10 de febrero 2006 - 00:00

Forzado por el Sur adelantarán suba en mínimo de Ganancias

Ya es un hecho que antes de abril se van a introducir importantes cambios en el Impuesto a las Ganancias para empleados en relación de dependencia. Es consecuencia de lo sucedido en Santa Cruz y ya hay una comisión formada en Economía definiendo cómo serán las modificaciones. Se subirá el mínimo ($ 1.840 para solteros y $ 2.240 para casados) a partir del cual empleados pagan Ganancias. En realidad, los cambios impositivos deberían ser más profundos y abarcar la eliminación del impuesto al cheque, algo que hasta Hugo Chávez en Venezuela dispuso. Pero lejos se está de ello, y predominan más las soluciones de corto plazo.

El secretario del gremio petrolero de Santa Cruz, Héctor Segovia (der.), ingresa ayer junto al asesor presidencial Rubén Ledesma, a la CGT en busca de un asado y del apoyo de la cúpula que conduce Hugo Moyano.
El secretario del gremio petrolero de Santa Cruz, Héctor Segovia (der.), ingresa ayer junto al asesor presidencial Rubén Ledesma, a la CGT en busca de un asado y del apoyo de la cúpula que conduce Hugo Moyano.
El gobierno no encontraba anoche forma de escapar del turbión de Santa Cruz, y por las mismas razones por las que toma las decisiones: cree que otra vez quedó a la retaguardia de los hechos, obligado a actuar por reacción, y el Presidente está ahora forzado a ser el vocero de las malas noticias. En diciembre el Congreso aprobó el Presupuesto 2006 que le daba 120 días al Poder Ejecutivo para modificar el Impuesto a las Ganancias. «Lo íbamos a hacer», se quejó Alberto Fernández ayer en su despacho, «pero ahora va a parecer que nos lo arrancaron con un muerto». Para eso, de todas formas, necesitará el gobierno el acuerdo de las provincias deben ceder fondosy una mayoría especial para la ley.

La demanda de subir el techo de Ganancias -motivada en la lentitud del gobierno en resolver problemas- se adelantará ahora para doblegar la rebeldía sureña, no porque fuera una manera de mejorar el poder adquisitivo de los salarios. No será en la medida en que lo reclaman los gremios del club del salario alto, donde figuran los petroleros y los camioneros.Lo establecerá un estudioque hace el Ministerio de Economía que trabaja con la idea de evitar que la medida vuelque más dinero al mercado y eche más combustible a la inflación. «La inflación castiga más a los trabajadores que el Impuesto a las Ganancias para los salarios más altos», es el dictamen de Felisa Miceli a la comisión que debe hoy entregarle a Néstor Kirchner el cálculo de cuál es el límite posible a la elevación del techo de Ganancias.

Este es sólo uno de los componentes del «mix» que en estas horas piensa lanzar el gobierno para desbaratar la presión de los activistas de Las Heras. Los otros dos componentes de la fórmula que quiere anunciar el gobierno entre hoy y mañana son:

1) ampliar la gama de las deducciones que podrían hacer los trabajadores de algunas actividades en determinadas zonas del país de manera de aliviarles la carga fiscal sobre los salarios;

2) que la aplicación del Impuesto a las Ganancias se haga sobre los básicos y no sobre el total de las ganancias de los trabajadores, por lo menos para aquellos empleados que tienen compensaciones altas por la función o por la región donde se desempeñan.

Este menú se discutió el miércoles en la reunión que mantuvieron
Julio De Vido, padrino político del sindicalista Segovia, en el despacho del Ministerio de Infraestructura. Los acompañó el principal operador de Segovia en Buenos Aires, Rubén Ledesma, un sindicalista de Comercio que domina desde Morón toda la zona oeste del conurbano y que fue quien lo llevó a Kirchner por primera vez a La Matanza para que cerrase la relación con Alberto Balestrini.

• Lazarillo

Hoy Ledesma tiene despacho en la Casa de Gobierno como asesor presidencial y actuó como el lazarillo de Segovia desde que estalló el conflicto. Ayer se sentaron, junto a Hugo Moyano, Juan Manuel Palacios y José Luis Lingieri, el diputado y superasesor Héctor Recalde y el titular de la federación, Omar Ferreyra, a lamer heridas en el comedor de la CGT (también a devorar el exquisito menú de empanadas y asado que ha inaugurado Moyano desde que asumió el cargo. Los camioneros, se sabe, son expertos en la buena mesa, tanto que muchas parrillas de la ruta buscan atraer a los viajeros bautizando los locales con nombres como Los Camioneros, La Ruta, etcétera).

En ese condumio de ayer Moyano recién conoció a Segovia, con cuyo gremio había tenido conflictos en Santa Cruz el año pasado cuando el «Hoffa» argentino intentó avanzar sobre el gremio de los petroleros para sacarle afiliados y quedárselos él (algo que han sufrido muchos sindicatos). Cuando le dijeron que los petroleros que conducen camiones son los mejor pagos de la actividad y que si se pasaban a la liga moyanista tendrían una baja salarial, fueron los mismos petroleros quienes se encargaron de sacarlos de la provincia de Santa Cruz.

En la noche del miércoles, Moyano llamó a De Vido y le preguntó si conocía a Segovia, a quien los amigos llaman «Chaco», por su provincia de origen.
«Es un amigo», le dijo el ministro y le indicó que debía recibirlo cuanto antes, porque «El 1» (Kirchner) está interesado en que lo respalde la CGT.

Moyano, que ha cobrado tantode este gobierno que ha debido borrar de su léxico la palabra «no», armó rápidamente el almuerzo para cumplir con la orden presidencial: apoyo de la federación (Ferreyra) y de la CGT (Moyano) al «Chaco» Segovia.

En la mesa, Recalde explicó la viabilidad del menú de opciones que puede solucionarles a las cúpulas sindicales y al gobierno el entuerto.

Les advirtió a los presentes el principal escollo: cualquier ventaja que se concede a un sector sobre un impuesto provoca, en cascada, demandas de los demás sectores amparados en la igualdad ante la ley. Si se les da a petroleros, y de una región específica, esa facultad de calcular el impuesto sobre el básico y no sobre el total de lo que ganan, pedirán lo mismo los demás. Moyano sonrió, pero admitió que eso enojaría demasiado al gobierno, que no puede ceder recaudación porque está parado sobre una caja que no puede adelgazar, ya que de ella depende la estabilidad de la gestión.
«Por eso voté contra el proyecto de subir Ganancias en el Congreso, algo que quedó solucionado con los 120 días que da el art. 24° del Presupuesto para mover ese impuesto».

Sonrió al reconocer: «Los muchachos no han entendido esto, pero apoyo que se suba el techo; lean el Presupuesto, por favor». El final de la mesa se derramó en el lamento de la situación en que han quedado todos por obra de dirigentes de base que otra vez han superado a los burócratas con una táctica que se va convirtiendo ya en un clásico. Como ocurrió con la huelga del Garrahan y de los subtes de la Capital Federal, un sector minoritario del gremio se apodera de una reivindicación mayoritaria que la cúpula aconseja discutir en tiempo lento y pasa a encabezar el conflicto.

En esta atropellada, los sindicalistas que siguen a
Mario Navarro, el «casus belli» de la crisis de Las Heras, tras su detención y cruenta liberaciónarrastraron a la cúpula del gremio de Segovia (secretario de petroleros privados de Santa Cruz), a la federación nacional del sector que lidera Ferreyra, a la cúpula de la CGT que manejan Moyano y Palacios, y de paso, a todo el gobierno nacional.

Eso explica el mal humor presidencial, con un Kirchner que se ha negado a aparecer junto a los protagonistas directos de esta historia: Segovia, que es su amigo; el diputado
José Córdoba, antecesor de «Chaco» en el gremio, también su amigo; o el gobernador Sergio Acevedo, de quien se cree es aún amigo.

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