17 de octubre 2005 - 00:00

Hace 60 años nació el peronismo

Un testimonio histórico del 17 de octubre de 1945. Militantes del naciente peronismo se refrescan en las fuentes de Plaza de Mayo a la espera del discurso de Juan Perón, que llegaba de Martín García. Hoy hace 60 años que ocurrió.
Un testimonio histórico del 17 de octubre de 1945. Militantes del naciente peronismo se refrescan en las fuentes de Plaza de Mayo a la espera del discurso de Juan Perón, que llegaba de Martín García. Hoy hace 60 años que ocurrió.
El 17 de octubre de 1945 -hace sesenta años- marcó la historia del país porque aquel día nació el movimiento peronista, en el acto de reclamo en la Plaza de Mayo de la libertad de Juan Domingo Perón, detenido por los militares con quienes había accedido al poder en 1943.

La cronología que desembocó en el 17 de octubre de 1945 fue la siguiente:

9 de octubre. Al amanecer, el general Eduardo Avalos recibe la intimación de la Escuela Superior de Guerra: debe exigir al presidente Edelmiro Farrell la separación de Perón de sus cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión. El secretario Franklin Lucero, al tener noticias de que Campo de Mayo estaba movilizado, envía al general Von der Becke a hablar con los rebeldes. A pesar de todas las gestiones, Perón debe presentar su renuncia a la que agrega la solicitud de retiro.

10 de octubre. Se nombra Ministro de Guerra al general Avalos. Perón se despide desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, previa autorización de Farrell que accede a que el acto sea transmitido por radio.

11 de octubre. Se convoca a elecciones para el 7 de abril de 1946. A las 23, Perón decide aceptar la invitación de Román Subiza de instalarse por unos días en su estancia en San Nicolás partiendo en auto con Evita. A último momento, cambia el destino y decide ir a una isla que posee el padre de Rudi Freude, en el Delta, cerca del Tres Bocas. Perón encarga a Mercante que informe de su destino al ministro de Guerra, para no rehuir responsabilidades.

12 de octubre. Se comunica que ha renunciado todo el gabinete. En la Plaza San Martín, una multitud pide la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia.

13 de octubre. En la madrugada, el jefe de policía, Mittelbach, se apersona en el Tigre y Perón es detenido en el recreo Tres Bocas de las islas del Delta y es llevado a la cañonera Independencia y luego trasladado a la isla Martín García. El ex director de delegaciones regionales de la Secretaría de Trabajo, al enterarse de la detención de Perón, se comunica telefónicamente con cada delegación e informa lo ocurrido.

14 de octubre. El procurador general de la Nación, Juan Alvarez, realiza gestiones para tratar de formar un gabinete de conciliación nacional.

15 de octubre. Se deroga el Estatuto Orgánico de los Partidos Políticos. Un recurso de hábeas corpus interpuesto en favor de Perón es rechazado.

16 de octubre. Por la mañana, la comisión general de la CGT se reúne en la sede de los tranviarios y, tras un largo debate, se aprueba una huelga por 24 horas a partir de la cero del día 18. El capitán médico Miguel Angel Mazza informa al ministro de Guerra que Perón padece una antigua afección pulmonar que se agrava por la humedad de la isla y que requiere atención hospitalaria.
Al anochecer del 16, manifestantes de Avellaneda intentan cruzar el puente hacia la Capital. Cerca de trescientos avanzan por Montes de Oca y son dispersados por la Policía.

17 de octubre. Durante la mañana se suman otros que cantan «sin galera y sin bastón, los muchachos de Perón»; llegan desde Ensenada, Berisso, Gerli, Quilmes.

Perón
es traído de Martín García al Hospital Militar Central de Buenos Aires en horas de la madrugada.

• Invitación

A las 17, el gobierno no puede dispersar a la multitud que ocupa la Plaza de Mayo, hay más de cien mil personas y siguen llegando en camiones desde Berisso, Cañuelas, Campana, Santos Lugares. El pueblo pide la presencia de Perón. Avalos hace traer a Domingo Mercante para tranquilizarlos. Finalmente, los dos van a hablar con Perón al Hospital Militar. El presidente Farrell se comunica con Perón y éste acepta su invitación de concurrir a la Casa de Gobierno.

A las 23,
Perón llega a la Casa de Gobierno y, por fin, sale al balcón. Se escucha la voz de Farrell por los altoparlantes: «¡ Atención señores! ...El hombre que por su dedicación y su empeño ha sabido ganarse el corazón de todos: el coronel Perón...».

A continuación, el discurso de Perón en la Plaza de Mayo. «Trabajadores:

Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino.

Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación.

»Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.»Dejo el honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es un puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa, grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer este pueblo grandioso en sentimiento y en número. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha ahora también para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo.

»Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria.

»Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, había de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda.

»Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. Que sea esa unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea esa unidad, sino que también sepa dignamente defenderla. (Como se alzaron voces de la multitud, preguntándole dónde estuvo, añadió) Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la Patria.

• Ambición

»Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de Trabajo y Previsión que fue y que seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

»Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden, trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriota que son ustedes.

• Agradecimiento

»Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaba a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja había sentido en estos días. Esperemos que los días que vengan sean de paz y construcción para la Nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros, ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso, les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo, y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y por esta única vez ya que no se los pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres que vienen del trabajo, que son la esperanza más cara de la Patria. Y he dejado deliberadamente para lo último el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros.

«Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días.»

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