“La obra es un gran ajuste de cuentas, no sé si le sirvió al autor como expiación pero necesitó escribirla, aunque no quiso verla representada: pidió que se publicara pero que fuera montada después de su muerte...”, dice Luciano Suardi sobre “Largo viaje de un día hacia la noche”, obra de Eugene O’Neill, uno de los mayores dramaturgos estadounidenses del siglo pasado.
Suardi: “Es la obra más dolorosa y autobiográfica de Eugene O’Neill”
El director pondrá en escena “Largo viaje de un día hacia la noche” en la Sala Casacuberta del CTBA, con Selva Alemán y Arturo Puig.
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Suardi dirige esta obra que se estrena mañana en la sala Casacuberta del Teatro San Martín, con Arturo Puig y Selva Alemán como los padres de la familia Tyrone, Lautaro Delgado Tymruk y Diego Gentile como los hermanos, y Julia Gárriz como la empleada doméstica que la padre describe como parlanchina y estúpida. La trama gira en torno a los conflictos de una familia norteamericana quebrada por las frustraciones y los vicios. Una mujer presa de una adicción imposible de desarraigar, casada con un actor que ha pasado su vida haciendo giras sin poder formar un verdadero hogar. Un hijo que muestra talento para la poesía pero está gravemente enfermo y otro que es obligado por su padre a dedicarse al teatro pero no logra encaminarse y gasta todo el dinero en bebida. Cuenta con música original de Carmen Baliero, iluminación de Jorge Pastorino y escenografía y vestuario de Graciela Galán. Dialogamos con Suardi.
Periodista: ¿Qué impronta le añadió desde la puesta?
Luciano Suardi: Es una obra amarga que el autor presenta en su dedicatoria como un dolor antiguo, escrita con lágrimas y sangre. Es totalmente autobiográfica, es un día en su historia familiar cuando era joven y, en su relato, sólo un día basta para exorcizar a sus padres y a su hermano. Está maravillosamente estructurada y con complejidades para la interpretación de los actores. Es su obra cumbre. Creo que en un principio intenté agilizarla, hoy necesita otro ritmo, otros tiempos. Busqué un ámbito más ambiguo con cierto toque más poético para evitar encerrarla en un realismo fotográfico.
P.: ¿Cómo es trabajar con dos actores como Selva Alemán y Arturo Puig?
L.S.: Es como trabajar en familia, nos conocemos hace mucho, aprendo de sus experiencias y miradas. Los dirigí dos veces a cada uno, juntos en “Quién le teme a Virginia Woolf” y separados hice “Panoramas del puente” con Puig en el CTBA y en el comercial con Alemán en “Madres e hijos”. Me gusta que sean minuciosos a la hora de crear sus personajes y construir de sus líneas de pensamiento y acciones, eso me estimula porque terminamos analizando con ellos cada movimiento, cada palabra, y así creamos la visión de los personajes a través de los ensayos.
P.: ¿Qué cuestiones plasma el autor en la obra como una catarsis y ficción autorreferencial?
L.S.: En un solo día basta para aniquilarnos como una ola que nos lleva porque todo ocurre rápidamente. Es interesante cómo pasa el tiempo en ese día y en las repeticiones van surgiendo las miserias de cada uno con gran potencia e intensidad. Aparecen las cuentas pendientes del pasado, y la necesidad de lastimar al otro, pero a la vez querer ayudar y amar. Pero no saben cómo, no pueden entender qué les pasa ni los por qué.
P.: ¿Cuáles son los temas que aborda la obra?
L.S.: Las grandes frustraciones, los deseos incumplidos, las relaciones familiares tóxicas, el paso del tiempo, muchas miserias humanas pero lo que me interesa es cómo es posible vivir juntos en familia y en sociedad. La obra puede trascender y hacernos preguntas sobre esa convivencia en sociedad y también que hacer con el pasado y cómo lo llevan esos personajes.
P.: ¿Cómo fue el trabajo en la Casacuberta, con el equipo del CTBA y que diferencias puede marcar entre el circuito oficial y la dinámica del teatro independiente?
L.S.: El Complejo aportó de manera espectacular en todos los lenguajes de la puesta: escenografía, vestuario, luz, sonido, Ya dirigí varias obras en el CTBA pero nunca me había tocado la Casacuberta, que es una sala hermosa pero compleja de montar y siempre quise ese desafío. Estoy contento de cómo resolvimos el espacio. El circuito oficial permite dedicarse solo a ensayar en los meses previos, tener a todos los intérpretes a disposición en ese período y da la posibilidad de montar estas obras que no se aceptan en el circuito comercial. Sería difícil hacerla en el independiente porque configura otras formas de producción más pequeñas, entonces probarnos con estas grandes obras y en grandes salas es algo que solo puede brindar el teatro oficial.
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