8 de julio 2008 - 00:00

CGT: Moyano sin Caló ni Barrionuevo busca repetir

Hugo Moyano conversa con José María Díaz Bancalari, mientras sentado de espalda escucha Hugo Curto, ayer en la CGT. Fueron horas frenéticas de negociación.
Hugo Moyano conversa con José María Díaz Bancalari, mientras sentado de espalda escucha Hugo Curto, ayer en la CGT. Fueron horas frenéticas de negociación.
Hipercustodiado, clausurado a la prensa, Hugo Moyano preparó con sigilo el congreso de la CGT para ser reelecto, hoy, por otros cuatro años. Pero viejas heridas pronostican sorpresas y acecha el escenario peor: el riesgo de incidentes entre barras opositoras.

Ayer, al atardecer, un intento contra reloj de Andrés Rodríguez y Armando Cavalieri buscó arrimar a Luis Barrionuevo a una unidad forzosa.

Fracasó. Seguirán los ensayos, pero el gastronómico, anoche, se preparaba para desafiar en las urnas al camionero.

La prioridad fue evitar que en la cumbre cegetista pulseen dos sectores que expresen sus diferencias a las trompadas. Los gremios, y los camioneros en particular, son habitués de ese tipo de mecánica para manifestar sus distintas visiones del mundo. Por eso, anoche, todo giraba en torno a un dilema: ¿irá, como promete, Barrionuevo con sus seguidores a Obras Sanitarias a pelearle la conducción de la CGT a la lista de unidad diezmada que propone a Moyano como jefe por otro mandato de cuatro años?

En la sede de Gastronómicos, anoche muy tarde, Barrionuevo hacía números y redactaba la boleta con la que planea enfrentar la alianza entre el moyanismo, los « líberos», una porción de los « gordos» y la UOM que encabeza, pero sin conducirla, el porteño Antonio Caló.

A simple vista, con cifras en la mesa, el camionero no debería tener mayores problemas. En volumen, la presencia de esos gremios supone la mayoría, holgada, de congresales. Pero una sospecha subterránea, basada en el maltrato de Moyano a otros gremios, abre interrogantes.

El motivo es simple: por estatuto, la elección es con voto secreto, urna mediante, y no, como en otros tiempos, a mano alzada. Por ese motivo, existe la presunción de que algunos congresales podrían votar distinto de lo que definan sus cúpulas gremiales.

En concreto, el procedimiento establece que en caso de dos o más listas se montarán veinte cuartos oscuros para que los congresales emitan su voto. Antes, la Comisión de Poderes fijará cronograma y padrones, y además Junta Electoral y fiscales.

Moyano , previsor, ya negoció con Carlos Tomada, el ministro de Trabajo, para que la cartera laboral mande veedores. Barrionuevo, que le desconfía -con razón- a Tomada, promete aparecerse con observadores judiciales. Por las dudas, Moyano prohibió el ingreso de la prensa.

«Si hay unidad, van a poder pasar, pero si hay dos listas, va a ser un poco difícil», explicó, anoche, un moyanista que está abocado a la organización del congreso. ¿Por qué tanta duda? Por temor al caos y su difusión por TV, episodio que el gobierno avisó que no quiere ver.

  • Movimientos

    Anoche, el panorama, sujetoa modificaciones de último momento siempre factibles, era el siguiente:

  • Por la tarde, con la excusade homenajear al abogado laboralista desaparecido en el 77, Norberto Centeno, Moyano facturó el respaldo expreso, pero sin palabras, que los Kirchner le llevaron a la CGT. Allí estuvo la tropa gruesa del moyanismo y una sola pieza que no integra esa maquinaria: Caló, de la UOM, que quedó relegado y ni siquiera fue mencionado entre los asistentes. Antes del acto y luego de éste, Moyano se encerró con los suyos y con sus aliados eventuales a tratar de negociar una lista de unidad que no se alcanzó por la resistencia de Barrionuevo que arrastra a un grupo de 56 gremios que dicen contar con 605 congresales.

  • Barrionuevo, a su vez, desechó una oferta de último momento que le acercaron Rodríguez y Cavalieri para sumarse a la mesa de unidad. El gastronómico, que viene de votar en Diputados contra las retenciones móviles, volvió a convertirse en mancha venenosa para la Casa Rosada y más luego de poner al borde de una crisis la CGT. No sólo por riesgo de incidentes sino, también, por la eventualidad de que la votación no sea lo cómoda que informa Moyano en Casa Rosada. Luego de lo ocurrido en el Congreso, los Kirchner no quieren ni oír hablar de pronósticos de elecciones ganadas en los papeles. Barrionuevo encabezará la lista disidente. Así lo transmitió anoche Vicente Mastrocola. ¿Puede en el tramo final bajar su boleta? No parece, pero el gastronómico acostumbra sorprender. Los suyos, ayer, se preparaban para la batalla... electoral.

  • Los «gordos», a su vez, convencidos por Julio De Vido y Carlos Zannini -sobre todo por el secretario de Legal y Técnica-, terminaron acercándose a Moyano.

    Medió, además, Gerardo Martínez, jefe de la UOCRA. Todo se explica: los «gordos» entendieron que estar afuera de la CGT los mengua y creen que, aun molestos con Moyano, van a recuperar protagonismo. Algo más: imaginan tiempos duros para el gobierno y que, desde adentro, forzarán al camionero a elevarle reclamos firmes a la Casa Rosada. ¿ Autoconvencimiento, excusas o anticipación? Lo cierto es que entre los «gordos» hay, incluso, matices: Cavalieri es el más sólido promotor de la unidad, sin computar a Oscar Lescano (Luz y Fuerza), que se convirtió en un ultramoyanista: algo, quizá, tenga que ver De Vido con los subsidios al sistema eléctrico del que depende Lescano. En tanto, Carlos West Ocampo ( Sanidad) no se disgustó con la idea de recuperar un triunvirato como planteó Barrionuevo. Esa incertidumbre abre un interrogante: ¿votarán los congresales de Sanidad por Moyano?, ¿lo harán los que responden a Cavalieri?

  • Los «líberos», en tanto, se convirtieron en los grandes equilibristas. Martínez y Rodríguez, con línea directa en Casa Rosada, fueron los más activos promotores de la unidad. No piensan distinto de como piensan los «gordos» sobre la necesidad de convertir a Moyano en quien vaya al frente a hacerles reclamos a los Kirchner. Martínez, además, fue el gestor de la reconciliación entre el camionero y Roberto Fernández, de la UTA.

  • El quinto sector de la mesa, la UOM, vivió un ciclo extraño. Arrancó, a fin del año pasado -quizá incentivado por algún vocero oficialcon la idea de destronar a Moyano. Pero en el último tiempo desistió de ir por ese lugar. Kirchner quiso que Caló sea el adjunto del camionero pero, ayer, el secretariado de la UOM decidió que ese lugar lo ocupara Juan Antonio Belén, secretario general de la UOM de Avellaneda. Casi octogenario, Belén cierra su carrera gremial como dos de Moyano. Con eso, los metalúrgicos revelan que no les interesa «esta CGT» ni que tampoco les importa el segundo escalón. Queda, además, mal parado Caló. El período de protagonismo que tuvo el porteño podrá, en el futuro, costarle caro. En octubre, la UOM elige a su nuevo secretariado nacional. Quizá se corte la costumbre histórica de que el referente de la Capital queda al frente de la mesa nacional.
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