La ausencia de mujeres y diversidades en los lugares donde se deciden leyes y presupuestos no es ingenua ni inocua: es un diseño que asegura que nada cambie. Durante demasiado tiempo los varones gobernaron y legislaron en nombre de todas las personas, ignorando desigualdades estructurales y dejando vacíos que todavía hoy afectan la vida cotidiana de millones.
Derechos políticos: ¿para quién?
La democracia argentina aún tiene una deuda con la igualdad real: el retroceso en políticas de género y la escasa representación de mujeres y diversidades en espacios de decisión ponen en riesgo conquistas históricas y profundizan desigualdades estructurales.
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La democracia que excluye a la mitad de su población de la representación no es democracia plena: es un diseño para que nada cambie.
Desde Grow - género y trabajo creemos que el 23 de septiembre, Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer, nos recuerda que la democracia argentina aún tiene una deuda pendiente: la igualdad de hecho.
El retroceso actual en políticas de género lo demuestra con claridad. Áreas y programas clave fueron desmantelados, presupuestos reducidos y normativas cuestionadas, dejando a las mujeres y diversidades sin las herramientas que permitían acceder a derechos básicos, protegerse de violencias o desarrollar trayectorias de autonomía.
Sostener la igualdad requiere reconocer que la ausencia de mujeres y de una perspectiva de género en la política no es neutra: tiene consecuencias concretas en la vida de millones. Las conquistas no se mantienen solas. Hoy vemos dirigencias en las que predominan varones, medios que vuelven a darle espacio a voces misóginas, presupuestos que se definen sin contemplar el valor de los trabajos más feminizados —como los de quienes cuidan a personas con discapacidad, enfermos y jubilados— y recortes que golpean directamente a los espacios comunitarios y a los programas de prevención y asistencia frente a la violencia. No son decisiones aisladas: forman parte de un backlash político que desprecia los avances en igualdad de género y busca desmantelar todo lo que se construyó en esa dirección.
Aunque la historia de la participación femenina incluye hitos como la Ley 13.010 de 1947, que otorgó el voto femenino, y leyes más recientes de Cupo y Paridad, la verdadera representación va más allá de los números: se trata también de transformar las estructuras de poder y el poder simbólico que las sostiene.
Ese patrón de exclusión se reproduce en otros sectores sociales, como los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y también en el sector privado. En un contexto en el que el sector público es vapuleado y retrocede en políticas de igualdad, desde Grow – género y trabajo valoramos poder seguir acompañando a las empresas en la construcción de liderazgos diversos y en la incorporación de la equidad en la toma de decisiones. La presencia de mujeres y diversidades en espacios de liderazgo es una condición imprescindible para que cualquier estrategia tenga perspectiva de género y justicia social.
La democracia que excluye a la mitad de su población de la representación no es democracia plena: es un diseño para que nada cambie. Por eso, la defensa de los derechos políticos de las mujeres no puede ser una consigna del pasado, sino una bandera vigente frente al desprecio y la reacción que hoy amenazan con borrarlos.
Asuntos Públicos y Alianzas en Grow - género y trabajo
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