido común en una franja, que impedía el desarrollo del pensamiento libre. Una forma de sumergir la palabra del otro, borrando sus opiniones.

Parecía ser que, si todo lo que decíamos los insumisos, el gobierno lo descalificaba y cedíamos, entonces no podríamos decir nada y terminaríamos por no pensar.

Argentina era el caso más palmario donde el marketing político se fue constituyendo en una especie de violencia intelectual, donde la corriente marketinera le impuso el pensamiento correcto aun a cierto público ilustrado.

Lo que no decía nadie en los medios hegemónicos

En Argentina el problema era que el peso ya estaba 35% apreciado con respecto al promedio histórico y el déficit fiscal no bajaba, por lo tanto, la dependencia del financiamiento en el exterior tornaba a la Argentina muy vulnerable. Si solo proyectábamos las cifras, en 2019 íbamos a alcanzar una relación deuda/PBI muy peligrosa; lo decíamos a voz en cuello, aunque según Prat Gay, no se debían defender identidades ni proteger la soberanía.

Los valores defendidos por quienes teníamos carga por la Argentina y los argentinos para Prat Gay no eran relevantes, tampoco para la opinión mediática dominante y el Mini Davos. Pertenecíamos a esa corriente de cuyas alertas y recomendaciones, debían ignorarse. Así los que fuimos estudiantes, habíamos visto despreciar a Aldo Ferrer, Marcelo Diamand, y hasta Raúl Prebisch; por parte de “los padres fundadores” de la decadencia argentina durante la dictadura cívico-militar (en algunos coincidentemente padres biológicos de los hijos con sus apellidos, de nuevo en el gobierno).

(continuará)

Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

Dejá tu comentario

Te puede interesar