El día que Francfort pareció Buenos Aires
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Los salarios aumentaron 16,4% en enero y perdieron frente a la inflación por tercer mes consecutivo
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La pobreza escaló al 41,7% en el segundo semestre de 2023: afecta a casi 20 millones de personas
«Si el gobierno dice que los depósitos están garantizados no hay motivo para sacarlos de los bancos», explicó con simpleza a este diario un directivo de una empresa autopartista.
La confianza de los alemanes en su país, la principal economía europea, se basa en algunos indicadores que los diferencia del resto del Viejo Continente.
La tasa de desempleo se ubica en uno de los niveles más bajos de los últimos tiempos, el consumo no sintió por ahora el impacto de la crisis como en otros países europeos y la inflación, si bien está en aumento, la minimizan, responsabilizando a cuestiones externas.
«Los precios de los alimentos no han subido mucho. Sólo el gas y el combustible, pero esto es por el aumento del petróleo», se defienden.
En esto hay algo de cierto ya que los precios, en general, están alrededor de 10% por debajo de Francia o España.
«París es carísima» se quejó una joven mochilera alemana a su regreso de Francia y que acababa de pagar 6 euros por un sandwich-de salame y queso y una gaseosa en la estación de tren de Francfort.
Pero la preocupación por la inflación y la posible salida de depósitos existe y se evidencia en la tasa de 6% anual que ofrecen los bancos desde sus vidrieras para atraer al público, un nivel muy alto para los alemanes.
Quienes sí muestran preocupación real son las personas de mayor edad que aún tienen presente las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. «Yo no recuerdo, desde los años de la guerra, una situación en la que la economía pudiera derrumbarse. La gente joven cree que el país es inmune pero mis padres vivieron la experiencia de perder todo y esa es una imagen que tengo presente. Nadie sabe cómo puede terminar esta vez», recordó un simpático jubilado que paseaba por uno de los lagos de Hannover.
Lo que sí enoja a los alemanes es que se los compare con la situación que viven otros países de Europa como España. «Los españoles en los últimos años crecieron desmesuradamente y se endeudaron más de lo aconsejable. La economía española no es tan sólida como la alemana», comentó a este diario el dueño de un comercio de Francfort.
A diferencia de la industria automotriz española, que en setiembre registró una baja de 32% en las ventas, el sector automotor alemán resiste la caída de consumo.
Claro que muchos piensan que la aparición de Merkel, hablando de la necesidad de garantizar los depósitos, es una señal preocupante y se preguntan si no llegó la hora de ser prudente con sus gastos. Incluso algunos piensan que el anuncio del gobierno alemán podría tener un impacto positivo para la economía del país en el corto plazo pero que, como sucedió ayer, complique la situación de otros países que se ven obligados a respaldar los depósitos -aunque económicamente no estén en condiciones de hacerlo- sólo para evitar la fuga de capitales hacia bancos alemanes. Esto terminaría, finalmente, afectando la economía europea y por consiguiente a Alemania.
Este efecto «contagio» está llevando a muchos a cuestionar la utilidad del euro como moneda común. Especialmente en Alemania: «Nuestra economía es sólida pero estamos pagando por lo que pasa en otros países de Europa, al estar atados a una moneda común. No entiendo por qué no tenemos nuestra propia moneda», se preguntó el dueño de un restorán.
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