El último hito de Diego Maradona se dio con su último respiro. Aquel soleado, caluroso e inentendible mediodía argentino del 25 de noviembre la noticia atravesó como un rayo al mundo entero y será recordada tanto como sus goles y gambetas.
El año en que se apagó la luz que más brilló en la selección argentina
Diego Maradona falleció a los 60 años y con él se fue el futbolista que más emocionó a los argentinos en Mundiales.
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Diego Maradona en su momento cumbre: el Mundial de 1986 donde se consagró campeón mundial.
“Murió Diego Maradona” se leía y escuchaba. Automáticamente ese instante quedó inmortalizado en nuestras memorias. ¿Dónde estabas cuándo Maradona le hizo un gol "tramposo" a los ingleses y otro imborrable minutos después? ¿Qué hacías cuando Diego eludió a medio equipo brasileño y se la dejó mansita en los pies a Claudio Caniggia para ganar el partido más imposible de la historia? ¿Qué hiciste el día que Maradona le contó al planeta que le habían cortado las piernas y se iba de un Mundial que había empezado a jugar como los dioses?
Esas preguntas tienen respuestas sólidas que decoran nuestras mentes desde el día que nacieron. Se recuerda ubicación y reacción ante cada una de sus maravillas. Ahora se agrega una más, porque Maradona jamás podía irse sin ocupar un poquito más de nuestros cerebros para siempre. ¿Dónde estabas cuándo te enteraste que Maradona había muerto?
El fútbol argentino pudo despedirlo como se lo merecía, a pesar de aquella lastimosa imagen que dieron la Asociación del Fútbol Argentino y la Liga Profesional de Fútbol, con Claudio Tapia y Marcelo Tinelli a la cabeza, el día de su cumpleaños.
Aquel hombre que será recordado por siempre tan ágil y habilidoso, dando zancadas para proteger la pelota y a sus estilizadas piernas era llevado del brazo para beneficio de unos pocos en un torneo tan desprolijo e incomprensible que irritaba la vista y dañaba los corazones.
Ese día también fue histórico: fue la primera vez que no se lo vio feliz a Maradona en una cancha de fútbol. Perdido y desorientado justo ahí, en su mundo.
Pero antes, el capitán del último seleccionado argentino campeón del mundo pudo sentir el cariño de todo el pueblo futbolero en cada cancha que pisó como entrenador de Gimnasia. Porque Maradona fue mucho más que un excelente futbolista, fue quien a muchos les enseñó y regaló un tesoro que disfrutarán hasta el último día de sus vidas: el fútbol.
Ese fútbol que paradójicamente se detuvo por la pandemia en lo que resultaría siendo el último año del Diez, pero que sabiamente le había regalado los homenajes que se merecía en vida. Maradona dio muchas alegrías a muchísimas personas y eso deja un legado que trasciende las generaciones.
Del Diego que deslumbró en el Mundial ’86, pasando por el que cautivó a Nápoles, el que mostró ser brillante y valiente, aún sin ganar, en Italia ’90 hasta el que volvió una y mil veces porque extrañaba la pelota. El que enseñó a soñar y a no rendirse jamás. Todos esos fueron los Maradona que alegraron a los que aman el fútbol y al que los hinchas le regalaron un amor genuino que lo emocionó hasta las lágrimas.
Una despedida Maradoneana
Pero un día Maradona se fue y ese día, también imaginado por varios, llegó y agarró de sorpresa a un mundo alborotado por el virus que tiene en vilo a todos. Como su vida, su despedida no fue sencilla y desbordó todos los recaudos que se tomaron.
El adiós no pasó inadvertido aún en plena pandemia de Covid-19. Nada pudo impedir que el hincha de fútbol fuera a despedir a su ídolo. Y si bien hubo muchísimas personas que pudieron ingresar a la Casa de Gobierno a darle el último adiós, el velatorio de Maradona fue para unos pocos.
En los días posteriores los homenajes a nivel mundial y hasta en otros deportes se sucedieron y fue mucha, muchísima gente la que le manifestó su cariño y su congoja por ese adiós intempestivo que dejó mudo al fútbol.
A los 60 años se fue Maradona. Se fue como jugó, con una gambeta sorpresiva y dejando boquiabiertos a todos. La luz que más brilló en la selección argentina se apagó para siempre. ¿Para siempre? La pelota rodando en cualquier cancha del más recóndito lugar del planeta no lo dejará morir.
Maradona es el fútbol y el fútbol continúa.
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