20 de octubre 2006 - 00:00

La española ENCE se reacomoda tras anuncio de irse

Los problemas que la pastera española ENCE viene mostrando en Uruguay -donde anunció la mudanza de su planta por construir en Fray Bentos, pero sin definir aún el destino- comenzaron a tener su correlato en España, donde los trabajadores le están exigiendo a la nueva administración que defina el futuro de la empresa.

Esta semana, trabajadores de las oficinas centrales en Madrid y los que trabajan en el Centro de Investigación y Tecnología, en Pontevedra, cerca de una de las plantas de celulosa en España, comenzaron una serie de paros parciales en protesta por posibles despidos. Lo curioso es que, tal como sucedió en Montevideo cuando se anunció el despido de 60% de la planta de empleados uruguayos, los trabajadores españoles creen que el proceso de achicamiento de la compañía se debe a la crisis del proyecto de la pastera en Fray Bentos.

Así como en Uruguay los sindicatos pasaron de la lealtad incondicional en el comienzo de las inversiones al plan de lucha más duro contra ENCE cuando el proyecto comenzó a flaquear, en España la Federación de Comunicación y Transporte del sindicato Comisiones Obreras parece haberle quitado apoyo a la empresa: «El seguimiento de la huelga ha sido ampliamente mayoritario por parte de los trabajadores convocados en ambos centros», dijeron según medios españoles.

Con pancartas que rezaban «Oyarzábal: ¿Nos quieres en la calle? ¡Pues aquí estamos!», los empleados de ENCE salieron a protestar por la tranquila zona de oficinas en la salida de Madrid donde tiene su sede la empresa.

  • Incertidumbre

    La movilización de los trabajadores obedece a la incertidumbre laboral que atraviesa la compañía debido a las medidas de reestructuración que afectarán a los Servicios Centrales de Madrid y al Centro de Investigación de Pontevedra.

    Pero un análisis de la situación no indica necesariamente que esa posible reducción en la empresa se deba exclusivamente a los problemas en Uruguay. En realidad, eso que hoy parece una causa podría ser sólo el efecto de otros problemas.

    Cuando este año cambió la conducción de ENCE -de la mano de una rápida modificación del capital controlante-, los nuevos directivos empezaron a poner énfasis en la construcción de lo que llamaron la «nueva ENCE», planeada para dejar atrás definitivamente todos los rasgos de una ex empresa estatal que todavía mantiene la pastera.

    Uno de los pilares de esas reformas se puede encontrar en el comunicado que emitió la empresa el 29 de junio pasado. Allí el nuevo presidente, Juan Luis Arregui, le prometió a la junta de accionistas que en un plazo de cinco años duplicaría el tamaño de la empresa y los resultados para repartir. Ese «Plan Estratégico 2007-2011» contempla el aprovechamiento de residuos y excedentes forestales para volcar al otro negocio que la empresa explota en España: la producción de energía limpia utilizando esa biomasa para generarla.

    No es extraño, entonces, que Arregui, a quien se le conocen antecedentes importantes en materia ambiental, haya puesto la proa en conseguir que la producción de celulosa no sea el único negocio de la empresa, aunque se ubique hoy como segundo productor mundial de celulosa.

    Por lo tanto, las nuevas directivas de los españoles parecían ser: ajustar costos y diversificar productos. En esa línea no sorprenden, entonces, los despidos y paros en España.
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