Alberto Fernández: "El gobierno no quiso esconder este proyecto"
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Razonó el jefe de Gabinete que al Poder Legislativo le corresponde legislar y controlar; y al Ejecutivo, ejecutar, y de ahí la necesidad de contar con libertad para introducir modificaciones en esa ejecución: «El Congreso tiene la facultad de fijar el nivel de gasto y recursos y el rol de control. En ningún lugar la Constitución dice que el Congreso coadministra con el Ejecutivo», dijo para explicar la necesidad de mayores facultades.
Y tal como había sucedido en declaraciones anteriores, Raúl Alfonsín tampoco quedó fuera de la crítica: «No puede decir que esto es la muerte de la República. Miren, en el 88 no hubo Presupuesto; en esos años incluso la moneda se creó por decreto. Hubo hiperinflación; la Argentina tuvo todo eso, y mi querido Alfonsín ahora me dice que es la muerte de la República».
Pero fuera de esas calificaciones del jefe de Gabinete hubo algunas afirmaciones que parecieron contradecir la doctrina en materia de administración: «El Presupuesto es un pronóstico de lo que se supone que va a suceder en el próximo período: se elabora en marzo, se envía al Congreso en setiembre y en diciembre se vota para el año siguiente.
Por el vértigo de la realidad y los cambios, la ejecución del Presupuesto no es exactamente lo que el Presupuesto dice», resumió. Puso, incluso, el ejemplo de las inundacionesen Tierra del Fuego: «¿A alguno de ustedes se le ocurre que para asistir a un desastre como ése el Presidente va a elaborar un proyecto de ley y enviarlo al Congreso para que modifique el Presupuesto? Definitivamente,creo que los gobiernosprovinciales hacen lo correcto teniendo estas facultades. Lo que no entiendo es por qué ellos lo pueden tener y la Nación no», intentó convencer.
Tal como había anticipado Ambito Financiero, Fernández hizo un puntilloso repaso de los superpoderes que el Congreso le otorgó a De la Rúa meses antes de su salida del gobierno:
«Podía garantizar deuda con activos públicos, organismos autárquicos podían ser fusionados, podían ser transferidos a las provincias, a esos organismos se autorizó a convertirlos en sociedades anónimas, a modificar la Ley de Ministerios, a fijar exenciones impositivas, a modificar leyes de obras sociales, se lo autorizó a emitir bonos y venderlos en el mercado y a pasar empleados públicos a la Ley de Contrato de Trabajo. ¿No es un poco exagerado acusar al gobierno de autoritario cuando en otros gobiernos se dieron superpoderes para terminar en hecatombes?».
Las respuestas más duras a Fernández llegaron de Rodolfo Terragno y los radicales Ernesto Sanz y Gerardo Morales, quien fue la voz de los gobernadores, al punto que pareció representar en el recinto incluso a los radicales más cercanos a Kirchner que también habían puesto reparos al proyecto: «Si algún gobernador se sentía condicionado en el reparto de fondos, después de esta ley puede sentirse de rodillas».
Terragno arrancó con una advertencia imposible de cumplir: «El funcionario que acaba de exponer tiene dos jefes: el Presidente y este Congreso, que lo puede despedir. Después de 15 meses, viene y nos dice algunas cosas con vehemencia. Por supuesto que el Congreso no tiene que compartir la función administradora. Pero la Constitución es clara: el Congreso fija el Presupuesto y el jefe de Gabinete lo ejecuta. A nadie se le ocurriría pensar que cuando la Constitución dice 'hace recaudar las rentas de la República', se le diera la facultad de recaudar impuestos. Y cuando dice que el Poder Ejecutivo 'ejecuta' el Presupuesto, quiere decir que fija las partidas». Quizás en la respuesta más clara a Fernández, Terragno explicó: «Cuando se produjo el desastre del huracán Katrina, Bush se dirigió al Congreso para pedir una ampliación de 3,21% del presupuesto; no lo hizo por decreto».
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