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Los negociadores argentinos también hablaron ayer, y terminarán de manejar hoy, la marcha de la coordinación de las variables macroeconómicas. En realidad, desde las dos partes se reconoce que es muy difícil que a esta altura algún financista del globo le crea a estos dos países que podrán llegar en el mediano plazo a coordinar en común variables como déficit fiscal, inflación, tasas de interés y crecimiento. Por eso desde el lado argentino se propone una solución intermedia, que ahora se lanzará a la negociación. La idea es firmar un compromiso bilateral, al que podrían sumarse Uruguay y Paraguay, basado en que las metas serán simplemente las que cada país individualmente acuerdo con el FMI. Sólo cuando éstas se cumplan a partir de un período de no menos de cuatro o cinco años, se dirá que los dos Estados están en condiciones de comprometerse a metas mayores.
Posibilidades
El tercer punto, es ya conocido. Brasil aceptará negociar y firmar algún tipo de acuerdo que le asegure a la Argentina compensaciones cuando el real afecte a algún sector industrial argentino. Las posibilidades que se manejan parten de dos teorías: la llamada «serpiente económica» y la aplicación de salvaguardas por el lado argentino. En el primer caso se propone acordar bandas cambiarias de mínima y máxima entre los dos países. Cuando se superen hacia arriba o hacia abajo, inmediatamente el país afectado podría elevar los aranceles para el comercio bilateral. Esta idea, aportada por la Argentina, fue la que se aplicó en su momento en la década del '60 entre Alemania y Francia para comerciar acero y carbón, en los primeros pasos de la exitosa Unión Económica Europea.
La segunda idea es la utilización indiscriminada de las salvaguardas, mecanismo aceptado por la Organización Mundial de Comercio (OMC) para casos en los que alguna medida económica tomada por un país afecte a un sector particular de otro Estado. En el caso del Mercosur, por ejemplo, cuando una devaluación de un país afecta a algún rubro, para este se podrían aplicar o cupos de importación o aranceles diferenciados. Esta idea parte desde Brasil y tiene una contra burocrática insalvable: para identificar a un sector afectado se demandará como mínimo cuatro meses, lo suficiente como para que desaparezca en medio de una crisis recesiva como la que hoy sufre la Argentina.
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