La reapertura, imprevista, del mercado bursátil -cuando se había afirmado que no reabrirá, sino con mercado cambiario-tenía el valor del «último día», para un ejercicio que resultó, ciertamente, explosivo. La misión de dar testimonio sobre los primeros pasos de la nueva economía ensayada, los reflejos iniciales para una plaza que estuvo financiando en diciembre con otra misión: la de proveer liquidez con las acciones. Y la última rueda estuvo regida por la alta volatilidad, quedando los extremos de mínima en los «283» puntos, con máximo en entusiastas «311», y un cierre en los «295». Una baja de casi 8% rubricó el terrible año 2001, con volumen de $ 24 millones tras varios días ausentes.
El año
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El recorte anualizado se quedó en 29%, módico, aceptable como un triunfo, cuando en cierto momento se perdía más de 50% y con toda una convulsión por delante para tener que asimilar. Los repuntes de diciembre, por conducto de otros objetivos, posibilitaron mejoras de las carteras que incluyeran acciones locales: indudablemente una victoria del título privado sobre el público, que cayó rodando en la hondonada de la cesación de pagos. En el último día hubo sinceramientos fuertes, con bajas de 20% en un par de papeles y caída dura para un líder de índice ponderado -Pérez-con baja de 12% y 8,6 millones de papeles. El consuelo: al menos, las acciones tienen vida y valor. Porque la «renta fija» no fue renta ni fija. Informate más
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