Brasil: el Central no pudo frenar la suba del dólar
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Una hora después de la primera licitación, y frente a la firmeza del dólar, el Central anunció una segunda licitación de NTN-D por 500 millones de reales, de los cuales colocó 386 millones.
En ambas licitaciones, la demanda superó ampliamente a la oferta, a pesar que la colocación final sumó 1.186 millones de reales frente a los 1.300 millones licitados.
Los operadores explicaron que el Central insiste con bonos muy largos, cuando el mercado quiere vencimientos más cortos que no pasen de 2002.
Las intervenciones del Central comandado por Arminio Fraga sirvieron para frenar la presión sobre el dólar, pero no la tendencia alcista. Por ello al final de la jornada no extrañó que el dólar cotizara por encima de los 2,72 reales.
Ayer los analistas de S&P explicaron los fundamentos de su preocupación por la economía brasileña, destacando cómo los puntos más vulnerables para Brasil en 2002: las elecciones de octubre; la incógnita del flujo de inversiones extranjeras y un posible impacto negativo del debilitamiento del real en las cuentas públicas.
«El país va a precisar aproximadamente 80.000 millones de dólares en 2002 para cerrar todas las cuentas públicas», afirmó la analista Lisa Schineller. Las «elecciones representan un punto crítico», por lo que la agencia «está monitoreando a los candidatos y sus plataformas», dijo. El punto que la analista consideró más importante es «el grado de compromiso con un superávit primario de las cuentas públicas» por parte de los distintos partidos. Destacó que las elecciones generan dudas sobre la continuidad de la austeridad fiscal y la depreciación continua del real también introduce riesgos.
Las continuas intervenciones del Banco Central en el mercado cambiario vendiendo títulos con seguro de cambio puede presionar la deuda pública el año que viene si la moneda sigue perdiendo valor, afirmó. Esas pérdidas del valor de la moneda puede continuar dándose, en un verdadero círculo vicioso, porque las empresas brasileñas precisan dólares para cubrir 30.000 millones en deudas de corto plazo en 2002.
La cuestión de la inversión extranjera puede pesar aun más, porque Brasil necesita más que nunca esos flujos para honrar la deuda de 80.000 millones en obligaciones en 2002 y los inversores se muestran recelosos, con miedo a la recesión mundial y buscando protegerse con la llamada «fuga hacia la calidad» (títulos de la deuda de Estados Unidos y otros países muy seguros, pero con bajos rendimientos).
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