Empezó romería en el Senado y el gobierno pierde votos
Sin afán de arrojar sospechas, la convalidación del proyecto de ley sobre retenciones al campo que aprobó Diputados y ahora debatirá el Senado parece repetir la misma onda política del anterior debate: recrudecen voces disidentes que, a la hora de apretar el botón, se vuelven afónicas. El conteo, ayer, indicaba que el oficialismo carece de quórum (con lo cual no se trataría la norma) y dispondría de sólo dos votos para imponer su proyecto en el caso de que hubiera sesiones. Por ahora, parece más compleja la aprobación que en Diputados. Ya, también, hay otra alternativa: propuesta de Carlos Reutemann, más dura que la frustrada de Felipe Solá. Y exigencias de otros kirchneristas menos odiados que pugnan por modificar dos puntos básicos del proyecto oficial: la negativa provincial a entregarle superpoderes que hasta ahora se arroga el Ejecutivo (manipulación del Código Aduanero) y eliminación de la fecha de vencimiento (31 de octubre). Una sola modificación, como se sabe, obligaría a devolver la iniciativa a Diputados, lo que tal vez suponga una nueva y delicada negociación. Para Kirchner sería un shock, luego de haber gritado "vencimos a la oligarquía". De ahí que, así como aparecen disidentes, también comienzan a darse vuelta otros que estaban en la oposición (Rubén Marín, por ejemplo). Tarea costosa la del gobierno, convencer y besarse con personajes para ellos despreciables como Ramón-Saadi (ahora un verticalista-K). Si fuera posible, hasta le harían una reverencia a Carlos Menem, aunque éste promete hasta hablar en el Senado contra los Kirchner. Mientras, pasa la romería de exponentes del campo y afines por la Cámara alta, confiesan sus vicisitudes y les reclaman a los senadores comprensión para modificar la norma. El miércoles próximo parece el Día D, con marchas, contramarchas, seducciones, vencidos y sospechados, parte del gigante incordio que desaprensivamente se gestó en la Argentina.
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Ayer comenzaron las reuniones en el plenario de comisiones del Senado, que deberán terminar el viernes para emitir los dictámenes de mayoría y minoría que bajarán al recinto el miércoles 16.
Una vez más, la estrella de los expositores fue Alfredo de Angeli, quien volvió a pedir la suspensión por 180 días de la Resolución 125. Ante los senadores dijo: «No somos oligarcas. En mi caso, toda la vida trabajé tierra ajena. Los productores no tienen renta extraordinaria; luchamos por la subsistencia de los pequeños y medianos productores. La 125 fue la gota que rebasó el vaso».
Las deliberaciones habían comenzado por la mañana en el Salón Azul del Congreso con todos los senadores de las comisiones y, como sucedió en Diputados, otros tantos que fueron a ver el espectáculo.
Todo comenzó con la exposición de los cuatro presidentes de las entidades que repitieron las mismas definiciones que habían lanzado en Diputados. «Tal como está, será el certificado de defunción de miles de productores», dijo Eduardo Buzzi sobre el proyectooficial. «Estamos de acuerdo en que a los argentinos no se les puede dolarizar el precio de los alimentos. Pero se ha demonizado a la soja, diciendo que es un yuyo al que hay que erradicar».
Luciano Miguens comentó sus experiencias con el ministro de Economía: «A Lousteau no lo conocimos», dijo cuando se le preguntó por los fundamentos de la Resolución 125. «Lo que precisa la Argentina es un proyecto agropecuario».
«Muchos de los jóvenes que se fueron del campo volvieron y empezaron a crear una nueva clase agropecuaria», se defendió luego Mario Llambías. «Con las retenciones, los precios de los granos suben por la escalera o se quedarán en la planta baja, y los insumos subirán por el ascensor, pues están atados al precio de los combustibles». Por Coninagro participó Carlos Garetto: «No se pueden cambiar las reglas de juego en medio del partido», dijo.
Después de las explicaciones de los ruralistas, a las 14 las comisiones pasaron a un cuarto intermedio. Luego de haber almorzado y hasta las 17.30, los mismos protagonistas respondieron las preguntas de los senadores. Fue cuando el vicepresidente de la FAA, Ulises Forte, descreyó de la oferta oficial de pagar las compensaciones a productores en 30 días, como se incorporó en el proyecto votado en Diputados: «El que se quemó con leche mira la vaca y llora», dijo. El formoseño kirchnerista José Mayans sintió que lo estaban «chicaneando» y protagonizó la primera trifulca del día.
Cuando los ruralistas se retiraron, llegó el turno de De Angeli, del titular de Fedecámaras, Rubén Manusovich, que como en Diputados insistió con defender las retenciones móviles, y de una de las invitaciones más curiosas que hizo el oficialismo: el productor Carlos Armando, de la localidad cordobesa de San Justo. «Esto es absurdo, no sé para qué estoy acá», afirmó Armando, «Esta es la protesta más absurda y nociva en los 200 años de la historia argentina. No sé de qué se quejan los productores con lo que estamos ganando». La oposición recordó, entonces, que Armando está en la lista de deudores incobrables del Banco Nación con una mora que asciende a $ 117 mil y que el propio ruralista reconoce como adquirida en la década del 90.
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