Comentarios políticos de este fin de semana
-
Kicillof felicitó a Cristina tras asumir como presidenta del PJ: '"Unidad y reconstrucción"
-
Exaltado por los datos de inflación, Milei remarcó la épica de su Gobierno en un stream libertario
«La Nación».
«La Nación».
VAN DER KOOY, EDUARDO.
«Clarín».
Junto con Horacio Verbitsky, este columnista es el que más información oficial trae sobre el caso Gerez, tema dominante de sus dos entregas. Exagera seguramente el periodista del monopolio al decir que este secuestro, aún no esclarecido, ha sido la principal crisis de la democracia desde 1983. Creyeron seguramente lo mismo Alfonsín cuando declaró estado de sitio en 1985 y 1989, Menem cuando enfrentó el alzamiento de Seineldín, De la Rúa cuando subía al helicóptero en 2001 al borde de un enfrentamiento civil y víctima de un golpe de Estado político y Eduardo Duhalde en la pelea con la Corte Suprema, en febrero de 2002, cuando el dólar subió a cuatro pesos. Aporta información de fuentes oficiales como que la libertad de Gerez se debió no a la verba presidencial, sino a que policías y gendarmes habían saturado la zona en la que podría estar secuestrado o desaparecido. También que las presunciones del gobierno son que todos los operativos para atemorizar a testigos de los juicios reabiertos se orquestan desde una celda que comparten los detenidos Miguel Etchecolatz, Raúl Guglielminetti y Eduardo Ruffo (dos ex espías con actuación en los años de la represión clandestina de las guerrillas). Omite, como la mayoría de los analistas del domingo, desarrollar el principal tópico del libreto gubernamental -las presuntas responsabilidades del ex comisario Luis Patti-; en realidad, el único que lo recoge en su columna es Verbitsky. El final del editorial lo dedica a saludar el fallo de la Corte Suprema sobre la pesificación que, dice sin muchos argumentos, «terminó por consolidar la constitucionalidad de la pesificación». La otra mitad de la biblioteca puede decir que esa cuestión no se trató en el fallo, calificado por uno de los jueces -Juan Carlos Maqueda- como una operación de aritmética financiera propia del derecho civil. Con eso hay quien puede creer que la constitucionalidad de la pesificación puede ser objeto de un nuevo round en el tribunal supremo. Una rareza de esta columna es el título, casi agraviante para el Presidente: «Kirchner saca ventaja del pasado».
VERBITSKY, HORACIO.
«Página/ 12».
El columnista-asesor del gobierno practica un viejo recurso retórico que Lope de Vega llamó «deshonrar honrando». Es decir, elogia los principios políticos de Néstor Kirchner en materia de derechos humanos, pero le devuelve que no hace nada para aplicarlos con eficacia. En una de las columnas más críticas hacia el Presidente que se le recuerden a este periodista, le reprocha no proteger a los testigos en peligro, simplificar su discurso al no reconocer que ha habido otros casos de secuestros o intimidaciones a estos ciudadanos amenazados por lo que puedan decir en los juicios reabiertos, no promover leyes más duras para que los detenidos por delitos aberrantes no puedan salir de compras por los shopping (lo afirma de Reinaldo Bignone). Verbitsky le enrostra tibieza a Kirchner al no entender que Raúl Alfonsín vio terminar su gobierno por no enfrentar con firmeza la pelea de 1987 con los carapintadas, una mortificación hacia el Presidente que creyó escapar de ese reproche al mencionar en su discurso esa crisis como uno de los fracasos políticos del pasado reciente. También no reformar los organismos policiales y de inteligencia para purgar a los elementos heredados de la era de la represión (el viejo sueño de Verbitsky de crear una nueva SIDE sin los Stiusso ni los Garnica). Se mofa de Aníbal Fernández -ministro predilecto de Kirchner- por bromear con que Jorge Julio López podía estar en la casa de su tía, por permitir que Felipe Solá -bête noire de todas las notas de Verbitsky- avance en reformas judiciales para mayor seguridad, limitando, según cree, las garantías constitucionales. Con todo eso, concluye Verbitsky, «el Estado vivió a ciegas durante los dos días que duró la pesadilla». Como se cree, en su rol de asesor, obligado a seguir dando ideas, propone que los juicios a presuntos ex represores se unifiquen en una autoridad protectora de testigos y se debatan según centros de detención. Una reforma procesal que despacha en un párrafo de una nota periodística como si bastase la voluntad para cambiar las leyes.
Dejá tu comentario