12 de marzo 2020 - 17:25

Para empresas: por qué la pandemia es una oportunidad y cómo hay que aprovecharla

La pandemia del coronavirus finalizará un día, pero esta circunstancia de "interés país", no volverá.

Existen dos compañías señeras de la industria nacional en dificultades financieras severas, ambas productoras de agro alimentos y exportadoras, con facturaciones portentosas.

Existen dos compañías señeras de la industria nacional en dificultades financieras severas, ambas productoras de agro alimentos y exportadoras, con facturaciones portentosas.

Foto: Pixabay

Crisis y oportunidad para un Gobierno con visión y convicciones. La pandemia del coronavirus finalizará un día, pero esta circunstancia de “interés país”, no volverá. Tenemos que sumar toneladas. Es lo que pasa hace treinta años, pese a que los productores siempre se quejan.

Ahora no estaremos hablando de quejosos, usureros ni especuladores, nos quedaremos analizando una propuesta que favorece los intereses nacionales y los trabajadores argentinos. Hay vientos de cambio en el mundo. Lo sentimos por los defensores de la lucha contra “la estatización agobiante y asfixiante” (Martínez de Hoz) de un país que debía 7 mil millones de dólares, cuando era tan inmoral que existía peligro de deshonrar la deuda externa. Hoy debemos 44 veces más en 42 años. Duplicamos la deuda original por cada año que pasó, habiendo pagado miles de millones de dólares. Existe una gran diferencia entre ser liberal y ser torpemente egoísta.

Si la ciencia no desafiara al consenso todavía la tierra sería plana. No se puede quedar bien con todo el mundo. Estamos seguros que Alberto Fernández va a pensar en los que lo votaron.

Existen dos compañías señeras de la industria nacional en dificultades financieras severas, ambas productoras de agro alimentos y exportadoras, con facturaciones portentosas. No se debería permitir que terminen en manos de bancos apremiados, para ser revendidas a empresas multinacionales, con las cuales las dos argentinas han competido por muchos años en forma eficiente y exitosa. Si viviera Miguel Miranda** la clavaría en el ángulo (Empresario y economista, primer presidente del BCRA nacionalizado).

Caso de Harvard hace dos años

Molino Cañuelas (argentina) que nació en 1931, adquirió la operación harinera de Cargill (multinacional). Leyó bien, la primera multinacional exportadora de alimentos argentinos (su operación harinera), fue comprada por argentinos y no al revés. Es el caso de Harvard: 9-518-046 del 11 de diciembre de 2017-hace 2 años-, lo enseñamos en mi universidad a los alumnos del MBA y por supuesto se estudia en Harvard Business School.

De Vicentin no conocemos nada más que el problema del Banco Nación y como exporta mucho, pero Molino Cañuelas ha crecido en forma solida y sostenida durante 90 años y algunos lo hemos visto desde adentro, por un breve tiempo, hace 30 años. Nadie habla mal del grupo Cañuelas ni del CEO y accionista que era brillante con menos de 40 años. Es abastecedora de harina de trigo y alimentos industriales del mercado interno. Exportador de harina de trigo, aceite y pellets de soja y girasol. Desde nuestro punto de vista a principio de los noventa ya era la mejor empresa del país. Desconociendo lo que sucedió en particular, en general es parte del daño que infringió un sistema político financiero perverso que destruyó la industria nacional, una vez más.

Conavirus: que el árbol no tape el bosque

A la crisis nacional, ahora se le sumó el coronavirus. Que el árbol no tape el bosque.

Las cuatro primeras exportadoras de granos, harinas y aceites son:

  1. Cargill (estadounidense),
  2. A.D.M.AGRO (estadounidense),
  3. Bunge (estadounidense)-lamentablemente la perdimos-,
  4. COFCO (China).

Hablamos del mejor negocio que tiene el país y con mejores perspectivas a largo plazo.

Si el Estado toma una porción de ambas empresas y hace sociedades mixtas como cuando entró a las AFJP, en estos casos hace punta de lanza para la inducir ingreso de dólares genuinos, mientras arbitra la influencia inflacionaria de la cadena alimenticia. Entrar y fraccionar cualquier posición dominante, que como en el caso de las empresas de alimentos, son clave en la mesa de los argentinos, es vital. Si el Estado es accionista de una empresa-como en otras partes del mundo-no necesita realizar regulaciones odiosas para el capital privado, pero puede sentarse “como par” cuando discute. Logra orientar precios testigos en un mercado interno complicado e indócil que no le encuentra la vuelta.

Hoy existen muchas razones-no me voy a extender-para intervenir en una eventual capitalización de deuda de estas empresas alimenticias agroexportadoras. Los dólares de exportación, aseguran cualquier inversión. Si las capturan los bancos las van a desguazar y las van a revender a empresas multinacionales cuyas regalías y dividendos luego se envían al exterior.

Así los trabajadores evitarían la zozobra que angustia y conservarían sus empleos, en medio de una crisis financiera local e internacional que los puede dejar sin trabajo.

Para evitar el default se necesita capitalizar la deuda bancaria y reestructurarla. Para esto los bancos privados pueden darle plazo al Estado -se evitan previsionar las eventuales pérdidas- con el país que le pagó aun a los fondos buitres. Así las entidades financieras pueden asegurarse la recuperación de los préstamos, librándose de una actividad que desconocen. De esta forma, el gobierno de Alberto Fernández se garantiza la generación y visualización del complejo oleaginoso y harinero, claves. Protección de la industria nacional y el trabajo argentino. Esto implica que, además se lograría impulsar el superávit comercial en forma inductiva vía Cancillería-país-país, evitándose los brókeres. También pueden exportar botellas de aceite haciendo las tapitas en la industria metalúrgica, en lugar de vender aceite a granel. No se trata de dos empresas, se trata de dos mercados, donde puede disminuir la dependencia de los oligopolios y las multinacionales. Gran oportunidad, puntapié inicial para meterse y desarmar la inflación de la canasta familiar.

Este diario dio la primicia que Molino Cañuelas cedería el 80% de su capital accionario a los bancos acreedores a cambio de concluir el proceso de reestructuración de deuda, y que el plan también les permitiría a las entidades financieras contar con mandato de venta que buscarían ejecutar lo antes posible. Por Dios, eso no tiene que suceder.

Se pueden imaginar diferentes soluciones. Por ejemplo capitalización de deudas del Banco de la Nación y Provincia-solución a dos puntas- y, salvataje auto liquidable con los bancos privados que refinancien sus deudas con cobro seguro. Salvarían miles de puestos de trabajo directos y otros miles en forma indirecta. Pueblos enteros y aledaños viven de la actividad de estas empresas.

Miremos a los países serios, ellos rescatan empresas

Un “Cramdown” tipo EE.UU., o algo parecido e ingenioso. Reestructuración de deuda sustentable que los acreedores deben aceptar como el famoso chapter 11 de la Ley estadounidense, donde está previsto que el acreedor puede recibir un valor no menor al que recibiría en la liquidación, y el juez puede dar por consentida la propuesta, mediante un acuerdo sensato y donde intervenga la parte, sin imponer intempestivamente.

El Estado debería realizar una propuesta para hacer viable un acuerdo preventivo con dos empresas que en total deben a los bancos unos 2.500 millones de dólares según la prensa. Si capitaliza deuda de la concursada implicaría la sustitución del capital empresario cesante y no un subsidio por naufragio. Es imperioso asegurar la continuación de la actividad de dos empresas extraordinariamente exitosas-hasta hace solo dos años-, cuando la irrupción de la timba financiera desbancó a las ganancias operativas, independientemente de otras consideraciones que no son objeto de esta idea.

Un salvataje de empresas aparecía inclusive en la Ley 24.522 de Concursos (artículo 48), y posibilitaba arribos de adquirentes del capital social, como consecuencia de haber logrado una solución acordada con los acreedores de la concursada. La ley preveía un sistema que determinaba una estimación potencial del valor del capital social. Determinado el capital social, el Estado podría ofrecer pagar a los accionistas capitalizando deuda-compensando intra sector publico-por la transferencia del capital social, u ofrecer pagarles un importe parcial, cualquiera fuera la proporción para evitar la catástrofe. Esto implicaría formular una propuesta de acuerdo con los socios originarios. Si el salvataje no existiera, las empresas enfrentarían inexorablemente la quiebra. El actual Gobierno no podría ser funcional al plan de negocios gestado e implementado en el periodo anterior, que destruyendo empresas nacionales fomentaba para esta etapa, nuevas adquisiciones multinacionales.

**Miguel Miranda era un verdadero genio. Su visión comercial, hicieron ganar a la República, en un año, más que cincuenta años de la acción de todos sus economistas diletantes y generalizadores de métodos y sistemas rutinarios e intrascendentes (Juan D. Perón)

(*) Profesor de Postgrado sobre Asuntos Argentinos en la UBA. Profesor de Maestrías en universidades privadas. Economista Jefe de FECOBA. Conferencista y consultor internacional. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, Presidente de HACER www.hacer.com.ar , autor de 6 libros.

Dejá tu comentario

Te puede interesar