16 de noviembre 2001 - 00:00

La gente ve fútbol como un experto

Si usted le preguntaba a la mayoría de los argentinos por el resultado anticipado del partido con Uruguay, le hubiese contestado -sin pensarlo-que era un em-pate. Era claro que Brasil resolvería el pleito con Venezuela, con o sin la ayuda de Giménez y que Colombia era muy difícil que descontara los cinco goles de diferencia con los uruguayos para tener una chance en el repechaje.

En realidad pensando en el partido al que escribe le vino a la memoria una anécdota (vivida con su desaparecido padre), cuando estampó un concepto terminante en un comentario de fútbol publicado en un matutino. «Vos realmente creés que esto fue así...», dijo el viejo. No importaba el hecho sino que me hizo ver que estaba equivocado. Desde ese momento aprendí que el periodista no ve mejor el fútbol que un hincha. La diferencia está en que puede expresar (en este caso) en frases su pensamiento o su manera de ver.

Fue lo que pasó en el estadio Centenario de Montevideo. El hincha se diferencia del periodista por el «hinchismo», el amor que le pone a los colores de su camiseta, el fervor que es el portador del aliento, pero tiene dos ojos y sentido común. Ayer los diarios uruguayos manifestaban que «por fin uruguayos y argentinos demostraron por una vez que son buenos hermanos».

• Equipo superior

Bielsa sabía que su equipo no tenía nada que perder y que podía jugar con la angustia -o si se quiere los nervios-del rival. Y no lo hizo. Lo entendieron los propios jugadores que por muchas circunstancias en este momento surgen como equipo superior. No era ni lógico ni sensato exponer las piernas inútilmente ¿Qué se ganaba? Así y todo Argentina volvió de este partido con dos amarillas (Samuel y Aimar) que no podrán jugar el primer partido del Mundial, si no es que FIFA (como lo hizo en los dos campeonatos anteriores) proclama una amnistía y todos los participantes partan de cero amonestaciones.

Habrá que reseñar también que estos abrazos y deseos de suerte entre los jugadores en el campo de juego y los aplausos de la gente que bajaba de las tribunas al final, no condicen con la rechifla genera-lizada que se escuchó mientras se ejecutaban las estrofas del Himno Argentino, que alguna vez la FIFA deberá quitar de escena (cuando entienda que sólo se juega un partido de fútbol y nada más, con equipos de distintos países). Por eso se insiste en que lo mejor estuvo en la despedida. Donde los aficionados y periodistas presentes y los que lo vieron por televisión, se dieron cuenta de que es mejor oficiar de amigos que de enemigos. Como se hace en otras cosas. No vemos por qué en fútbol las cosas deben ser diferentes.

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