4 de diciembre 2023 - 00:00

Wall Street: los mercados vuelan, queman etapas y apuestan a los recortes de tasas

La lectura interanual del deflactor marca 3%. Y la economía se desacelera. El volcán de actividad que sorprendió hasta septiembre se apagó. El PBI creció 5,2% en el tercer trimestre, y no 4,9% como era la estimación original. Pero eso es historia y, en buena medida, acumulación de inventarios. Ambos se revierten.

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Tasas más altas por más tiempo. Todavía es el lema de los bancos centrales del G7. Pero ¿por cuánto más? La inflación se sometió al rigor de la política monetaria. No importa el cristal con que se mire. Dio cero en octubre, se mida por precios minoristas o, como prefiere la Fed, por el deflactor del consumo personal. “Está cayendo exactamente como queremos”, se sincera Austan Goolsbee de la Fed de Chicago. La lectura interanual del deflactor marca 3%. Y la economía se desacelera. El volcán de actividad que sorprendió hasta septiembre se apagó. El PBI creció 5,2% en el tercer trimestre, y no 4,9% como era la estimación original. Pero eso es historia y, en buena medida, acumulación de inventarios. Ambos se revierten. El consumidor desensilló en octubre. Los informes PMI registran una moderación sensible en octubre y noviembre. Y hasta un principio de podas en el empleo. El Libro Beige -más que un anecdotario nutrido-, da fe del menor ritmo. Allí, cuatro distritos revelan expansión modesta, dos fluctúan entre una meseta y un leve declive, y los otros seis informan pequeñas caídas de actividad. Lo que la Fed quería, es hoy el paisaje que tiene a la vista.

¿Qué hará en su próxima reunión? Extender la pausa que habilitó en septiembre, y que ya no es agresiva. ¿Suba de tasas? No. Hay una en espera y quedará ahí. Desaparecerá, eso sí, del mapa de puntos. ¿Y hasta cuándo tasas tan altas? Se toman apuestas en serio, de nuevo. Jerome Powell, el mandamás de la Fed, afirma que es prematuro. Pero reconoce el “progreso considerable” de la lucha contra la inflación. Pone el ojo en la núcleo y destaca su evolución -2,5% anual- en los seis meses a octubre. Falta para llegar a la meta de 2%, dice. Los mercados, que prosperan si anticipan, concluyen que ya casi no falta nada. Y esta vez los alentó un halcón, el gobernador Chris Waller, primer funcionario que admite que si la inflación sigue así “por varios meses” se podría comenzar a recortar tasas. Más frontal, sin responsabilidad alguna por el éxito del aterrizaje, Bill Ackman, el gurú de Pershing, le puso fecha: en el primer trimestre. Los futuros de Chicago, después de oír a Waller y Powell, arriesgan una probabilidad mayor a 60% a marzo.

El mismo Ackman, en septiembre, vaticinaba una nueva era de tasas largas en alza secular. Las veía rendir en torno a 5,50%. Y su prédica, y la de otros, pero sobre todo su agresiva venta de bonos, motorizó la estampida de entonces. Que no se canceló hasta que Powell advirtió que nada tenía que ver con los cálculos de la política monetaria. No le exijan coherencia a Ackman. Para eso está Warren Buffett. Como se sabe, la ofensiva de las tasas largas se truncó en 5% y Ackman cerró su posición corta allí. Se llevó una ganancia generosa abandonando su teoría con un “tempo” impecable. Y ahora viene dispuesto a hacer pelo y barba. Ya no apuesta a la suba de tasas y de la inflación sino a todo lo contrario. Con similar vehemencia. ¿Cómo tomarlo? Como el abanderado de una manada de hedge funds que ya están jugando fuerte. ¿Y qué hará la Fed? Tal vez, darle las gracias. Cuando la economía era una vorágine, se cruzó de brazos y dejó que la convulsión de las tasas largas sosegara la fiebre. Y no tuvo que actuar. Hoy es al revés. Noviembre fue una bonanza excepcional para los bonos y las acciones. Mientras la Fed recita lo de tasas altas por más tiempo, los mercados recortan las suyas con frenesí. La de diez años, tres cuartos de punto el último mes y medio. La euforia de los activos de riesgo es la medicina para compensar un enfriamiento súbito y mitigar los estornudos. Powell, así, no tiene apuro. Bajará las tasas como prevención solo si el frío perdura.

El año termina a toda orquesta. La guerra de tasas pasó. Wall St. se recuperó a pleno de la corrección de 10%. Lo que no mata, fortalece, y clavó nuevos máximos del año. Las tasas largas no provocan pavura sino entusiasmo. El récord absoluto del S&P 500 -a un tris de 4,2%- está en la mira. EE.UU. da vuelta una página difícil. No es el único. La inflación se cae a plomo en la eurozona, a 2,4%. Es probable que el BCE estrene podadora de tasas antes que la Fed. La OCDE alerta sobre un chucho de frío en la economía mundial pero las Bolsas descorchan champagne. Solamente China está mirando otra película.

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