J.P. Cafiero interrumpió la "amansadora" de De la Rúa
Como en el anterior cambio de gabinete, cuando estalló la relación con Carlos Alvarez, a Fernando de la Rúa le renunció un ministro que tal vez precipite la reestructuración. En aquel momento fue Rodolfo Terragno y ahora se trata de Juan Pablo Cafiero, quien encabezará el éxodo del Frepaso a las afueras del gobierno. La danza de nombres para ser incorporados o promovidos (Rafael Pascual, Nicolás Gallo, Enrique Nosiglia, Patricia Bullrich, Carlos Becerra, Andrés Delich, Ramón Mestre, Héctor Lombardo, Darío Richarte, etc.) se hizo ayer más vertiginosa. Sin embargo, De la Rúa no piensa producir cambios antes de que estén definitivamente liquidadas las dos operaciones mayores de su gobierno en estos días: el acuerdo fiscal con los gobernadores y el canje de deuda que se negocia con el sistema financiero. Al menos eso es lo que el propio Presidente estableció como criterio anoche, mientras comía con colaboradores en Olivos.
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El Presidente comió anoche con Gallo y con el secretario de Turismo, Hernán Lombardi, y delante de ambos ratificó el criterio que regirá para la reformulación del gobierno: «Primero debe anunciarse el acuerdo con los gobernadores, las medidas económicas y, después, el cambio de gabinete». Nadie sabe qué significa «después» y hay quienes sospechan que el propio De la Rúa está cada vez menos interesado en mover piezas a pesar de lo anunciado.
• Monitoreo
Aún así, hay desplazamientos que parecen ya «cantados» en las versiones que trascienden de Olivos, aunque todos los informantes digan -con enorme falta de lógica- que «sólo el Presidente sabe lo que va a hacer». Patricia Bullrich, por ejemplo, parece predestinada a ocupar una agencia social, que incluye el PAMI, la ANSeS y posiblemente las facultades del Ministerio de Acción Social. De ser así, el radicalismo quedaría desafiado, pero sobre todo el sindicalismo: entre las tareas que le encomendarían a la ministra está el monitoreo de las obras sociales sindicales.
Héctor Lombardo, de Salud, se vio pendulando en la cornisa de Salud hasta que, según sus graciosos detractores, se abrazó a las cartas que llegan desde el exterior con la sospecha de portar el virus del ántrax. «En medio de la crisis nadie me va a sacar», le dijo a un amigo.
Rafael Pascual, por su lado, figura como ministro de Trabajo en casi todas las martingalas del nuevo equipo. En cambio Gallo tuvo un paso fugaz por la SIDE el jueves pasado, mientras a Carlos Becerra lo hacían ministro de Justicia y Seguridad o de Interior y Seguridad. Pero ambos volvieron, en este organigrama mutante e imaginario, a sus funciones actuales: «Poner a Gallo en la SIDE sería demostrar que estamos en retirada y que el organismo sólo serviría para arreglar cuestiones personales antes de irnos», especuló con lenguaje misterioso un delarruista, para quien este cambio sólo se justificaría en la familiaridad del actual secretario general con el Presidente.
También Ramón Mestre cambió el aire cuando todos lo hacían afuera de Interior: ahora se cree que sobrevivirá por lo menos hasta después del ballottage correntino.
En estas previsiones aparece otra marca del «estilo De la Rúa» en la designación de funcionarios: es la exposición del candidato durante semanas en los diarios. De tal manera que quien quiere formular una objeción lo hace, desmoralizando al futuro funcionario. Que lo cuenten si no Rafael Flores o Juan Pablo Baylac. Sólo que el Presidente remata la operación de otro modo: a pesar de cualquier objeción, el postulante termina en el cargo para el que se lo convocó, tan devaluado y como agradecido a quien lo sostiene.
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