Ordenan fondos de guerra para pagar espías y radares
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• Para el gobierno ya está claro que la Argentina es parte de esta guerra. No hay declaración pero el lugar del país en la puja es claro. El debate de De la Rúa con sus funcionarios, sin embargo, no dio respuesta a un enigma que planteó un jefe militar: «Ahora todo el gobierno reconoce que es parte de esta guerra, ¿pero lo hará si la opinión pública se le pone en contra?». El análisis del gobierno indica que a medida de que pasen los días hasta el gobierno de los EE.UU. y algunos europeos van a ir perdiendo el apoyo de la opinión pública a eventuales ataques.
• Cautiva a todos la novedad de este conflicto que nadie previó en sus dimensiones. Uno de los jefes presentes recordó que en el último informe cuatrienal de defensa de las fuerzas armadas de los EE.UU. se advierte sobre la posibilidad de atentados en grandes ciudades con mecanismos de bajo costo y con muchas pérdidas de vida. Pero en esa previsión nadie habla de secuestro de aviones, sólo de misiles portátiles y atentados con armas químicas. Otro recordó que hace menos de un mes uno de los responsables de la seguridad del país dijo en público que la Argentina debía replantearse si quería tener o no Fuerzas Armadas. Todos se cruzaron miradas de quién fue. Nadie quiso pronunciar el nombre de Mathov.
• Los jefes militares y Jaunarena pusieron sobre la mesa, donde hubo más achuras que cortes de carnicería, la queja sobre la interpretación rígida que hacen los funcionarios y el Congreso de la Ley de Seguridad Interior que les impide a los militares hacer inteligencia doméstica. Los atentados de los EE.UU. demuestran que un ataque externo de terroristas sin bandera quiebra esa distinción entre espionaje interno y externo. «¿Cómo le vamos a explicar a nuestros aliados que si un terrorista se mueve afuera del país lo atiende el espionaje militar y si pasa la frontera pasa a ser controlado por la Policía Federal?», ironizó uno de los jefes. De la Rúa reconoció que los atentados demuestran que estas categorías pertenecen a una ley de 1985 y que eso es todo viejo.
• ¿Cambiar la ley? se preguntaron en la mesa. Por ahora no, asintió la mesa. Las leyes son lo suficientemente elásticas -glosó uno de los ministros- como para que hasta nuevo aviso los militares hagan inteligencia sobre el enemigo exterior aunque se muevan dentro del país. No hay juez que se anime a sancionar eso, si alguna vez llega una causa tal a los tribunales. Jaunarena admitió que esa prohibición tiene una sola lectura: impedir que los espías militares hurguen en la vida de los políticos.
• Cuando llegó la hora de hablar de dinero el Presidente se volvió a quejar de la ausencia del ministro de Economía, Colombo miró fuerte a Mestre y le volvió a reprochar haber desmontando la base informática del aeropuerto de Ezeiza para controlar a los pasajeros. En ese mismo instante el Presidente instruyó al ministro del Interior a reponer ese sistema de identificación desactivado hace algunos días por la caída del contrato con la empresa Siemens. «El pasaporte argentino sirve para entrar sin visa a los EE.UU., pero se hace sobre los DNI, que pueden ser truchos por falta de informática, ¿cuánto tiempo puede pasar antes de que los EE.UU. reponga la necesidad de visa a los argentinos?», se lamentó otro ministro. Mestre reaccionó ayer con la primera medida: traslado desde la subsecretaría de Trabajo de Corrientes a un funcionario de confianza para que asuma esta semana como Jefe de Control Migratorio.
• Hubo un repaso de las medidas de seguridad. Primero la fragilidad para controlar intrusos. En la país, se contó, hay 92 pasos de entrada y salida, pero hay control sólo en los más importantes y masivos y nadie cruza la información de uno contra otro. Ahí se acordó la activación de una red de radares enlazando los que administra la Aeronáutica, dirigidos a la aviación civil, con los portátiles de la Marina y el Ejército. Muchos de esos radares están hoy desactivados por falta de mantenimiento o por incompatibilidad con el resto del sistema. A esa red estará dirigida el primer gasto con cargo a la redistribución de presupuesto.
• El otro acuerdo es sobre el principal aporte que puede hacer la Argentina a sus aliados en esta guerra, que es el espionaje. El segundo gasto a hacer en adelante es para reactivar sistemas de recolección de información mediante la red de agentes civiles y militares que tiene la Argentina en todo el mundo. El principal insumo es el dinero y la decisión es reforzar la bolsa, castigada en los últimos años por los recortes a fondos secretos y reservados. Volverán a verse algunas caras sonrientes.
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