¿Qué tan rápido un superhéroe puede transformarse en villano? ¿Cuánto tiempo puede pasar para que una figura de renombre y poder caiga del pedestal al que llegó? Novak Djokovic protagonizó un escándalo global previo al Abierto de Australia, con un mensaje peligroso en momentos en los que la salud pública de todo el mundo demanda cuidados impensados hasta hace pocos meses.
Djokovic, Australia y el oro que se transformó en barro
El serbio, figura excluyente en del tenis mundial, quedó expuesto tras su ingreso a la isla pese a no estar vacunado, condición necesaria para jugar el Grand Slam. Su postura antivacuna lo condiciona: ¿ángel o demonio?
-
Boca enfrenta al Bayern Munich esta noche por el Mundial de Clubes: horario, TV y formaciones
-
Finales de la NBA: Indiana derrotó a Oklahoma y forzó un séptimo partido para definir el título

Djokovic, ¿ángel o demonio? El escándalo en el Abierto de Australia lo dejó en el ojo de la tormenta.
El número 1 del mundo es acaso el exponente más famoso, poderoso y mediático del movimiento antivacunas, más allá del tenis. Su llegada a Australia, a sabiendas de la obligación de haber recibido las dosis necesarias para ingresar a la isla y su negativa a aplicárselas, provocó un cisma inimaginable: ¿el serbio es ángel o demonio?
Verdad es que Djokovic recibió una exención médica para poder competir en el primer Grand Slam del año –comienza el 17 de enero-, pero un error en su alegación, más la disputa entre el gobierno de Victoria –estado donde se encuentra Melbourne- y la administración federal lo dejaron expuesto. Tras ser retenido en un hotel le revocaron su visa, la cual fue devuelta el último lunes tras un intempestivo juicio luego de cinco días de aislamiento.
“Nole” ya entrena en el predio del Abierto de Australia a la espera de la decisión final sobre su visado. Por el momento ganó la batalla legal, pero existe otra en la que el resultado no luce tan favorable. A la inversa de lo que expone el refrán, el mejor tenista del mundo convirtió el oro en barro.
Los últimos 15 años fueron dominados por Roger Federer, Rafael Nadal y Djokovic, el Big 3, ganadores de 20 Grand Slams cada uno. A diferencia de los otros dos, el de Belgrado está en un momento de plenitud, con posibilidades de romper todos los récords. Sin embargo, el escándalo australiano reconvirtió su imagen: antes de ser el mejor de la historia se transformó en enemigo público para gran parte del planeta, a excepción de los exponentes del movimiento antivacunas, que pretenden erigir al líder del ranking ATP en un mártir de una causa a contratiempo para la era que se vive.
Djokovic pasó de la “detención” que denunciaron sus allegados a un pequeño triunfo parcial en la corte de Australia, para luego confesar haber estado contagiado de Covid-19 por segunda vez y aceptar que violó el aislamiento. El propio deportista lo reconoció en un ensayo de frenar la “desinformación”.
Antes de que sus abogados lograran detener la deportación, en distintos medios del mundo, con el prestigioso diario francés L’Equipe a la cabeza, informaron que el serbio había dado positivo de Covid-19 el 16 de diciembre último. Pese a ello, el 17 estuvo en un evento y el 18 participó de una sesión de fotos para la publicación gala.
En un posteo en su cuenta de Instagram, el serbio de 34 años publicó: "Vivimos tiempos difíciles con una pandemia mundial y a veces ocurren estos errores". ¿Cuál fue la equivocación del nueve veces campeón de Australia? Compartir un evento con chicos en Belgrado el 17 de diciembre, pese a no tener el resultado de su PCR (el test de antígenos había dado negativo) y un día después, tras el positivo, conceder una entrevista a L’Equipe “para no quedar mal con el periodista”.
Djokovic reconoció su error en participar de la nota y la sesión de fotos. Pero la cadena de fallos no comenzó allí. Desde mucho antes de fin de año Tennis Australia advirtió que para jugar el primer Grand Slam de la temporada había que estar vacunado, un requisito sine qua non impuesto por el gobierno nacional. A pesar de ello, el serbio continuó con su postura anti inoculaciones y se escudó en su contagio para justificar la falta de aplicaciones. Nunca había informado que padecía Covid-19 hasta este escándalo.
No es el primero que protagoniza “Nole”. En junio de 2020 organizó el Adria Tour, una serie de torneos de exhibición en los Balcanes en plena pandemia en la que no había distanciamiento social y no se exigía barbijo. Muchos tenistas y colaboradores resultaron infectados, incluido el propio Djokovic. A consecuencia de ellos, la gira amistosa debió suspenderse.
"Estoy vacunado, con Pfizer. Me hace feliz por todos los viajes que hago; lo hice sobre todo por los demás. No quiero contagiar a otra persona. Debemos tener mucho cuidado”, había contado Federer en mayo de 2021. Una clara señal de responsabilidad en tiempos de cuidados propios y para con el resto.
Djokovic representa un héroe nacional para Serbia, un territorio castigado por la guerra y que encontró en el tenista un difusor mundial de la nación. Sin embargo, en las últimas horas, Ana Brnabic, primera ministra del país balcánico, aseguró que si el ídolo salió en lugar de hacer aislamiento fue una “clara violación” a las leyes, lo que implicaría castigos que van desde una multa hasta la prisión.
Del otro lado quedaron sus allegados. Srdjan, su padre, llegó a compararlo con Jesucristo: “A él lo están crucificando de la misma forma”. Una defensa que parece excesiva, casi mesiánica, para una figura que se erige como formador de opinión pública en tiempos en los cuales, por defender la libertad, se puede incurrir en una grave irresponsabilidad.
Dejá tu comentario