"La Fed privilegiará el crecimiento sobre la inflación"
(El experto en mercados internacionales que se escuda bajo el personaje del banquero de la película «Wall Street», Gordon Gekko, disiente del máximo gurú de bonos del mundo, Bill Gross, de PIMCO, en cuanto a que comienza una fase bajista para los títulos mientras la Bolsa mantendrá la estabilidad. Gekko sigue opinando que la Fed privilegiará el crecimiento sobre la inflación, pero, dice, no dejará que las expectativas se desborden.)
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Gordon Gekko
G.G.: A la idea solemne del final de una era.
Abandonamos el Viejo Testamento en 2004/2005 cuando Greenspan detectó el enigma de las tasas de largo plazo. ¿Se acuerda?
P.: Sí, claro. La Fed elevaba las tasas cortas pero los bonos no acusaban recibo...
G.G.: Y ahora resulta que el Nuevo Testamento tampoco rige. No es muy serio hablar de mudanzas seculares cuando suceden cada dos o tres años. Es la volatilidad natural del ciclo.
P.: Se dice que el bono de 10 años quebró un escenario de bonanza que -con sus altibajos- llevaba 20 años de vigencia. Se toma esa ruptura -acaecida la semana pasada, a velocidad extremacomo un signo ominoso...
G.G.: Es casi como una maldición bíblica. La he escuchado. Pero no está obligado a creerla. Aunque la firme el propio Bill Gross (quien conduce PIMCO, el mayor administrador de carteras de bonos del mundo).
P.: Más allá de las convicciones personales, la debacle de los bonos fue muy pronunciada. No creo que convenga tomarla con ligereza...
G.G.: Tampoco ha sido posible. La Bolsa mostró que las tasas largas no le resultan indiferentes. El desbande de los bonos le duele, por razones más que obvias.
P.: Quizás convenga explicarlas...
G.G.: Los últimos 25 años han sido magníficos para los mercados de capitales. Tome 1982 y allí sí verá un cambio secular. Para acciones y para bonos. Hay un antes y un después. Y la razón es muy sencilla...
P.: Se ganó la batalla contra la inflación.
G.G.: Se comenzó a ganar la guerra. Fueron muchas batallas. Yo diría que el progreso en
las hostilidades arranca con Paul Volcker -mucho antesen agosto de 1979.
P.: Cuando asume el mando de la Fed...
G.G.: Correcto. No hay dudas de que el proceso de desinflación fue la llave para obtener -en forma genuina y estable- tasas de interés más bajas. Y nada favoreció más a las acciones, tanto porque permitió ciclos económicos más pujantes cuanto porque alentó -vía tasas de descuento más bajas, que penalizaban menos el futuro- mayores múltiplos de ganancias. Ello, sin embargo, no ocurrió en un día. Uno puede mirar un gráfico y detectar un punto de ruptura. Maravillarse porque ya se cumplen 25 años bajo un mismo régimen. Pero es un error pensar que esa información estaba escrita en piedra ya en 1982. Como un presagio inconmovible oculto bajo una caprichosa figura dibujada en un gráfico. Eso es superchería. Y así como la estabilidad no se gestó en un solo día, tampoco se perderá en una mala semana.
P.: Quizás el mercado desconfía de la capacidad de la Fed para mantener la inflación a raya. Y se prepara para dar vuelta la página...
G.G.: Sorprende que las expectativas de inflación hayan permanecido -todos estos años- tan bien ancladas. Sobre todo cuando el mundo atraviesa un shock alcista persistente y profundo en los costos de la energía. Sin embargo, es así. Las primas de inflación no se han desacomodado. No es la desconfianza lo que bate el tambor. La caída de los bonos, la escalada de las tasas largas, reflejan la noción de un crecimiento global que se acelera. Muy robusto en todo el mundo y en franca recuperación en los EE.UU. Es, por cierto, más fácil de verificar lo primero que lo segundo. Y yo no apostaría por lo segundo (quizá sí por un debilitamiento de Europa hacia fines de año). No obstante, los precios de los bonos ya reflejan esa impresión de fortaleza compacta y en ascenso.
P.: Si la inflación se complicase, tal vez sería llovido sobre mojado.
G.G.: No tengo dudas. Las tasas largas podrían subir mucho más. Aun así no compro la idea de la maldición secular como el sino inevitable de los bonos. Entre sacrificar la inflación o salvar el crecimiento de la economía, la Fed puede elegir -como hizo el año pasado- dejar que la inflación retoce más allá de los límites de la estabilidad de precios por un tiempo que puede ser prolongado, no lo discuto. Lo que no va a hacer es sacrificar las expectativas de inflación y dejarlas que se desparramen. Sería matar la gallina de los huevos de oro. La Fed lo tiene claro; quien lo dude, puede leer la presentación de Susan Pianalto, la titular de la Fed de Cleveland, hoy (por ayer) en Dublín. Mientras sea así, los bonos podrán fluctuar de precio con los vaivenes del ciclo. Lo que es muy distinto de proclamar que, a partir de la semana pasada, los aqueja una enfermedad terminal.
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