Martín Guzmán estuvo ayer 40 minutos a solas con Eduardo Wado de Pedro. Fue en la Casa Rosada y en la previa de la firma del Fideicomiso para el Desarrollo Austral con el fueguino Gustavo Melella. Esa foto, con risas y cuidado buen humor, fue la excusa para mostrar algo que el Gobierno intentó publicitar por todos los medios: el intento por pacificar la interna y calmar ánimos dentro del Frente de Todos.
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El problema para esto son los antecedentes, como el mensaje de Máximo Kirchner directo al ministro el sábado pasado en el Club Podestá, de Lanús.
En todo ese ruido, el oficialismo tiene hoy un tema casi excluyente que relega a lugares mas abajo de la lista al resto de las diferencias que Cristina de Kirchner, Máximo y La Cámpora habitualmente le recuerdan al Presidente: la suba de tarifas.
La situación del nuevo cuadro tarifario que Guzmán aplicará y que está en el corazón del acuerdo con el FMI como una de las pocas herramientas que llevarán a calmar el déficit fiscal (vía reducción de subsidios) brinda hoy algunos datos interesantes.
Los funcionarios del área Energía como el secretario del área, Darío Martínez, o el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, ambos integrantes del universo kirchnerista aunque quizás con distintas intensidades, no parecen hoy con voluntad de obstruir el proceso de suba de tarifas. Confían en el gobierno que ya tienen instrucciones específicas para no poner palos en la rueda. De todas formas, Guzmán será la imagen que deberá quedar asociada al nuevo esquema de valores que regirán para luz y gas y, además, a la segmentación que se está llevando adelante y donde participan funcionarios de todos grupos del oficialismo.
Esa negociación técnico-política es la que se lleva hoy toda la atención de la interna del Frente de Todos. No es para menos: de ese resultado dependerá claramente el costo político que pagará el gobierno por llevar adelante la suba, por otro lado imposible de evitar. De hecho, el porcentaje de incremento que varía de acuerdo al sector social que quede definido, es sólo parte del camino para reducir subsidios. Especialistas creen que representa menos del 25 % de la suba total que marcan las planillas de costo.
Quizás por eso sea tan intensa en la interna la vigilia que vive el Frente de Todos antes que se firme el nuevo cuadro tarifario. En Economía estiman que aun faltan dos o tres semanas para que este terminado el esquema tarifario. Para la interna del oficialismo ese plazo es una eternidad que hasta puede resultar peligroso.
Nadie pone en duda que la suba “sale o sale”, como definen en Economía, pero el tema es saber hasta donde quedará comprometido el ministro. Mientras tanto, Malega Galmarini sigue recordando que las tarifas de AySA siguen retrasadas mas de 30 %.
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