El fin de semana se sucedieron las elecciones presidenciales en la democracia mas grande de América Latina. Con una relevante cantidad de elementos en contra sucedidos en los últimos años, el ex presidente, ahora electo, Lula Da Silva ganó la elección con mas de 60 millones de votos, mejorando incluso la mejor performance electoral hasta ese momento de su segunda vuelta en 2006.
El retorno de Lula: ¿remake o re adaptación?
En un marco de nuevos gobiernos progresistas -cada uno con sus respectivas particularidades y situaciones- en Chile, Colombia, Argentina, Bolivia y México, el retorno de Lula Da Silva podría significar el retorno a un rol más activo de Brasil en la región con medidas destinadas a priorizar la cooperación regional.
De forma similar a lo ocurrido desde 1994, las elecciones presidenciales reflejaron un contorno bipolar en la disputa presidencial, que prácticamente no dejaron lugar para terceras opciones, sacando a la candidata Simone Tebet del MDB.
No exenta de tensiones, la segunda vuelta ratificó los resultados iniciales: Brasil es un país polarizado y marcadamente dividido entre dos representaciones políticas fuertes y disimiles. Como lo ha logrado el PT desde su formación, la elección también vislumbra que Bolsonaro también ha logrado las identificaciones masivas de buena parte de la sociedad brasilera, especialmente en los interiores estaduales.
Ahora bien, es posible interrogarnos sobre ¿cuál puede ser el impacto de la elección en la política exterior brasileña y especialmente en su política regional? En los últimos años, la presidencia de Bolsonaro giró a Brasil hacia la des-americanización, haciendo del distanciamiento de Latinoamérica uno de los ejes de una política exterior hiper ideologizada: el país se retiró de la UNASUR (su propia iniciativa), se replegó de la CELAC y coqueteó con una posible flexibilización del MERCOSUR.
El alineamiento con Estados Unidos durante la administración Trump, reflejó un Brasil con un desinterés marcado en la construcción de un liderazgo regional en los últimos 4 años ¿Puede esto revertirse con un tercer mandato del líder del PT? En un mundo que ha experimentado acontecimientos de suma trascendencia ¿puede su política exterior ser una remake de sus dos primeros gobiernos (2003-2010)? Tanto principios históricos rectores de las relaciones internacionales de su país como lineamientos de política exterior de los dos primeros periodos de gobierno podrían retomarse. ¿Cuáles?
Primeramente, puede considerarse que Lula buscará recobrar un alto perfil en instancias multilaterales (en contraste con la distancia que el gobierno de Bolsonaro puso con estos espacios) como los BRICS, el G-20, la búsqueda de una membresia permanente en el Consejo de Seguridad, retomar la cooperación medioambiental y la cooperación Sur-Sur. No obstante, la realidad internacional y de poder en el sistema internacional ha estado a vaivenes desde las primeras presidencias de Lula y los equilibrios en un mundo de tensiones inter hegemónicas y transiciones globales de poder serán más delicados para su proyección.
Como segundo elemento podemos destacar que si bien las dificultades existentes hacia los procesos de integración no representan algo nuevo, en la última década y a la luz de un marcado proceso de polarización política, los países de la region han carecido de una coordinación que les permita generar posiciones comunes.
En un marco de nuevos gobiernos progresistas -cada uno con sus respectivas particularidades y situaciones- en Chile, Colombia, Argentina, Bolivia y México, el retorno de Lula Da Silva podría significar el retorno a un rol más activo de Brasil en la región con medidas destinadas a priorizar la cooperación regional.
Algunos elementos de ello podrían ser abandonar el respaldo a la OEA (aunque podrían mejorar las relaciones con la administración Biden); re fortalecer la CELAC como espacio de interlocución con socios extra regionales; recuperar instancias de convergencia política en Suramérica o la propia UNASUR; generar una agenda que contenga las tendencias centrifugas en el MERCOSUR. En ese contexto, y a pesar incluso de las diferencias diplomáticas que puedan existir, es de suma relevancia la posibilidad de retomar la alianza estratégica con Argentina.
Por supuesto, los mismos elementos, en contextos disimiles no generan los mismos resultados. Por ello es necesario considerar un escenario económico internacional restrictivo en una región de bajo crecimiento, entendiendo que esto puede limitar a Brasil en los aportes que aportan a la construcción de un liderazgo regional.
Asimismo, también es menester tener en cuenta los equilibrios internos existentes. Los arreglos parlamentarios o las alianzas locales-regionales pueden ser un factor incidente que tenga el líder del PT en su futuro gobierno para el proceso de toma de decisiones en materia de política exterior y regional. Todo indica que la proyección internacional de este nuevo gobierno será un mix de remake y re adaptación.
Director de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador
Dejá tu comentario