Allá lejos (Duhalde para diputado)
Programa Eduardo Duhalde otra aparición espasmódica para antes de las elecciones: disertará en una universidad, enlazado con Jorge Bergoglio, jefe de la oposición. Está feliz con el efecto de su reaparición, al punto que ya empieza a pensar en una candidatura en 2009, no sin antes encontrar un gurú publicitario que lo reconcilie con los votantes. Era un vacío que la democracia parecía no poder llenar, bromeaban quienes no lo quieren.
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Eduardo Duhalde
Todo, claro, forma parte del «dibujo» que Duhalde comenzó a retocar al hacer el balance de su irrupción. Quienes lo frecuenten remarcan que fue una cosecha exitosa: tuvo llamados de todo el país, incluso de gobernadores, y generó -dicen- incomodidad en Kirchner.
Uno de los operadores que se mueve en las cercanías del ex presidente explicó el malestar del patagónico -que el jueves pasado cuestionó, sin nombrarlo, a Duhalde al decir que él no se iría de la política- por el hecho de que el bonaerense enmarcó su terreno de acción a la reconstrucción del PJ.
La hipótesis que Kirchner le hace repetir a sus peronistas amigos es que luego de dejar la Casa Rosada se dedicará a reconfeccionar un peronismo moderno. Es decir: si ambos cumplen, en 2008, Duhalde y Kirchner pulsearán por lo mismo: tener la jefatura del PJ.
La hoja de ruta no termina ahí: ese es sólo el principio. A pesar que ante los micrófonos dijo que no quiere cargos, Duhalde entiende -y confiesa frente a sus laderos- que su aventura tiene que derivar, necesariamente, en la competencia electoral.
En esa línea el único plan posible es presentarse como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en 2009. Para entonces, pronostica el ex presidente, la eventual gestión de Cristina de Kirchner andará entre tumbos y coletazos.
Argumento que cae de su boca: en la Argentina, el poder no es bipolar y por tanto no admite una doble conducción como la que pondrían en práctica los Kirchner, con la dama como presidente y su marido como comisario político con despacho en la Casa Rosada. Esa dualidad, especula Duhalde, estallará más temprano que tarde.
El último escalón es que para animarse, con relativo éxito, a un ensayo electoral, Duhalde debe reconstruir -otros hablan de «limpiar»- su imagen pública. Hoy por hoy, cualquier sondeo lo muestra lejos de las preferencias y con altísimo nivel de rechazo.
Sueña, por eso, con un lifting político que lo amigue con los votantes. Fantasea con usar como espejo imaginario el caso de Mauricio Macri -con quien, por otro lado, tiene escaso vínculo- que de casi 60% de imagen negativa en 2003 bajó a 29% cuatro años después.
Ante esa admisión, Duhalde busca un «campañólogo», un Jaime Durán Barba, el estratega ecuatoriano que convirtió en Mauricio a Macri y lo deshollinó a tal punto que el porteño logró en la segunda vuelta más de 60% de los votos.
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