31 de julio 2001 - 00:00

Del presente al futuro, un paso

Habrá que deshojar la margarita... A días de la fecha de su iniciación, no se sabe si comienza o no el Torneo Apertura (ver aparte). TyC hizo un esfuerzo de proporciones para entregar documentos a la AFA para que, a su vez, los presente como avales al Banco Nación, Ciudad y Credicoop. El objetivo es alcanzar un tope de crédito total de 28 millones de pesos, y por ellos estaban dispuestos a entregar documentos por 10 millones de este año, 11 millones del próximo y el resto de una parte de los 12 millones del siguiente... Simplemente, para que el certamen pueda dar a luz.

Sin embargo, los bancos tienen su tiempo para determinar adelantos, y -finalmente-el Banco Nación informó que mañana dará una contestación al respecto dando lugar a las sugerencias del gobierno «para darle curso favorable». Por lo menos, a una parte de las necesidades.

Parecía que este crédito era simplemente un trámite. No fue así. Tal vez, la especulación sobrevino por un hecho significativo. La programación había sido confeccionada con cinco partidos (uno más que el torneo anterior, como fue convenido) a la luz, precisamente, de ese apoyo (en este caso insustituible) para que los bancos procedan a otorgar el préstamo sobre esos documentos. Anoche, el panorama parecía incierto.

Dicen -allegados-que la reunión de ayer entre AFA y Agremiados y las noticias de que el dinero no estaría en término hicieron que Marchi y sus muchachos prefirieran «plantarse en sus trece» y hacer un compás de espera hasta tener la certeza de que los jugadores pasarán por ventanilla. Algo que hoy parece improbable.

La reflexión es necesaria. No alcanza sólo con que Futbolistas Argentinos Agremiados haga un «alto en el camino» en sus exigencias. Marchi sostuvo que «en estas condiciones, sólo un milagro puede ser que haya fútbol el fin de semana», mientras miran de reojo para ver qué pasos toma AFA. Deben saber -además-que sacar un crédito hoy no es fácil. Los bancos están alterados; y las tasas, por las nubes.

Preocupa el futuro, a la luz de lo que surge de las propias noticias de los clubes. En apariencia, no hay dinero en sus arcas y, por tanto -ante cualquier postura intransigente-, no habría torneo hasta octubre. Algo que parece impensado, pero es así. El torneo de Primera B sirvió como experiencia piloto y recién se regularizará totalmente el próximo sábado, con deudas, si se quiere, de escasa magnitud.

El sábado tiene que dar inicio también (o, por lo menos, está anunciado) el Nacional B, donde algunos de los clubes participantes mantienen deudas con sus jugadores. Claro que los importes son menores que los de Primera A, pero también los ingresos (por todo concepto, no alcanzan a compensar deudas). Del mismo modo, buscan en la TV solución para sus males, que no son pocos. También en este caso, todos coinciden en que siempre habrá un oasis en el medio del desierto, aunque nadie habla de déficit cero, que parece ser el único camino posible.

Sin embargo, basta hablar con los hombres de la dirigencia para toparse con una realidad incontrastable. La pregunta que ronda la cabeza tanto de dirigentes como la de jugadores es: ¿qué pasará en el futuro (inmediato)? En verdad, una incógnita, a la luz de la situación económica por la que atraviesan los clubes. Las recaudaciones bajas (aunque tampoco disminuyen el precio de las entradas), la publicidad llega a cuentagotas y los dirigentes no pueden tomar medidas de fondo, porque estatutariamente deben someterse a los dictados de las asambleas. Además, no escapan a las reglas del país, donde se priorizan situaciones personales o de grupos (generalmente, en fracciones antagónicas) que no permiten tener la cabeza fresca.

Habrá que decir -por otra parte-que los responsables del manejo del fútbol, en su mayoría (por no decir todos), no están en sintonía con la tesorería de sus propios clubes. Nadie sabe cuánto se puede gastar en una transferencia y cuál es la incidencia en los gastos del club. Por ahora, la receta es «tirar la pelota hacia adelante», que es lo mismo que decir incorporar jugadores a préstamo. Aunque no se piensa que también a ellos hay que pagarles primas, premios y sueldos.

• Futuro incierto

De allí que el futuro aparezca incierto para todos. Por el momento, parece que la dirigencia -como la del país-está recién pensando en que «no se puede gastar más de lo que ingresa», pero se camina sobre el filo de una cuchilla. Con la nueva realidad, ya hay cientos de jugadores libres y se estima que la lista seguirá aumentando. No queda otro camino que bajar pretensiones o buscar nuevos rumbos en otros países.

En tanto, lo clubes van sumando mes a mes los flacos y pálidos recursos para afrontar el pago de sus jugadores. Un día desapacible o de lluvia puede hacer estragos en las recaudaciones. Si no hay ingresos, no se podrá pagar; y si un club no paga, será inhibido y perderá 3 puntos por cada fecha de retraso en los pagos. Es como para inquietarse. ¿Qué dirigente pondrá la cara ante sus hinchas para explicarles por qué no pagó a término? No hablemos de si la situación se agrava y se pierde la categoría.

En realidad, no es cuestión de ser agoreros, pero esta situación incontrastable (que uno puede derivarla a una suma de circunstancias), donde no escapan ni dirigentes de fútbol que firman por lo que no tienen, ni jugadores que pretenden contratos fuera de toda realidad, ni nadie, avizora un porvenir obscuro. Quedarán en el camino muchos clubes, y de todas las categorías. Tal vez, una depuración que desde hace años se estaba buscando y ahora puede producirse por propia gravitación. Digamos que hay 120 clubes, y la realidad golpea a todos. Esperemos que llegue la cordura.

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