"Los inversores están cómodos con el nivel del dólar"
(Para el experto en mercados internacionales personificado como Gordon Gekko de la película «Wall Street» los inversores están cómodos con el nivel actual del dólar frente al euro pero de acercarse demasiado a u$s 1,40 comenzarán los reclamos. El siguiente fue el diálogo que mantuvo con este diario.)
G.G.: Fue un reflujo muy rápido. De hecho es la llave que le abrió las puertas a la recuperación de las Bolsas...
P.: ¿Hasta dónde llegará el empuje del euro? ¿Cree que tiene plafón para intentar 1,40?
G.G.: En el corto plazo, todo indica que se quedó sin combustible. Superó el récord anterior de 1,3667 por estrechísimo margen y no tuvo resto para más. El número del PBI de los EE.UU. -1,3% más bajo que lo que el mercado esperaba- debería haberlo catapultado lejos pero no fue así. En cambio, un indicador de segundo orden de importancia, el ISM insinuó un repunte de la industria norteamericana y provocó un repliegue automático del euro. Señal de una lógica fatiga después de un soberbio avance...
P.: Nadie piensa que el recorrido del euro termina aquí.
G.G.: Nadie.
P.: ¿Cree que intentará poner una pica en 1,40 en un futuro no muy distante?
G.G.: Lo intentará. Si lo busca demasiado pronto, no tendrá éxito.
P.: Cuando el euro cruzó el umbral de 1,36 por primera vez, recuerdo la tensión que generó en Europa. Desde los industriales hasta los ministros de Finanzas, todos, pusieron el grito en el cielo. Y el euro no duró mucho tiempo en su pedestal. ¿El silencio actual no marca un contraste notable? ¿No opera como una señal tácita de aceptación?
G.G.: La economía de la eurozona atraviesa mejores condiciones. Y si bien la apreciación del euro preocupa, existe otro margen de tolerancia. Fíjese que el Banco Central Europeo, en paralelo, «telegrafió» ya su intención de llevar la tasa refi de 3,75% a 4% en junio. Y países como Alemania e Italia están digiriendo un ajuste fiscal sin los contratiempos esperados. En rigor, se acepta 1,36, como no se objeta el empeño del Banco Central. Pero todo el griterío que usted recuerda, no tardaría en resucitar, de buenas a primeras, si ahora el euro apuntase a 1,40.
P.: Se necesita tiempo. Pero 1,40 será, eventualmente, una estación más en el recorrido del euro.
G.G.: Tiempo o mayor flexibilidad en las monedas de Asia. La percepción europea es que todo el ajuste nominal recae sobre su moneda.
P.: El yen no es muy rígido en su cotización...
G.G.: Tiene razón: flexibilidad es un eufemismo. Los europeos quieren (igual que los EE.UU.) que el yuan renminbi se aprecie más rápidamente; en línea con la dinámica que imprimiría el mercado si la intervención del Banco del Pueblo de China se hiciese a un lado. Curiosamente, es el mercado el que ha depreciado al yen y no por ello están satisfechos. Mas aún, si se presiona a China y no a Japón es porque EE.UU. privilegia la relación política con Tokio.
P.: ¿Cómo ve la situación del dólar desde una perspectivade largo plazo? ¿Hasta cuándo seguirá depreciándose?
G.G.: Mi visión es bastante constructiva. Creo que la principal razón detrás de su debilidad persistente desde 2002 a la fecha estriba en la tendencia divergente de las cuentas externas de EE.UU. Pues bien, el «rojo» de la cuenta corriente se redujo 12% en el cuarto trimestre del año pasado con respecto a igual período en 2005. El déficit promedió 6,5% en todo 2006, pero en el cuarto trimestre fue de sólo 5,8%. Exagerando para resaltar el punto: si China, en el primer trimestre, crece 11,1% y EE.UU., 1,3%, esa senda desigual será la que corrija el problema. El dólar se depreciará, muy probablemente, porque a los inversores no les gustan las monedas de los países que crecen menos que la media. Pero, a la larga, descubrirán que su principal obsesión ha sido removida. Y allí regresará el dólar por sus fueros. A mediados de los 80 el «superdólar» de Reagan se precipitó por culpa del déficit récord de la cuenta corriente. En 1991, la cuenta corriente se equilibró. Gracias, en parte, a la recesión de 90-91. La divisa siguió cayendo y recién en abril de 1995 comenzó la fase del «dólar fuerte». Yo me imagino una película no muy distinta.
P.: Sin recesión en EE.UU., espero.
G.G.: Sin recesión ni equilibrio de la cuenta corriente. Con un déficit, eso sí, estabilizado en proporción al PBI. Piense que el yen tiene un enorme superávit externo y aun así no consigue convertirse en el favorito de nadie. Lo que el dólar debe despejar es el temor a una trayectoria explosiva de sus cuentas externas. Un objetivo factible y una faena que, a mi juicio, ya comenzó. Y no se olvide que el «dólar fuerte» de Rubin y Summers resurgió de un nivel de pesimismo mucho más crítico que el actual. En términos de euros, el tipo de cambio equivalía entonces a 1,45.
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