17 de octubre 2022 - 00:05

De la “fiaca” de ayer a la adicción a los celulares y la tecnología de hoy

Un clásico de Ricardo Talesnik vuelve, en versión revisada por el autor y Lisandro Fiks, al Teatro de la Ribera el próximo viernes.

fiks. Se verá su versión, sumados los cambios que hizo el propio Talesnik.
fiks. Se verá su versión, sumados los cambios que hizo el propio Talesnik.

“La fiaca”, de Ricardo Talesnik, fue un clásico del teatro de 1967, que dos años después se transformó en una película de Fernando Ayala, con Norman Briski, que repitió el papel que había hecho en teatro, y Norma Aleandro como su esposa, en el papel estrenado por María Cristina Laurenz. Ahora tendrá correlato en la versión libre de Lisandro Fiks, que se verá desde el viernes con el título “La gran renuncia”, en el Teatro de la Ribera. Ese lujo de tener fiaca que se daba Briski al dejar de trabajar en el film de 1969, contará una historia aggiornada, con nuevas cuestiones como la dependencia abrumadora del celular y la tecnología.

El elenco está integrado por Gastón Cocchiarale, Laura Cymer, Abian Vainstein, Romina Fernandes y el propio Fiks, con la participación virtual de Luis Brandoni, música original de Daniel “Pipi” Piazzolla y Fiks. La banda musical está integrada por Laura Canteros (clarinete y clarinete bajo), Mauro Vicino (guitarra eléctrica), Emanuel Gaggino (percusión), Fiks (contrabajo, guitarra española), Daniel “Pipi” Piazzolla (batería) y Analía Rosenberg (arreglos, acordeón y piano). Fiks es asimismo responsable del diseño sonoro, Juan Selva de las proyecciones, Agnese Lozupone de la iluminación y Micaela Sleigh de la escenografía y vestuario. Las funciones serán los jueves y viernes a las 19 y los sábados y domingos a las 17. Dialogamos con Fiks.

Periodista: ¿Cómo apareció la dependencia al celular en esta adaptación de “La fiaca”?

Lisandro Fiks: En “La fiaca” el protagonista comete un acto de rebeldía para la época (1967) que consistía en darse el lujo de tener fiaca y colgar su trabajo sin ninguna otra explicación. Cuando empecé con el proyecto tuve que traer la obra al presente, pospandemia, y sentí que esa dependencia, que en aquella época estaba en ir a la oficina, hoy se había corrido al celular y a la locura de lo que significa, al punto de que cuando la gente manda un mensaje y uno no responde a los diez segundos, se queja de que “le clavan el visto”. Como si apagar el celular fuese ese acto de rebeldía, porque parece que uno se aislara. La película fue un hito y ese lujo de tener fiaca repercutía a nivel social, personal, familiar y profesional. Si hoy no se atiende el teléfono la gente desespera, pregunta si uno está bien, si le pasó algo, porque la tecnología es muy invasiva. Conversé con Talesnik varias veces y vio bien el punto de contacto, él mismo hizo modificaciones a su obra en estos años con el fin de aggiornarla. Esta es mi versión.

P.: ¿Qué Argentina retrataba “La fiaca” y cuál muestra hoy?

L.F.: En ese mundo de fines de los 60 había dependencia del trabajo como obligación, una clase media sometida a cuotas de electrodomésticos, a cumplir horario, a viajar en colectivo. Era otro momento. La pandemia trajo un movimiento mundial de renuncia al trabajo formal, la gente se dio cuenta de que si sobrevivió en su casa con su familia podía no volver a viajar una hora, pasar diez en el trabajo y volver a la noche. Se permitió vivir de dar clases, de hacer changas, de salir a cortar el pasto. El movimiento más fuerte está en EE.UU. e Inglaterra, y busca salir de esa dependencia y locura. Dijeron basta como el protagonista de “La fiaca”.

P.: ¿Qué diferencia sustancial ve entre la primera versión y su obra?

L.F.: El papel de la mujer hoy es otro y el jefe, en mi versión, es una CEO de una agencia de comunicación. La madre no aparece, sí el padre. Me interesa actualizar los papeles femeninos que se vienen dando a lo largo de la historia del teatro y cómo es tratada la mujer.

P.: ¿Cómo trabajó la puesta?

L.F.: Es dependiente de la tecnología, con presencia de videos para espejar lo que es la invasión tecnológica de pantallas. También se plasma con luces, vestuario y personajes en toda su locura.

P.: ¿Cómo llegaron Pipi Piazzolla y Luis Brandoni?

L.F.: Piazzolla hizo la música de la película y le ofrecí a Pipi hacerlo aquí. Aceptó gustoso. Y la otra gran frutilla del postre fue Brandoni, quien estaba filmando una serie con De Niro y Gastón Cocchiaralle. Gastón le habló de la obra y Brandoni, que ama “La fiaca”, aceptó hacer este personaje tan divertido que se ve en pantalla.

P.: ¿Qué puede decir de la experiencia en el Complejo Teatral de Buenos Aires y otros circuitos teatrales?

L.F.: Cada uno tiene su pro y su contra. No podría haber hecho una puesta tan grande y hermosa como esta en el off, y en el comercial hubiese tenido otras trabas El oficial tiene tal vez algunos retrasos y burocracia pero todo funciona finalmente y hay grandes ventajas como una entrada mucho más popular, visibilidad muy grande y formar parte de la cultura porteña. Son experiencias muy distintas, el domingo estreno una obra independiente y ahí pinto la escenografía y hago las luces, es otro disfrute y agradezco que me puedo acoplar a todo, cada uno tiene su encanto y sus reglas del juego.

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