12 de febrero 2009 - 00:00

Tartagal: ¿falsa alarma para abrir paso a Cristina?

En su lenta recorrida por las calles empantanadas, la Presidente escuchó los dramáticos relatos de los damnificados.
En su lenta recorrida por las calles empantanadas, la Presidente escuchó los dramáticos relatos de los damnificados.
Salta - El desembarco de Cristina de Kirchner ayer en Tartagal estuvo signado por la confusión y el desorden.

Media hora antes de que el helicóptero que la trasladó desde el aeropuerto de General Mosconi aterrizara en la zona arrasada por el alud, los habitantes y las autoridades quedaron envueltos en una especie de psicosiscolectiva luego de una alerta que se emitió ante un nuevo e inminente desprendimiento de lodo y agua desde las laderas cercanas.

Cuando la escena pareció normalizarse, la Presidente pudo por fin pisar las calles empantanadas de Tartagal. Lo hizo secundada por la ministra de Desarrollo, Alicia Kirchner-; el ministro del Interior, Florencio Randazzo; y el gobernador Juan Manuel Urtubey.

Así, entre saludos, demostraciones de afecto y reclamos de ayuda, llegó a pie hasta un camión volcador, saltó a la caja posterior y, desde allí, pidió con gestos y chistidos que la dejaran «ver alguna casa», luego de observar los restos de un puente ferroviario arrasado por el alud.

A esta altura, el alboroto se había adueñado de la escena, pese a los intentos previos --falsa alarma incluida-de abrirle paso a la Presidente en una zona sumergida en el caos desde el lunes.

«El problema no es solamente la tragedia de la naturaleza, sino la tragedia de la pobreza», calificó Fernández de Kirchner y dijo que «el alud lo que hizo fue complicar la situación de la pobreza. Hay gente que se ha quedado sin nada de nada». Prometió «obra pública» y reclamó «ayuda y asistencia inmediata».

  • Caos y confusión

    Los vecinos denunciaron primero que la Policía pidió a los gritos, puerta por puerta, que abandonen sus casas y se alejen del área afectada. Mientras esto sucedía, el vicegobernador Andrés Zottos admitía ante las cámaras de televisión que había sido un «error» y que «no hay riesgo» de otro desprendimiento. En medio de sirenas, corridas y escenas de pánico, varios vecinos comenzaron a increpar al intendente Sergio Leavy -presente en la zona del desastreargumentando que toda esa situación había sido generada falsamente para abrirle paso a la jefa de Estado, cuyo arribo era inminente.

    El jefe comunal, por su parte, reconoció la falsedad de la alarma emitida y dijo que se investigarán los motivos por los cuales los bomberos hicieron sonar, además, la alarma del pueblo.

    A escasos metros, los vecinos chocaban los autos en el centro por esta alarma, las mujeres corrían aferradas a sus hijos en medio del barro, mientras los efectivos policiales realizaban un cordón humano para organizar la salida.

    Más tarde, Gustavo Paul, de Defensa Civil de Salta, se hizo cargo de la alarma emitida y dijo que fue emitida para evitar un nuevo desastre como el de días atrás.

    Contó que surgió a raíz de una comunicación al 911 «de la gente de Aguas de Salta», la empresa prestataria de servicios de agua potable en el territorio salteño.

    Mientras se repartían culpas, Cristina de Kirchner iniciaba su lenta recorrida por la ciudad, bajo una copiosa lluvia y con oscuros nubarrones a su espalda, verdaderas amenazas para la incertidumbre de un pueblo devastado. Anoche, en tanto, seguía la búsqueda de dos mujeres que presuntamente fueron arrasadas por el alud.
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