4 de noviembre 2019 - 00:00

La Fed se retira, misión cumplida y vía libre para el paso de los toros

La Reserva Federal de EE.UU. realizó la tercera baja de tasas y avisó que no hay más en el "tubo".

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La obstrucción ya no debería estorbar. Lo dicen Powell y Cía. “La economía está sólida”, repiten a coro el chairman y demás voceros (Clarida, Quarles, John Williams y Mary Daly), “en una buena posición”. La Fed cumplió puntual con la faena prevista. Despachó la tercera baja de tasas y avisó que no hay más en el “tubo”. Fuera de agenda, y ante desperfectos en los canales de distribución de la liquidez de segunda mano, abrió la ventanilla de compra de activos y su hoja de balance volvió a crecer, hoy excede otra vez los 4 billones de dólares. Adrede dejará que goteen 60 mil millones de dólares por mes hasta disolver los cálculos renales del mercado de pases. Es misión cumplida. La economía, sólida como se repite, no precisa más. De hecho, la rebaja de tasas no era imperativa sino una cauta póliza de seguros. El balance de los riesgos, dijo Powell tras la reunión del comité de política monetaria, se desplazó de manera positiva. Y aclaró, como para barrer las dudas, que se refería a una reducción de la incertidumbre sobre el comercio. La Fed ya hizo lo suyo, regresa a la torre de observación, haría falta un gran traspié para retomar los recortes (y una suba significativa de la inflación para forzarla a una suba de tasas). Ninguno de los dos escenarios salta hoy a la vista. El chairman comunicó bien (aprendió), los futuros de fed funds borraron del horizonte cercano todo atisbo de poda, y la Bolsa cantó récords en el S&P500 y el Nasdaq. Se toman apuestas por el Dow Jones trepándose pronto al podio.

¿Se despejó el camino de la economía? Es discutible. Basta repasar las últimas cifras de la inversión fija en los EE.UU. Las empresas la recortaron 3%. En especial, talaron la inversión en estructura (-15%) como si asomase un futuro negro. Cuando se cruzan las cifras con la confianza de los CEO -y se detecta la caída vertical de sus expectativas- no se puede soslayar que calzan como la mano al guante. La calle está dura. ¿Lo sabrá la Fed? Powell sí, lo reconoció en la conferencia de prensa. Las tres bajas de tasas no sucedieron por capricho. Son un jarabe a cucharadas que calma la tos; la medicina efectiva para la inversión es el acuerdo de comercio (modesto) que Trump y Xi Jinping planean firmar a mitad de mes (ya no en Santiago, por la cancelación de la cumbre de APEC allí). Conviene prestar atención a la presentación de balances, porque las consecuencias de una pax creíble deberían aflorar en los comentarios (el “guidance”) de las compañías a los analistas antes que en ningún otro sitio. Con los inventarios diezmados, y un repliegue de las tensiones que minan el comercio, la recomposición de stocks se impone. Y ello debería tironear las órdenes de producción y exportaciones en la industria (y aparecer luego en los índices ISM y PMI). La Fed confía en que así será. Mientras tanto la información dura le permite un recreo. La economía de EE.UU. creó en octubre 128 mil nuevos empleos netos, cuando se esperaban 75 mil a sabiendas de dos contratiempos -la huelga en GM y la finalización de contratos temporarios ligados al Censo- que le restaron vigor (sin los cuales, el resultado final hubiera rondado sólidos 200 mil nuevos puestos). La dinámica de los sectores de servicios explica la expansión del empleo. Su motor: el consumo, que -a diferencia de la inversión- es una roca. El aumento sin pausa del empleo y del salario real, con una inflación baja y estable, apuntalan el gasto, y prometen extender la duración del ciclo sin sobresaltos ahora que la Fed tomó sus reaseguros y los líderes -Trump y Xi- sintonizan el canal táctico de la concordia.

Es así: la Fed se retira con la Bolsa en los máximos, y Washington y Beijing interesados en desescalar el conflicto. Abran cancha, pues, que se viene el paso de los toros, y todavía con pocos toros en el corredor (los flujos se dirigen al cash y a los bonos antes que a las acciones). Y también viene la estación más propicia del calendario (preñada de anomalías favorables, comenzando con el del Día de Acción de Gracias). Atención: con Trump nunca se sabe; si te sirve un almuerzo gratis, puede cancelar la cena. Claro, en ayunas no va a ganar las elecciones. Y aprendió que la guerra comercial es arma de doble filo. Ante la sospecha de recesión, lo sensato es aquietar las aguas. Se dijo pero vale repetirlo: de su promesa de América Grande, no hay mejor postal que un brioso mercado alcista.

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