Desafío uno: Kirchner
• Atento a lo que prometió su adversario de hace 120 días (marcha y acto del campo en el Congreso el martes próximo), Néstor Kirchner anunció -al estilo D'Elía o al estilo Kirchner que interpreta D'Elía- que él mismo presidirá una manifestación igual y en el mismo lugar contra los ruralistas. Un desafío, aunque lo vistió de "acto a favor del respeto", como las barras bravas en las canchas y sin policía.
• Dijo, sin que nadie le preguntara, que lo suyo no era una provocación, aunque insistió en "terminar con los patoteros, con los agravios". Para él -persiste en la teoría- hay que parar este "esquema autoritario y desestabilizador" del agro. Esta vez no nombró a Videla ni a la señora Pando. Invitó para su acto del 15: "Voy a estar presente, no soy de los que dicen animémonos y vayan". O sea, si hay que pelear, se pelea. País al borde del desatino, la leche -de tanto calentarse- en algún momento se va a derramar.
• Relajado, no logró euforia en su auditorio oficialista, más bien cautos los asistentes. Por otra parte, estuvo humorista -dijo que él no tiene nada que ver con el actual gobierno y que es tan crítico de Cristina que "un día me van a ver salir con dos valijas de Olivos". Metáfora infeliz la de las valijas-. Por fin, cargó como de costumbre contra un medio de comunicación; esta vez tomó a José Luis Manzano (dueño del grupo América) como modelo, recordando que "algunos nunca rinden cuentas de sus actos". Olvido eventual en el que, en todo caso, también él incurre. No es el único olvido.
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Un pulseo similar, el 25 de mayo último, tuvo un balance desastroso para los Kirchner. Aquel domingo, en Salta, el aparato K reunió poco más de 50 mil personas. En el Monumento a la Bandera, en Rosario, los ruralistas amontonaron a más de 200 mil productores.
Montada de urgencia, la conferencia con tribuna paga -todos eran funcionarios y legisladores- reunió a parte del consejo del PJ, pero contó sólo con un gobernador: el mendocino Celso Jaque. Recurrió, entonces, a Hugo Moyano, a quien destinó una humorada densa.
«Esto no es democracia si cuando las instituciones resuelven lo que a uno no le gusta,se sacan los tractores a la calle... o los camiones», comparó y guiñó un ojo, cómplice, mientras le palmeaba el hombro a Moyano que sonreía incómodo, rígido.
Toda una confesión: el sindicalista top de la Casa Rosada fue quien mejor ejecutó la metodología de bloqueos brutales que ahora los Kirchner cuestionan al campo. Lo compensó al desconocer la CGT disidente de Luis Barrionuevo. «Para mí hay una CGT y está la CTA».
«No queremos que nos patoteen más», había dicho unos minutos antes al denunciar que «han surgido amenazas, presiones y agresiones de todo tipo» contra los senadores con los que admitió hablar aunque, precisó, como «titular del justicialismo».
Negó, previsible, que intime a los legisladores a votar a favor de las retenciones móviles. «Sería una falta de respeto hacia los senadores que yo empiece a contar votos como manos en el corral», dijo y agregó: «No soy fiscal de nadie».
Detalle: en persona, el ex presidente confeccionó en la previa de la votación de Diputados y lo hace ahora en la del Senado, junto a Alberto Fernández, Carlos Zannini y Florencio Randazzo, la lista de legisladores que votarán a favor y la de los que lo harán en contra.
Ayer, en la previa, le confió a un grupo de intendentes y diputados el cálculo oficial.
-Tenemos 37 votos, inamovibles, como mínimo. Y algunos otros que van a faltar (a la sesión) - puntualizó.
-¿Y ellos? -le preguntaron. -Yo cuento los míos; que ellos cuenten los de ellos.
En la segunda conferencia de prensa desde que, en mayo de 2005, asumió como presidente -la anterior la realizó para convocar a otro acto, pero a Plaza de Mayo, el 18 de junio-, jugueteó con la dualidad, nada creíble, de que no opera ni habla por su esposa presidente.
«Por el gobierno no hablo, porque no formo parte del gobierno. No puedo hablar por la Presidenta», se excusó cuando le pidieron que evalúe cómo impactó la crisis rural en la gestión de Cristina de Kirchner.
-¿Pero le hace críticas al gobierno? -lo tanteó un cronista.
-Todos los días hago críticas, pero no me van bien, tengo que sobrevivir. Pero un día me van a ver salir con dos valijas de Olivos.
Comentario de sobremesa para la carcajada fácil de los muchachos que festejaron, además, su parrafada contra una empresa mediática, el Grupo América.
«Son Vila, Manzano, Narváez... -detalló como haciendo memoria-. Lo menciono sólo para que se sepa quiénes son los dueños. Porque nosotros todos los días rendimos cuentas, otros no las rinden nunca».
El ministro del Interior, Florencio Randazzo; el vicegobernador Alberto Balestrini; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; Antonio Caló (UOM) y José María Díaz Bancalari, entre otros, armaron la foto que sumó intendentes, legisladores y piqueteros.
Postal del neokirchnerismo, en primera fila, codo a codo aplaudían Emilio Pérsico y Eduardo Camaño, regresado al universo K de la mano de José «Pepe» Pampuro. Juan Cabandié, el senador Marcelo Fuentes, Carlos Kunkel, Hugo Curto y Francisco Gutiérrez animaban el cuadro.
Todos sacaban cuentas: el martes, otra vez -por cuarta vez en 70 días- tendrán que fletar micros y amontonar tropa para montar en la Plaza del Congreso la coreografía kirchnerista.
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