11 de marzo 2002 - 00:00

River se llevó todo y terminó con todo

River se llevó todo y terminó con todo
Los goles tienen esa rara virtud (para unos) y desgracia (para otros) de hacer fácil lo difícil, de cambiar de pronto una imagen o un esquema, y darles a los jugadores una inyección aní-mica, que permite que unos arriesguen más y otros se cuiden más de lo necesario. No es un jeroglífico, es sólo un punto de partida para tratar de darles una explicación a este clásico y fundamentalmente a este contundente resultado.

Este tema viene a cuento porque ni River hizo méritos para esos tres goles de diferencia, ni Boca tuvo tantos errores como para recibirlos. Claro, seguramente qué les importará en estos momentos a la gente de River que Boca manejó la pelota, que tuvo las mejores situaciones de gol, que Comisso fue uno de los que llevó la bandera de triunfo. River hizo tres goles en la Bombonera, ganó en la cancha de Boca luego de ocho años (desde 1994 y por el mismo resultado) y mantiene una más que prudente ventaja en la tabla de posiciones.

Hay algo que sí se sabe. River es muy fuerte de tres cuartos de cancha, pega con potencia en ataque y define --generalmente-con comodidad. Más, si hubiera que marcarle un defecto, habría que decir que «su talón de Aquiles» es su línea de fondo, el lugar donde suelen aparecer huecos e indecisiones que ya le costó a Ramón Díaz más de un dolor de cabeza.

En eso del «análisis previo» se convendrá en que Boca fundamenta su juego a través de una defensa sólida, que tiene algún altibajo, pero muestra una mayor sensación de sacrificio cuando los hombres del medio (fundamentalmente Serna, junto a Battaglia y Traverso) se solidarizan para anticipar, cortar o sor-tear a algún adversario que incursione por esa zona.

De allí comienza a tejer su juego ofensivo. Hasta ahora había logrado buenos dividendos porque Riquelme se colocaba como «ariete» en el círculo central para ganar terreno y sorprender con algún pase o diagonal inesperada. Todo lo de Boca fue igual o si se quiere, distinto, simplemente porque esta vez había una gran diferencia (notoria por cierto): no estaba Riquelme con la N° 10 en la espalda.

Tal vez por ahí habría que buscar la explicación de esta abultada diferencia en el marcador, que en materia de juego no existió de manera alguna. Mucho tuvieron que ver -en este caso-los mediocampistas de River, porque Ortega recién comenzó a imponer movilidad lógica y precisión en las entregas cuando el partido estaba definido, porque D'Alessandro rara vez encontró espacios aptos para prosperar en ese trabajo de provocar espacios y lastimar cuando llega cerca del área, y porque tampoco Cambiasso le daba vuelo a su manejo tal vez preocupado más por la marca que por la creación.

Cuando se dice que los goles pueden trastocar todo fue precisamente por eso: el primero, cuando Cambiasso se encontró con una pelota en los pies para el remate luego de un centro que superó intentos de cabezazo y desvío; luego, en la primera jugada combinada, Coudet le puso broche de oro a una jugada donde participaron D'Alessandro, Ortega y Cavenaghi.
Fue como un mazazo al sacrificio y al esfuerzo de Boca.

Lo demás queda en la anécdota. Un buen trabajo de Pinto poniéndole cerrojo a la punta derecha, un gran despliegue de Crossa, la seguridad y la fuerza de Serna y el infructuoso esfuerzo de Barros Schelotto por encontrar compañía en Gaitán (pareció peleado con la pelota y con sí mismo), en el lejano Delgado que terminaba siempre adelantando la pelota para el despeje y tampoco cuando entró Giménez. Boca fue chispazos individuales del Mellizo, que tuvo algo de compañía cuando entró Carreño.

Por eso resulta difícil la explicación. Simplemente porque este «fue un River al revés» con un trabajo ordenado defensivo desde Comisso, pasando por Garcé y Ayala, y una labor descollante de Rojas (que cerró una actuación para el recuerdo con un golazo, el tercero).

Por eso, a la hora de exponer virtudes, habrá que decir que el clásico tuvo tres elementos positivos: un partido con muchas jugadas de emoción, con varios valores y situaciones para destacar y -fundamentalmente-con un final donde privó la paz, como debe ser.

Boca: Abbondancieri; Calvo, Burdisso, D. Crosa y C. Rodríguez; Battaglia, Serna y Traverso; Gaitán; Guillermo Barros Schelotto y M. Delgado. DT: Tabárez.

River:
Comizzo; Garcé, C. Ayala y R. Rojas; Coudet, Ledesma, Cambiasso y V. Zapata; D'Alessandro; Ortega y Cavenaghi. DT: R. Díaz.

Gol: PT 26m Cambiasso (R); 41m Coudet (R); 44m R. Rojas (R).

Cambios: ST Carreño por Gaitán (B); Giménez por Battaglia (B); 22m Demichelis por V. Zapata (R); 31m G. Pereyra por Ledesma (R); 36m C. Husaín por Coudet (R).

Incidencia: 44m Expulsado Traverso (B).

Cancha:
Boca.

Arbitro: Baldassi.

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