22 de junio 2021 - 00:00

Rossi endurece diálogo con Londres tras freno a compra de avión coreano

Historia con Lockheed Martin que se remonta a Carlos Menem. Principio de acuerdo con Corea se bloqueó por veto británico (provee partes de la nave).

Ataque. El FA-50 coreano que argentina negoció comprar. Una historia de acuerdos y vetos que terminó en el bloqueo de la operación. 

Ataque. El FA-50 coreano que argentina negoció comprar. Una historia de acuerdos y vetos que terminó en el bloqueo de la operación. 

El ministro de Defensa, Agustín Rossi, endureció las críticas a Gran Bretaña en la compra de equipamiento militar. La efemérides del fin de la Guerra por Malvinas, el 14 de junio pasado, puso otra vez en el tapete el fracaso de la opción coreana para reequipar con un avión supersónico a la Fuerza Aérea Argentina. En el discurso, Rossi reiteró el veto británico sobre el avión coreano FA-50, que había dado a conocer en un tuit de octubre de 2020, cuando tildó de “nueva muestra de soberbia imperial” la traba a la exportación del jet de entrenamiento y ataque ligero fabricado por Korean Aerospace Industries (KAI).

El 11 de octubre de 2016 este diario dio a conocer la preferencia de la gestión Macri por el avión FA-50 que la empresa surcoreana Korean Aerospace Industries desarrolló en colaboración con la estadounidense Lockheed Martin. Hay que mencionar que Lockheed Martin tuvo la concesión de la fábrica militar de aviones de Córdoba durante el gobierno de Menem y no pudo o no quiso impulsar a escala la producción del Pampa.

El KAI T-50 Golden Eagle (águila dorada en inglés) es un avión de entrenamiento avanzado y caza ligero fabricado y desarrollado desde finales de los años 90, uno de los primeros aviones supersónicos desarrollados en el país asiático. Londres hizo valer su política de veto sobre 6 componentes fabricados en Gran Bretaña entre ellos el asiento eyectable de Martin Baker y determinó la caída de la negociación. Finalizada la guerra por las Malvinas el Reino Unido impuso un embargo de armas a la Argentina que sigue vigente a 39 años de su culminación. Sucesivas políticas del gobierno argentino a partir de entonces que se alternaron entre el acercamiento y la distancia con Gran Bretaña no modificaron ni un milímetro el bloqueo impuesto en 1982.

El documento oficial que regula y autoriza año a año las exportaciones, denominado “United Kingdom Strategic Export Controls” cita para la Argentina siempre el mismo criterio desde el fin del conflicto: rechazar la exportación y comercio de material que pueda incrementar la capacidad militar del país, “Our general position is that we will continue to refuse licences for export and trade of goods judged to enhance Argentine military capability” dice el texto en inglés. El avión coreano no está ni cerca de ser rival de los aparatos de la RAF (Royal Air Force) basados en Mount Pleasant, Malvinas. Cabe preguntarse por qué se mantuvo al coreano como opción preferida si las licencias de exportación de esos componentes eran un obstáculo para la adquisición.

En 2018, durante la gestión Macri, el entonces ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Alan Duncan, informó al Parlamento británico una flexibilización al embargo de material bélico de origen inglés destinado a la Argentina. Quid pro quo, bajo el denominado paraguas de la soberanía, la Argentina concedió en una declaración conjunta, adoptar “medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”.

No alcanzó. Se sabe que aún con el pseudo acuerdo firmado, hubo trabas ése mismo año a la exportación de neumáticos Dunlop para el avión IA-63 Pampa, un avión entrenador de nula capacidad de combate aéreo. Uno podría concluir que la prohibición tiene dos caras la del material aéreo para limitar capacidades pero más importante el quiebre del adiestramiento del piloto de caza.

La suerte operativa de los cazabombarderos Super Etendard modernizados adquiridos a Francia en el gobierno anterior para la Aviación Naval pasó la misma penuria en un componente crítico de origen británico, el asiento eyectable del fabricante Martin Baker. Los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval con sus máquinas produjeron las mayores pérdidas a la fuerza de tareas británica en 1982. Esta podría ser una explicación plausible (dato de planificación estratégica) que ningún actor pondría en letra explícita.

El juego político bilateral prefiere argumentaciones de barricada como sería explicarlo por el retorno del kirchnerismo al poder con sus conocidas diatribas malvineras funcionales a los “hard liners” del Reino Unido y, del lado criollo, la soberbia imperial del león inglés.

Apartada la opción coreana por el veto británico la Fuerza Aérea no tiene alternativas en aviones supersónicos de tecnología occidental y quedan dos en juego el caza chino FC-1 Xiaolong, fabricado por Chengdu y el MIG-35 producido por la Federación Rusa, ambos sin el sostén local de un conocimiento técnico ni logístico previo, tampoco de participación nacional de empresas privadas del sector en futuras tareas de mantenimiento.

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