24 de septiembre 2008 - 00:00

Autoriza Kirchner pintadas de candidato a diputado "2009"

Néstor Kirchner
Néstor Kirchner
Del modo clásico, Néstor Kirchner volverá a chorrear en letra desprolija de los paredonesdel conurbano rabioso: antes del fin de semana,el patagónico irrumpirá, como en otros tiempos, como candidato top del caótico conglomerado K para la provincia de Buenos Aires.

El supuesto de que la reapertura del canje, que Cristina de Kirchner anunció en Nueva York, marca el regreso a una temporada próspera y dulce para la familia Kirchner, llega con el clamor previsible de instalar al ex presidente como candidato salvador.

El derrumbe, por confusa y peligrosa, de la postulación amañada de Daniel Scioli -la idea fue convertirlo en primer constituyente- volvió a dejar huérfano de un «cabeza de lista» al kirchnerismo. Por eso, oportuno, reaparece operativa «Néstor 2009».

En Olivos, semanas atrás, el patagónico descartó la maniobra de forzar la renuncia de Graciela Ocaña como senadora ausente -la ministra de Salud preserva la banca que nunca ocupó- y obligar a una elección para ese cargo, en el que él mismo sería la apuesta mayor.

Por las dudas. el clamor es sin cargo a disputar, impreciso y genérico. «Néstor 2009» pintarán los artistas de brocha gorda. Luego, el lunes, en un acto que prepara sectores del PJ en el conurbano sur, ese planteo tomará forma de tribuna partidaria.

El primer empujón lo dará el Movimiento Evita: antes del fin de semana, en medio de la pulseada por la interna del PJ, el grupo que ordenan Emilio Pérsico y Fernando «Chino» Navarro se lanzará a jugar la carta Kirchner 2009. El Evita tiene autonomía consentida de Olivos. Desde otra trinchera, quizá antagónica, el lunes se reforzará esa movida: sectores del peronismodel conurbano sur, convocados por Aníbal Fernández, harán el lanzamiento de la postulación del quilmeño para consejero del PJ y deslizarán el Kirchner 2009.

Kirchner, como siempre, dejará hacer. En Nueva York, adonde montó una sucursal de Olivos, se dedicó a evaluar el escenario de las legislativas en Buenos Aires con José María Díaz Bancalari y el intendente de Avellaneda, Baldomero «Cacho» Alvarez.

Transmite pronósticos ultrapositivos. Sostiene, citando de memoria encuestas, que una oposición dividida -por un lado la Coalición por otro PRO aliado a De Narváez- puede quedarse con 50% de los votos y que, con fugas a otros lados, el PJ/FpV puede colectar 40 puntos.

Hasta se permite, en esas charlas, especular sobre los movimientos de los rivales. Apuesta, por caso, que la tensión pública entre Mauricio Macri y De Narváez, en el tramo final, se ordenará lo que dejará fuera de juego a Felipe Solá, que coqueteó con el macrismo vía el primo Jorge.

A Eduardo Duhalde lo ubica en ese comando aunque se mofa del malestar que le produce al jefe de Gobierno porteño quedar emparentado con el bonaerense.

Cálculos al aire, ante las caras de sorpresa, Kirchner argumenta que la elección operará con un arrastre desde los intendentes -y los gobernadores- hacia arriba. Por eso, enumera la situación de las provincias y de los mandatarios para fundamentar su optimismo.

La ecuación opera del siguiente modo: admite la fragilidad pública de su esposa -se lo gritan las encuestas- pero la confronta con la performance, que auspicia positiva, de alcaldes y gobernadores. Con tracción invertida, el gobierno podrá festejar.

¿Es una contribución positiva, o resta, su eventual postulación como diputado por Buenos Aires? No se permite, el patagónico, hacer terapia sobre sus propios movimientos.

No acierta, sin embargo, en el formato electoral que pondrán en la cancha el año próximo. El plan A es estructurar una sola boleta en torno a los intendentes, es decir, la matriz del PJ y los gremios amigos. Con forceps, ahí entrarían sectores de la «gauche K».

Entre tanto, debe ordenarse la primaria de noviembre que amaga con dejar ristras de heridos. La Tercera es un oasis de furias: la lista preacordada, con guiño de Alberto Balestrini, incluye a Alvarez, José «Pepe» Pampuro, Juan José Mussi y Aníbal Fernández.

Pero, afuera, quedan los alcaldes nuevos -salvo Díaz Pérez que cobra vía Pampuro-, el sciolismo y sectores del kirchnerismo piquetero. Manejan una alternativa: llevarle a Kirchner una lista de seis u ocho para que sea el patagónico el que bendiga la boleta final.

En rigor, en el reparto se calcula sobre 6 consejeros por sección: 4 por la territorial y dos, para cada una, por las ramas que suman, en total, 15 butacas más. Un caso: hace tiempo, y ahora lo repetirá, Hugo Curto entra como sindicalista y libera un casillero de la Primera.

Dejá tu comentario

Te puede interesar