En el discurso del 21 de febrero del 2022, tres días antes de la invasión rusa a Ucrania, el presidente Vladímir Putin afirmó que la nación ucraniana era una creación reciente propulsada por Occidente (y en parte por Lenin). Para Putin –y muchos historiadores– Rusia nació en Kiev.
Ucrania-Rusia: otra historia de eternos desencuentros
Los pueblos y territorios hoy en guerra tienen un largo recorriendo en común, con idas y vueltas, guerras y uniones. Ese camino explica un poco el presente y puede alumbrar el futuro.
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Cuando Ucrania quiso ingresar a la OTAN para defenderse de las ambiciones de su vecino, Putin se resistió a la idea de tener misiles tan cerca de Moscú y desplazó su ejército sobre tierra ucraniana.
La Rus de Kiev fue un Estado surgido en el siglo IX y desaparecido en 1240 tras la invasión de los tártaros mongoles. Un momento clave en este proceso fue el bautismo del príncipe Vladimir en el año 988 d.C, en la ciudad de Jersón (entonces parte del Imperio bizantino). Este bautismo marcó para los miembros de la Rus de Kiev no solo un cambio religioso, sino también político, porque incorporó a este enorme territorio a la identidad cristiana y al comercio con Europa
Acá nació el dilema: para algunos historiadores este bautismo era el nacimiento de Rusia; mientras que los ucranianos sostienen que la Rus de Kiev se fragmentó en tres naciones distintas –Rusia, Bielorrusia y Ucrania–, cada una con su propia identidad.
Tras un período de dominio otomano, Crimea fue conquistada por el Imperio ruso en 1783, durante el reinado de Catalina la Grande, quien llevó a cabo un cambio aún más profundo: deportó a los habitantes tártaros de Crimea —una península bañada por el Mar Negro, fértil y de clima benigno— hacia Siberia, y la repobló con rusos.
Antes de llegar a la prepotencia soviética, debemos recordar que el ánimo expansionista está en el gen de los rusos quienes en el siglo XIX trataron de sacarle Crimea a los turcos con la intención de tener una salida al Mediterráneo (debe recordarse que los puertos sobre el Báltico permanecen congelados gran parte del año).
Este avance sobre el Imperio otomano alarmó a las potencias europeas y llevó al estallido de la Guerra de Crimea (1853-1856), hoy recordada por la desastrosa carga de la Brigada Ligera, inmortalizada por un poema de Lord Tennyson, por diversas películas y por la figura de Florence Nightingale, la enfermera británica que reformó los hospitales de campaña, donde morían más hombres por infecciones que por heridas de bala.
La Guerra entre Rusia y Ucrania tiene una larga historia que excede a sus actuales protagonistas.
El origen de este enfrentamiento en Crimea nació muchos años antes y a miles de kilómetros: en la Basílica de la Natividad en Belén, para ser más precisos.
Esta basílica fue fruto de las investigaciones de Santa Elena, madre del emperador Constantino, quien estaba empeñado en dar una nueva religión al Imperio romano (y así establecer una nueva moral). A tal fin envió a su madre a buscar las pruebas de la existencia de un tal Jesús de Nazaret.
Santa Elena decretó que en ese lugar de Belén había nacido el Niño Dios, y allí se construyó la Basílica. También sostienen que Elena encontró la “verdadera cruz”, la corona de espinas, los clavos, el sepulcro, el pesebre y hasta los restos de los tres Reyes Magos (aunque en ninguna parte de los Evangelios diga que fueran tres).
Volviendo a la Basílica, esta fue dividida entre distintas confesiones. El altar quedó para los ortodoxos griegos; la estrella de plata que marca el lugar del nacimiento, para los católicos; el pasillo para los ortodoxos armenios; el crucero era de los sirios; y una columna para los coptos… Tanta coexistencia en un consorcio, aunque fuera religioso, no podía terminar bien.
Un día, los ortodoxos –que tenían la llave de la Basílica– retiraron la estrella de plata de los católicos. Esto generó un conflicto que llegó a las manos y requirió la intervención de Francia, que, con ayuda de los turcos, devolvió la llave de la Basílica a los católicos, quienes volvieron a poner “la estrella de la Paz”…
Al menos por un tiempo, porque los ortodoxos fueron a pedir ayuda a los rusos y el conflicto religioso más el expansionismo de los zares desembocó en la guerra de Crimea, que terminó en la derrota de los rusos.
Durante la Primera Guerra Mundial, los habitantes de la parte occidental de Ucrania lucharon con el ejército austrohúngaro, mientras que los orientales lo hicieron con el ruso.
Terminada la “Gran Guerra Patria”, Stalin volvió a unir a toda Ucrania (incluyendo la polaca y Crimea).
Tras la contienda, Rusia se sumergió en una guerra civil que acabó con el triunfo de los soviéticos, la formación de la URSS y la incorporación de buena parte de Ucrania al sistema comunista.
Estas tierras, consideradas entre las más fértiles del mundo, fueron explotadas bajo el sistema colectivista. En la década de 1930, la política de requisas de grano impuesta por Stalin provocó una hambruna conocida como el Holodomor, que causó millones de muertes entre los ucranianos.
Las cosas se complicaron durante la Segunda Guerra Mundial: hubo ucranianos en Polonia, ucranianos que apoyaron a los nazis y otros que pelearon como soviéticos contra los alemanes.
Terminada la “Gran Guerra Patria”, Stalin volvió a unir a toda Ucrania (incluyendo la polaca y Crimea). Fue entonces que consagró al ruso como única lengua en toda la URSS y prohibió hablar ucraniano (lengua que compartía un mismo origen eslavo).
Pero los tiempos cambiaron. La Unión Soviética colapsó y Ucrania se volvió a unir, pero ya nada fue igual: Una parte se sentía europea –la occidental–, mientras la parte oriental había sido colonizada por rusos, al igual que Crimea.
En el año 2013, cuando el presidente Víktor Yanukóvich se negó a firmar el acuerdo de asociación con la Unión Europea, estallaron las protestas en la Plaza Maidán de Kiev. Estas revueltas llevaron a un nuevo gobierno de facto, encabezado por Oleksandr Turchínov. La Guardia Nacional trató de establecer la paz reprimiendo con crudeza a las milicias separatistas prorrusas.
Desde noviembre de 2013, este conflicto fue una prioridad para la conducción rusa. Aprovechando el caos, en 2014 Putin anexionó esta península casi sin resistencia porque los tanques rusos fueron bienvenidos por los locales
Cuando Ucrania quiso ingresar a la OTAN para defenderse de las ambiciones de su vecino, Putin se resistió a la idea de tener misiles tan cerca de Moscú y desplazó su ejército sobre tierra ucraniana pensando que este sería un paseo triunfal. Sin embargo, halló una resistencia impensada.
A pesar de la reticencia del gobierno de Trump de seguir aportando dinero a esta guerra, gran parte de la Unión Europea que estuvo bajo la bota soviética no quiere saber nada de las ambiciones expansionistas del ex teniente coronal de las KGB, convertido en un moderno zar del siglo XXI.






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