9 de diciembre 2025 - 10:54

Javier Milei, Luis Caputo y "El arte político de la mentira"

El objetivo de este artículo es exponer la arquitectura de este gran simulacro, impulsado por la codicia, la toma de riesgos irresponsables y una débil regulación, cuyos efectos no solo amenazan a los honestos ciudadanos de a pie, sino también a la banca local.

La política económica no se gobierna con magia esotérica ni con mentiras funcionalmente justificadas, sino con fundamentals sólidos.

La política económica no se gobierna con magia esotérica ni con mentiras funcionalmente justificadas, sino con fundamentals sólidos.

¿Hasta cuándo los operadores de esta economía de casino (Susan Strange) podrán sostener un simulacro de estabilidad y crecimiento, gobernando con el crédito de una verdad ajena, antes de que el shock financiero revele la alquimia oscura que sostiene al statu quo?

La danza macabra de la inconsciencia consciente

La economía política internacional nos obliga a confrontar un fenómeno que desafía la racionalidad weberiana y se adentra en el territorio de lo grotesco; el simulacro argentino. En el corazón de Buenos Aires, el mercado financiero internacional celebra una victoria electoral contundente y el explícito respaldo del Tesoro de EE.UU., interpretando la caída del Riesgo País a 633 puntos básicos y el inicio de una nueva era de orden macroeconómico. Sin embargo, esta euforia es la perfecta encarnación de la “inconsciencia consciente” que, en un giro dramático, se convierte en un autoengaño colectivo y voluntarista. El sistema, financiero con sus operadores expertos, se ha convertido en una cofradía zombi que, como una ciudadanía aterrorizada por la posibilidad de una nueva crisis, prefiere la cómoda mentira funcional a la verdad inconveniente.

Desde el rigor de la ciencia política y la antropología del hombre de finanzas, este artículo se adentra en la naturaleza del engaño para demostrar que el actual optimismo del mercado y la banca de inversión no es un reflejo de fundamentos sólidos, sino la manifestación de un voluntarismo irracional. En el plano de la filosofía moral y política, este análisis parte del paper El Rol de la Mentira en Política -Kathrin Bouvot (*), que postula la pregunta clave: ¿Es la mentira un skill necesario para un político efectivo, o es un “ámbito absolutamente prohibido”? Siguiendo a pensadores como Jean-François Revel, quien sentenció que el primer poder que gobierna el mundo es la mentira, argumentamos que la praxis de la administración actual bordea el cinismo más ridículo, utilizando un lenguaje financiero-palabras-términos de la jerga financiera no para informar, sino para suprimir la verdad y perpetuar un frágil statu quo.

El objetivo de este artículo es exponer la arquitectura de este gran simulacro, impulsado por la codicia, la toma de riesgos irresponsables y una débil regulación, cuyos efectos no solo amenazan a los honestos ciudadanos de a pie, cuyo acceso al conocimiento financiero es limitado, sino también a la banca local, la banca de inversión del exterior y las finanzas corporativas, que, en su ceguera voluntaria, están financiando la potencial próxima debacle. Una crisis económica no es una amenaza abstracta; es el resultado inevitable de la inconciencia consciente de los jugadores de casino al mando.

La arquitectura del engaño y la alquimia de los dólares prestados

La administración Milei-Caputo ha redefinido el clásico “problema de las manos sucias” (the problem of dirty hands), un concepto central en el análisis de la mentira política. El “problema de las manos sucias” es un dilema ético-político donde líderes deben cometer actos moralmente cuestionables –“ensuciarse las manos”- para lograr un fin mayor, como preservar una nación o prevenir una catástrofe, desafiando la moralidad personal por el bien común. Un asunto remanido de “la casta argentina”, de cualquier signo político. Si para Niccolò Machiavelli el príncipe no necesitaba poseer todas las virtudes, sino tan solo aparentarlas, la élite de traders convertidos en funcionarios ha perfeccionado la técnica del engaño en el ámbito de las finanzas globales. Su habilidad no reside en la realpolitik de la economía, sino en la retórica funcional que disuelve los hechos incómodos en promesas de futuro.

El primer pilar de este simulacro es la relación con EE.UU. La narrativa oficial pregona un apoyo sin fisuras, un alineamiento geopolítico que ha revalorizado a Argentina y ha evitado una corrida financiera crítica antes de la elección. Sin embargo, la verdad anida en los fríos números del vital swap de EE.UU., anunciado por U$S20.000 millones, pero solo activado por U$S2.500 millones. El resto, el 87,5% del apoyo, es una ilusión crediticia que mantiene expectante al mercado. La desesperación por quedar bien con Washington, al punto de “dar más de lo que EE.UU. pide”, queda en evidencia cuando el Departamento de Estado intervino con un mensaje “casi imperativo” a la dirigencia local para que formara una alianza de gobierno tras el rechazo de vetos presidenciales, advirtiendo que Argentina se estaba volviendo poco confiable.

Un petardo en las reservas y una inversión elusiva

El núcleo duro del autoengaño es la manipulación de las cifras de las reservas. El mercado, en su euforia, omite la crucial distinción entre las Reservas Brutas -que aumentaron a U$S 41.800, desde los U$S 21.300 millones en noviembre de 2023- y las Reservas Internacionales Netas (RIN). Pese a que el gobierno compró la cifra récord de U$S 29.000 millones durante su gestión, recibió del blanqueo otros U$S20.000 millones, prestamos de organismos multilaterales, Bontes y Repo por U$S 20.000 millones más; no hubo una mejora sólida, sino una caída mayor de las Reservas Netas Internacionales -RIN- del BCRA en alrededor de U$S6.000 millones. Tampoco hubo una caída de la deuda en dólares del Tesoro y del BCRA.

Los informes financieros del consenso de los consultores que piensan igual que Milei-no de la heterodoxia-, son contundentes; se mantiene un esquema de bandas cambiarias que condiciona la acumulación de reservas a la monetización de la economía. Aquí reside la clave del simulacro. Para que haya un “repunte significativo de la inversión” y el país recupere acceso al mercado internacional, el Riesgo País debe caer de los actuales 633 bp a la zona de 400 basis points-aunque mas no sea, debe tener el doble que Paraguay y del promedio de Latinoamérica sin Venezuela ni Argentina. Esto, a su vez, exige la flexibilización de la política cambiaria y la acumulación sustancial de reservas genuinas. La decisión de no priorizar esta acumulación de reservas es la negación manifiesta de la verdad económica, un acto deliberado que pone en riesgo toda la proyección de crecimiento, para mantener una inflación más alta que la de Cristina Kirchner. La inversión, por lo tanto, seguirá concentrada y la macroeconomía inconsistente con el marco teórico de Milei, y desordenada.

La realidad de la devastación interna

La retórica oficial intenta cubrir la escabechina con cifras parciales. El crecimiento proyectado para 2026 es una economía de “dos velocidades”. Las “parcelas luminaria” -energía y minería- funcionan como espejismos de éxito, acaparando la potencial gran inversión. No obstante, la realidad social del ciudadano de a pie, base del consumo y la demanda, es dramática. La recuperación es “muy disímil”, mientras los ganadores están por encima de los niveles de noviembre de 2023, los perdedores, que son la mayoría de la economía local: construcción, industria, agro, comercio y servicios masivos, promedian una caída de aproximada del 6% (p). Esta caída se traduce directamente en cierres de empresas, comercios, y despidos masivos. El consumo interno se viene desacelerando desde el 17% anualizado del tercer trimestre 2024 (Sturzenegger dixit) en forma dramática, y los salarios privados formales que cubren al 90% del empleo registrado se desplomaron en los últimos meses. Las consultas por reestructuraciones de pasivos y reingeniería superan las del “efecto Tequila” (1994/1995). En febrero podría haber récord de concursos preventivos pymes. Recuerde que enero es mes de feria judicial.

Aquí entra en juego la potencial cercanía simbólica al encantamiento de las prácticas esotéricas. El voluntarismo de los agentes de mercado, esa fe ciega en que los cimientos económicos se construirán por la mera voluntad de no querer otra crisis, hasta ahora funciona como un hechizo colectivo. La cúpula del poder se consolida alrededor de la figura de Karina Milei y los Menem, y la llave de la gobernabilidad se deposita en el diálogo con los gobernadores, mientras el sindicalismo, apabullado por la reforma laboral, opta por una estrategia dilatoria en lugar de confrontativa. La mentira política -la supresión de la verdad sobre las reservas y el consumo- se complementa con el autoengaño financiero -el optimismo injustificado-, creando una burbuja de expectativas. Nada es lo que parece; el aparente orden es fragilidad, la prosperidad es sectorial, y la habilidad de Milei es la maestría en ilusión.

El costo de la arrogancia presuntuosa

El análisis de la coyuntura y las proyecciones para los próximos meses no deja margen para el optimismo racional. Un potencial cisne negro en una economia vulnerable y abierta, un colapso económico, podría ser producto de una suma de factores: la codicia, la toma de riesgos irresponsable de una élite gobernante que se plasma como jugadores de casino, y la negación de las verdades a la vista. La mentira, convertida en skill político, funciona para mantener la ilusión, pero tiene un plazo de caducidad.

Una potencial crisis amenaza a la banca y a las finanzas corporativas, este es un riesgo sistémico que no se disuelve con el voluntarismo del mercado, sino con políticas económicas coherentes; la acumulación real de reservas y la reactivación del tejido productivo no exportador. El gobierno, fortalecido por un triunfo electoral y un respaldo externo -que se redujo a un mínimo de la promesa-, se ha envalentonado con una altanería arrogante y presuntuosa que lo lleva a seguir subestimando a la ciudadanía, enrollándola con un lenguaje técnico que oculta la magnitud de la devastación interna.

En el momento en que se produzca un cimbronazo -el quiebre del simulacro de reservas o la imposibilidad de sostener la economía de dos velocidades-, la ciudadanía no solo cambiará de opinión, sino que la crisis de confianza será inmanejable. El statu quo que el tándem Milei-Caputo tan desesperadamente busca mantener, incluso a costa de la inconciencia consciente, será confrontado por la realidad financiera.

La política económica no se gobierna con magia esotérica ni con mentiras funcionalmente justificadas, sino con fundamentals sólidos. El mercado está advertido, la fe es la única commodity que se agota cuando la realidad la refuta, y los datos duros, los que hablan de empresas cerradas y salarios deteriorados, están a punto de interrumpir el encantamiento. La hora de la verdad se acerca, y con ella, el derrumbe de la ilusión.

Doctor en Ciencia Política. Master en Política Económica Internacional. Profesor de MBA y de Finanzas en tiempos irracionales. YouTube: @DrPabloTigani, en X: @pablotigani

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