El diputado y candidato José Luis Espert quedó atrapado en un laberinto político que no llegó a desarmar su candidatura, pero lo consolidó como un factor de tensión dentro del oficialismo. La admisión pública de una transferencia por 200.000 dólares proveniente de cuentas ligadas al empresario Federico "Fred" Machado, investigado por narcotráfico y lavado, alteró las coordenadas de la campaña y los humores del Gabinete, cuyos integrantes comenzaron a reclamar explicaciones en público.
José Luis Espert en su laberinto: cómo se forjó su giro discursivo
El diputado y candidato transita horas decisivas rumbo a octubre. Javier Milei, único garante de su continuidad.
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Jaqueado por el escándalo narco, José Luis Espert resiste, hace tambalear la campaña y expone las contradicciones de LLA
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Javier Milei ratificó su apoyo a José Luis Espert y volvió a hablar de una "inmunda y burda operación"

Javier Milei junto a José Luis Espert, durante la presentación de uno de sus libros en el Luna Park.
Al mediodía del jueves, Espert estuvo durante una hora en el despacho de Santiago Caputo, el principal estratega presidencial, y se retiró sin hacer declaraciones a la prensa acreditada. Más tarde viajó a Ezeiza, donde compartió acto -desde la tercera fila- con Milei y Patricia Bullrich. El recorrido fue leído en clave de supervivencia política: buscar un guiño en la mesa chica y mostrarse pegado a la figura presidencial. En el Gabinete persistía el malestar por la entrevista que había concedido la noche anterior, en la que eligió replegarse en respuestas ambiguas y evitó dar explicaciones concretas sobre la transferencia, alimentando todavía más las dudas internas.
Según pudo reconstruir Ámbito, en dicho encuentro se habló de la estrategia discursiva y se trabajó en la línea argumental de las explicaciones. En ningún momento se le pidió la renuncia a la candidatura.
El diputado, que intentó despejar sospechas aclarando que se trató de una consultoría privada declarada y no de fondos de campaña, eligió luego enfrentar la crisis con un video en sus redes, donde también exhibió el respaldo personal de Javier Milei. Fue una jugada defensiva que buscó mostrar que, pese a las dudas sembradas en su entorno, la decisión de sostenerse en la contienda sigue firme. La apuesta es riesgosa: el Presidente se convirtió en el único garante de su continuidad.
José Luis Espert: malestar en el Gabinete y un video que busca despejar dudas
En la Casa Rosada hay quienes consideran que sostener a Espert puede terminar resultando más costoso que útil. Patricia Bullrich fue una de las que, sin romper del todo, deslizó la necesidad de una explicación pública más clara, consciente de que el tema podría escalar en la agenda mediática. Guillermo Francos también pidió precisiones, aunque con la cautela de quien no quiere abrir un frente interno. Nadie, sin embargo, salió a respaldarlo de manera enfática. Esa soledad evidencia que la candidatura del economista nunca terminó de consolidar consensos dentro del oficialismo, y que su permanencia se sostiene únicamente por la voluntad presidencial.
El gesto de Milei, al acusar a la oposición y a los medios de una “operación inmunda y burda”, tuvo la intención de blindar a su candidato y, de paso, marcar autoridad sobre un gabinete que empieza a mostrar fisuras. Pero la apuesta lo expone también a él: si aparecieran nuevas pruebas o contradicciones en la explicación de Espert, el efecto rebote podría golpear directamente al presidente. No es casual que tanto Karina Milei como Santiago Caputo hayan hecho saber su incomodidad con el rumbo que tomó el episodio.
El timing de la crisis fue otro error no menor. La publicación de los extractos bancarios sorprendió a la mesa chica de campaña, que reaccionó tarde y sin un esquema comunicacional aceitado. La intervención de Espert en televisión, donde evitó responder preguntas incómodas, reforzó la sensación de que el oficialismo eligió el silencio como estrategia, aun sabiendo que las dudas en torno a la transparencia pesan más en plena contienda electoral.
En ese escenario, algunos en el gobierno especulan con que bajarlo podría ordenar el tablero y facilitar alianzas con intendentes o sectores del PRO bonaerense. El problema es que hacerlo ahora sería leído como una admisión de debilidad y podría ser aprovechado por la oposición para erosionar la figura de Milei. Por eso el presidente prefiere resistir: más allá de lo electoral, el sostén a Espert también es un mensaje hacia dentro de su fuerza, donde la verticalidad y la lealtad son condiciones de supervivencia.
La situación también deja en evidencia un dilema más profundo: hasta qué punto el oficialismo puede sostener candidatos cuestionados sin dañar su propia narrativa de “ruptura con la casta”. El caso Espert expone una contradicción que el gobierno no logra resolver. El discurso contra la vieja política se enfrenta con las prácticas de supervivencia de cualquier armado electoral, y lo que en otros espacios se relativiza, aquí golpea con más fuerza.
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