11 de julio 2003 - 00:00

Kirchner, en la Bolsa: frío afuera, tibio en el recinto

Néstor Kirchner, Adelmo Gaby (vice de la Bolsa) y Aníbal Ibarra escuchan el muy aplaudido discurso de Julio Werthein. A su turno, al Presidente no le fue tan bien.
Néstor Kirchner, Adelmo Gaby (vice de la Bolsa) y Aníbal Ibarra escuchan el muy aplaudido discurso de Julio Werthein. A su turno, al Presidente no le fue tan bien.
Hubiera sido sin dudas una descortesía que el Presidente viajara a Europa, se viera allí con empresarios y lo hiciera sin haber tenido contacto con los hombres de negocios de la Argentina. Seguramente por eso, y acompañado por todo su gabinete, Néstor Kirchner mantuvo su primer «vis à vis» con el empresariado argentino con la excusa del 149º aniversario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

¿Cómo le fue? Podría decirse que, para quienes lo escucharon, hubo dos discursos claramente diferenciado s: el escrito, en el que de algún modo reiteró su recelo hacia los hombres de negocios; y el improvisado, momento en que extendió sus brazos (en sentido literal y figurado) hacia su audiencia, conformada no sólo de empresarios, sino también de operadores bursátiles, inversores y ahorristas. Casi como el clima: polar en la calle, apenas tibio en el interior del edificio.

Su discurso fue interrumpido tres veces por tibios aplausos, que parecieron nacer más desde el riñón del gobierno que desde la espontaneidad; de hecho, en ninguna de esas ocasiones el aplauso pasó del «corralito» donde estaban los invitados especiales al sector del público general. También sorprendió la (¿involuntaria?) omisión en la introducción de su «speech» a la presencia de Antonio Boggiano, miembro de la Corte y sentado justo detrás de él.

El lugar del acto, lo que fuera el viejo recinto de operaciones de la Bolsa, había sido escenario, por caso, de la subasta pública de las acciones de YPF, del «road show» de la deuda argentina, del lanzamiento del bonoTango realizado por Fernando de la Rúa cuando era intendente... Fantasmas que seguramente Kirchner hubiera querido conjurar.

«Divido en dos el discurso del Presidente; en la parte leída, siguió con lo que venía diciendo de los empresarios, pero la improvisada fue impecable.»
La opinión de Alberto Alvarez Gaiani, titular de la UIA, reflejaba de algún modo lo que pensaban (y decían «off the record») muchas de las casi 1.200 personas que colmaron el salón de la Bolsa de Buenos Aires.A pocos metros de allí, Julio Werthein, el anfitrión, contaba que el encuentro en su despacho con Kirchner había sido «la primera vez que nos vimos en la vida; fue muy cordial. ¿Si hizo referencias excesivas al pasado? Mire: cuando uno entra en una ruta, tiene que mirar para ver qué quedó atrás...». Pidiendo reserva de identidad, un fuerte empresario de la alimentación dijo que «arrancó duro con nosotros, pero terminó bien; me gustó que reivindicara la responsabilidad fiscal, que para nosotros es fundamental, y también la economía de mercado y la contención social». Otro hombre, de una automotriz, tuvo menos reservas para el elogio: «Ningún empresario serio puede sentirse agredido o preocupado por un discurso como éste».

Kirchner llegó a la Bolsa a eso de las 19.30, con Daniel Scioli de ladero y Aníbal Ibarra casi a la rastra (el intendente no pierde oportunidad de fotografiarse con él); después de conversar brevemente con Werthein, pasó al «VIP» en el primer piso del edificio de Sarmiento y 25 de Mayo. Allí lo aguardaba desde hacía media hora un nutrido grupo de empresarios, funcionarios y banqueros, entre los que estaban Alvarez Gaiani, el titular de CAME ( Osvaldo Cornide), de ABA ( Mario Vicens), de ADEBA ( Jorge Brito, con su director ejecutivo Norberto Peruzzotti) y de la SRA ( Luciano Migue ns).

• Expectantes

De las telefónicas -uno de los sectores que más cuestiona el gobierno- estaban el presidente de Telecom, Amadeo Vázquez, y de Movicom, Maur icioWior. A la espera de su jefe Roberto Lavagna, los secretarios Guillermo Nielsen (Finanzas) y Alberto Dumond (Industria) charlaban con el directivo de la Bolsa, Saúl Zang, y el hombre de General Motors Alberto García Carmona. Entre quienes seguramente aguardaban con más expectativas el contacto con Kirchner estaban los constructores y desarrolladores inmobiliarios, como Eduardo Elzstain (IRSA) y Aldo Roggio. De hecho, en uno de los pocos «mano a mano» de Kirchner, Elzstain le habló del Banco Hipotecario como instrumento para reactivar la construcción de viviendas; el Presidente asintió y quedó en considerar la herramienta propuesta. Roggio, después de saludarlo, dijo «para volver a crecer hay que recrear el clima de confianza, de optimismo y dejar de lado los recelos».

Al cóctel VIP -champagne y bocaditos servidos por
El Ciervo de Oro- se sumaron, entre muchos otros, Julio Macchi (ex presidente de la Bolsa, actual vice de River Plate: «La fiesta verdadera fue la nuestra; lo otro fue un acto electoral»); el embajador de Israel, Benjamin Oron; el abogado Daniel Funes de Rioja, Adrián Werthein y Oscar Lamberto; abajo, los banqueros Enrique Cristofani (Río), Juan Brouchou (Citi), Miguel Kiguel (BHSA) especulaban sobre el futuro de los préstamos garantizados. Juan Manuel Forn (Molinos) intentaba hablar con el titular de la AFIP, Alberto Abad, sobre la necesidad de reducir el IVA para los alimentos y permitir la revaluación de los activos de las empresas para no seguir «inflando» la base imponible de Ganancias.

Terminados los discursos, los bocaditos y el champagne se generalizaron.
Daniel Filmus, ministro de Educación, lamentaba que sus obligaciones le impidieran viajar a LosAngeles a ver a su amado San Lorenzo; un poco más serio, pero igual de descontraído que su colega de gabinete, Lavagna les prometía a Adelmo Gaby y a Guillermo Buzzo (vices de la Bolsa) que en Economía estaban estudiando seriamente las propuestas para extender la financiación a las PyMEs que le acercara la gente del mercado bursátil. «Miren: creo que van a estar en marcha antes de que cumplan los 150 años...»

Dejá tu comentario

Te puede interesar