9 de diciembre 2025 - 00:00

¿Integrarse al mundo "exportando" impuestos?

El acuerdo con Estados Unidos abre una oportunidad histórica, pero la carga impositiva aún castiga la producción. Sin una reforma profunda, la apertura puede aumentar brechas y limitar la competitividad.

Presidente IERAL de Fundación Mediterránea.

Presidente IERAL de Fundación Mediterránea.

Después de tantos años de inestabilidad e incertidumbre, volver a hablar de apertura e inversiones es una muy buena noticia. El acuerdo comercial con Estados Unidos es la oportunidad para avanzar más rápido en el proceso de romper con el aislamiento. Lo más importante es que esto se da en un contexto singular: la inflación baja, el dólar se mueve con menos sobresaltos, las cuentas públicas están en equilibrio y las elecciones ampliaron el apoyo político a la disciplina fiscal y las reformas estructurales. No es un escenario perfecto, pero se parece bastante a la ventana que hacía falta para salir de la decadencia.

Justamente por eso conviene no confundir oportunidad con facilidad. Argentina arrastra una enorme acumulación de distorsiones. Es tan grande y compleja que desarmarla exige un trabajo político paciente y una gran precisión y rigurosidad técnica. En cada uno de los grandes capítulos —laboral, previsional, tributario, coparticipación federal de impuestos— hay que enfrentar inercias, tensiones entre jurisdicciones, intereses sectoriales y restricciones jurídicas y burocráticas. No sólo se requiere mucha voluntad política, también es imprescindible diagnósticos bien formulados y mucha creatividad, innovación y cuidado en el diseño de las soluciones. Será muy frustrante invertir esfuerzo en instrumentar una reforma cuyo contenido no sea acertado.

El acuerdo con Estados Unidos aumenta las urgencias de avanzar en reformas que contribuyan a fortalecer la competitividad. Probablemente la más importante sea la reforma tributaria. Si Argentina pretende competir de igual a igual con economías como la estadounidense, no puede hacerlo sosteniendo un esquema basado en impuestos que quitan competitividad. Derechos de exportación, impuesto a los débitos y créditos bancarios, Ingresos Brutos, Sellos y diversas tasas municipales forman un entramado que encarece los costos de producir en la Argentina. En la práctica, estos tributos introducen un sesgo contra la exportaciones y en favor de las importaciones.

Velocidades inconsistentes

TRUMP Y MILEI
La integración al mundo es una necesidad imperiosa y el acuerdo con Estados Unidos es una oportunidad inédita para concretarlo.

La integración al mundo es una necesidad imperiosa y el acuerdo con Estados Unidos es una oportunidad inédita para concretarlo.

Eliminar los impuestos más distorsivos implica una pérdida de ingresos públicos que colisiona contra el objetivo de sostener el equilibrio fiscal. Esto justifica el planteo de que la reducción de impuestos debe darse en un marco de cautela y gradualidad. De lo contrario, se corre el riesgo de desestabilizar las finanzas públicas.

¿Cuán cauto y gradual? Mucho, ya que los impuestos que hay que eliminar representan más de un cuarto del total de ingresos del Estado. Lograr una baja del gasto público de esas dimensiones, adicional al ajuste que se hizo en el 2024, es un desafío enorme. A esto hay que agregar la complicación de que una parte sustancial de los impuestos más dañinos no depende del Gobierno nacional, sino de provincias y municipios. Ingresos Brutos y Sellos son pilares de la recaudación provincial; tasas sobre las ventas cumplen un rol similar en muchos municipios.

La conclusión es frustrante. La baja de impuestos queda condicionada a una férrea disciplina fiscal, no solo en el gobierno nacional sino en las 24 provincias y más de 2 mil municipios, y a un crecimiento del PBI alto y sostenido. Aun así, se necesitarían varios años para generar el espacio fiscal que permita eliminar los impuestos que más dañan la competitividad.

Esta dinámica en la reforma tributaria es inconsistente con una rápida integración al mundo. Si se instrumenta el acuerdo con Estados Unidos mientras la reforma tributaria avanza a los ritmos que impone la baja del gasto público emerge una pregunta muy inquietante. ¿Cuántos sectores tienen un nivel de competitividad lo suficientemente alto que les permite competir con la producción de Estados Unidos soportando dentro de sus costos los impuesto al cheque, retenciones, Ingresos Brutos, Sellos y tasas municipales? La respuesta es que son pocos y, en general, de menor valor agregado local, porque una particularidad de estos impuestos es que más inciden mientras más elaborado es el producto.

Ampliar la estrategia

La integración al mundo es una necesidad imperiosa y el acuerdo con Estados Unidos es una oportunidad inédita para concretarlo. Frente a esto, no es una buena respuesta moderar el ritmo de la integración a los tiempos que impone el gradualismo tributario. Es necesario ampliar la estrategia de reforma tributaria para que la eliminación de impuestos distorsivos no quede condicionada a la baja del gasto público. Con reformas más innovadoras y agresivas se pueden eliminar los malos impuestos introduciendo un shock de competitividad. El objetivo es que rápidamente la producción nacional deje de pagar impuestos que sus competidores externos no afrontan.

El factor clave para ampliar la estrategia tributaria es tender a que los mejores impuestos sustituyan a los peores impuestos. Esto es que las pérdidas de recaudación que genere la eliminación de los impuestos que dañan la competitividad se compense con aumentos en la recaudación en los impuestos que no inciden en la competitividad. Este es el camino para avanzar rápido en la integración al mundo, sin generar situaciones traumáticas para la producción nacional y manteniendo el equilibrio fiscal.

El caso más paradigmático se da con los impuestos sobre las ventas. Con la creación del súper IVA se puede generar los recursos que permitan eliminar rápidamente Ingresos Brutos y tasas municipales. Esto ya se hizo en una gran cantidad de provincias para los pequeños contribuyentes con el monotributo unificado y es lo que está haciendo Brasil de manera general. Bajo la misma lógica, es decir fortalecer los buenos impuestos para compensar la eliminación de los malos, se puede rápidamente eliminar los derechos de exportación compensado con mejoras en el Impuesto a las Ganancias y Bienes personales.

Ampliar la estrategia tributaria es la manera de reducir los impactos traumáticos sobre la producción nacional derivados de la integración al mundo, particularmente del acuerdo con EE.UU. Se trata de un desafío complejo, pero no imposible. Para ello hay que salir de la encrucijada a la que lleva el gradualismo tributario incorporando ideas más audaces e innovadoras.

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