9 de diciembre 2025 - 00:00

La etapa de crecimiento

Con inflación en descenso, superávit fiscal y récord energético, el Gobierno impulsa reformas clave para consolidar el orden macroeconómico y abrir una nueva etapa de crecimiento sostenido.

Ministro del Interior.

Ministro del Interior.

Argentina atraviesa un momento distinto. Después de una etapa difícil para todos los argentinos, de ordenamiento macroeconómico, el país comienza a ingresar en una fase de inversión, producción y crecimiento. Según las proyecciones oficiales y privadas, la economía crecería alrededor del 5% en 2025, un quiebre importante después de casi tres décadas sin expansión sostenida.

Al asumir en diciembre de 2023, el Gobierno recibió un cuadro económico y social extremadamente delicado. La inflación acumulada de los cuatro años previos fue del 1.147%. En la primera semana de diciembre avanzaba al 1% diario. El 54% de la población vivía bajo la línea de pobreza. El salario mínimo había caído a su peor nivel en 16 años y las jubilaciones habían perdido más del 40% de su poder adquisitivo.

Un giro macroeconómico con impacto productivo

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El país volvió a tener un rumbo claro y previsible. Ese ordenamiento es la base sobre la cual se construye cualquier etapa de expansión.

El país volvió a tener un rumbo claro y previsible. Ese ordenamiento es la base sobre la cual se construye cualquier etapa de expansión.

En lo macroeconómico, la situación era crítica: emisión por casi el 14% del PBI, reservas internacionales en u$s15.000 millones negativo y un riesgo país por encima de los 2.000 puntos. No había crédito, confianza ni horizonte.

Frente a ese escenario, persistir en los mismos enfoques hubiese implicado más deterioro. El país estaba obligado a encarar un cambio profundo, sin gradualismos ni parches.

A dos años de iniciado el proceso, los avances son visibles. La inflación bajó de 211% anual a niveles cercanos al 30%. Se recuperó el superávit fiscal, condición indispensable para cualquier estabilidad duradera. Bajaron la deuda, el riesgo país y la presión sobre el tipo de cambio.

También se registran avances en energía: la Argentina alcanzó el superávit energético más alto de los últimos 35 años y la mayor producción de hidrocarburos en dos décadas. A esto se suma el impulso del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI): 9 proyectos ya aprobados por u$s15.729 millones y otros 13 en evaluación por u$s19.834 millones, que representan más de 18.000 empleos directos.

En definitiva, el país volvió a tener un rumbo claro y previsible. Y ese ordenamiento es la base sobre la cual se construye cualquier etapa de expansión. Sin embargo, el crecimiento no es automático. Todavía falta. Y para eso estamos trabajando.

El primer paso: el país necesita aprobar un Presupuesto que consolide el orden fiscal, con el gasto público más bajo en tres décadas y, al mismo tiempo, mayores recursos reales para educación, salud y seguridad.

Segundo. Modernización laboral para generar empleo formal y dar previsibilidad a las empresas. Es indispensable modernizar el régimen laboral, reducir la litigiosidad y dejar atrás 15 años sin generar un solo puesto de trabajo formal.

Por otro lado, Argentina necesita avanzar hacia un sistema impositivo más simple, que permita bajar impuestos y devuelva autonomía real a las provincias. Este gobierno ya bajó 19 impuestos, a diferencia del anterior que entre creación y aumento generó 33. Falta, pero este es el camino.

Y vamos también por un Código Penal con penas adecuadas para los delitos frecuentes, imprescriptibilidad de los delitos graves y una política firme frente a la corrupción.

La Argentina tiene por delante una oportunidad concreta. Para que el crecimiento sea sostenido, es imprescindible consolidar las bases ya construidas y avanzar en las reformas pendientes. Ese es el desafío y también mi compromiso: trabajar en equipo para aprobar las reformas que eligieron los argentinos y que me encomendó el presidente Milei.

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