El proyecto de ley de Presupuesto 2025 que presentó el presidente Javier Milei estima que el ingreso por retenciones se duplicará, es decir que crecerá más del 100%. Esta situación llamó la atención de productores, analistas y economistas, porque para que eso ocurra se debería devaluar el peso, aumentar los precios de los granos -algo muy poco probable aunque no imposible- o en todo caso el estado buscará una nueva forma de recaudación utilizando los DEX.
Las retenciones en el Presupuesto 2025: incertidumbre en el campo, que comienza a perder la paciencia
El Gobierno prevé un incremento en la recaudación de los derechos de exportación de más del 100%. En el agro hay desconcierto por esas cifras y nadie puede explicar cómo se podrían lograr esos resultados.
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Si bien los equipos técnicos que integran la Mesa de Enlace comenzaron a leer “la letra chica” del proyecto, la preocupación es concreta en el agro ya que el sector aporta más del 80% del total recaudado por esa vía.
Al día de hoy, la mayor parte de las retenciones se componen gracias al aporte del 33% del grano de soja, 12% del trigo y el maíz, 7% por el girasol y 6,75% que aporta la carne vacuna, entre otros productos que deben tributar derechos de exportación. Según lo previsto por el Ministerio de Economía, el ingreso por ese tributo pasaría de $ 5,34 billones a $10,7 billones, un 100,4% más en comparación con el ciclo anterior.
En las redes sociales, esta situación generó preocupación y el economista Salvador Di Stefano cuestionó los números del presupuesto. La respuesta del Gobierno no tardó en llegar y la hizo el propio Luis Caputo (también vía X), argumentando que por las ediciones del popularmente conocido dólar soja implementadas por Sergio Massa se habían adelantado el pago de ciertos gravámenes, con lo cual el salto en cantidad se produciría por “una baja base de comparación”.
Javier Preciado Patiño, consultor y ex funcionario en el área de mercados agrícolas, cuestionó la respuesta de Caputo y explicó a Ámbito que “no se ve un gran adelantamiento de retenciones en 2023 que baje la base de comparación para 2025. Solo el maíz adelanta la mitad del saldo y en gran medida post balotaje por el temor que hubo a una suba de los DEX. En soja, que tributa 33% y 31% y tiende a valer el doble que el maíz se terminaría adelantando menos del 20%. En cuanto al trigo, prácticamente no se registró nada para la campaña 2023/24 porque se rolearon DJVE sin usar. Por el contrario, se va a registrar un buen volumen en noviembre y diciembre, así que este cereal levanta la base de comparación”.
Según Patiño, los argumentos de Caputo no tienen sustento porque “no se espera un mayor saldo exportable que justifique la duplicación de los ingresos por DEX, tampoco se espera que los precios aumenten en el año próximo y tampoco se prevé que otros sectores de la actividad económica crezcan en sus exportaciones como para aportar significativamente mayor recaudación. De hecho, el propio proyecto de presupuesto informa que las exportaciones en 2025 crecerán en valor 9% respecto de 2024, tornando imposible un incremento de 100% en el ingreso por DEX. Tampoco es esperable que la recaudación aumente por devaluación, ya que un dólar a $1.207 para fin de 2025 descarta la intención de un shock devaluatorio”.
Pero esto no es lo único que “no le cierra” al agro. Para la Confederación de la Tercera Zona (CARTEZ) entidad afiliada a CRA, la paciencia se esta acabando. En un comunicado, la entidad destacó el malestar, desconcierto y estupor, frente a la presentación del Proyecto de Ley de Presupuesto para el año 2025 donde “los derechos de exportación que pesan sobre los productos agropecuarios, lejos de desaparecer o cuanto menos disminuir categóricamente, aspiran a duplicar su recaudación”.
Este martes, durante la inauguración del predio que la Asociación Argentina de Angus posee en el Mercado Agroganadero de Cañuelas, el Secretario de Agricultura, Sergio Iraeta no pudo dar mayores precisiones al respecto. Sólo se limitó a explicar que “hasta que no solucionemos la macro y no estén ordenadas las variables de tipo de cambio, emisión monetaria y deuda, tenemos que esperar. No hay plazos ni fechas. Tenemos que alcanzar el equilibrio fiscal para poder empezar a bajar los impuestos. Una vez que alcancemos el orden fiscal, se van a bajar los impuestos”.
Allí mismo, resonaron algunas expresiones de deseo en cuanto al rumbo planteado por el Gobierno en el Presupuesto 2025. Alfonso Bustillo, presidente de la Asociación Argentina de Angus es optimista en cuanto al futuro. Al ser consultado por Ámbito se definió como “un entusiasta” porque “cambiaron varias cosas”. Detalló que “se frenó la inflación, se terminó con las cuotas de exportación, se acabaron las retenciones para las vacas, para la lechería, para la ganadería se redujeron un 3%. Todo lo que tenemos por delante es esperanza, porque si no mejora la macroeconomía, si no se ordenan las finanzas y si tenemos que seguir pidiendo o emitiendo para vivir, es muy difícil. Esta estancada la ganadería, la producción, esta estancada la Argentina. La pobreza es estructural y eso es un drama, en un país que tendría que ser rico, es pobre. Ojalá esta gente pueda llevar adelante lo que piensa y le cambie la vida a los argentinos”.
Mas allá de los deseos, la realidad es otra. El ciclo agrícola 2024/25 exhibe una campaña de trigo iniciada y varios desafíos de cara a la siembra gruesa. Los modelos climáticos indican que para lo que resta del año el pronóstico será Niña y si las lluvias son escasas las complejidades pueden llegar a ser asfixiantes: en cuanto a la humedad en suelo no sobra nada en el este y en la franja oeste de la región centro hay signos de sequía. Los precios internacionales no acompañan y tensan la cuerda al máximo, porque en campo alquilado -incluso en soja- los números no cierran.
El humor de los productores ya no es el mismo que en diciembre de 2023 y tranquera adentro, cada vez más se escuchan frases vinculadas a la desazón y la falta de credibilidad en el Gobierno, palabras que por ahora no resuenan porque ganan la ilusión y el creer que esta gestión es la última esperanza que le queda al campo para que le quiten la presión tributaria en el momento en que más lo necesita.
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