Cuando a mediodía los diez principales sectoresen los que se suele dividir al S&P 500 estaban del lado perdedor, se podía decir que ya estaba todo dicho (los dos últimos en «entrar» fueron tecnología y materiales, los grupos estrella durante el miércoles).
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De ahí en más el mercado continuó derrapando y cuando terminaba de sonar la campana de cierre el Promedio Industrial mostraba un retroceso de 0,94%, estacionándose en 12.502,56 puntos. Así, de un solo plumazo quedaron borradas las subas del martes y del miércoles mientras el NASDAQ apenas quedó 3 puntos por encima del último valor del lunes pasado. Si algo queda como conclusión es que la ola de optimismo que se viviera 24 horas antes, no fue más que una ola pasajera.
Esto no quiere decir que hoy el mercado no sea capaz de retomar la senda alcista (la verdad es que no lo sabemos) sino que esa senda está abonada más por otras cuestiones que por un auténtico sentimiento alcista de parte de los inversores. Sin datos de la macro en los cuales escudarnos, puntualmente podríamos culpar por lo acontecido ayer a la baja del petróleo (quedó en u$s 54,23 por barril), al mayor desplome en 17 años en el número de viviendas recién vendidas, a los pésimos números de Ford o a la aun más pésima colocación de notas del Tesoro a cinco años que terminó de convencer hasta a los más escépticos que de aquí a junio la posibilidad de que la Fed recorte su tasa de referencia es casi nula.
Los buenos balances que presentaron AT&T eBay (este caso fue una verdadera sorpresa) y Nokia quedaron así neutralizados en un mercado donde aún falta conocer los resultados de 75% de las cotizantes más grandes, y en el que el número de las sorpresas positivas viene siendo algo menor a la media histórica (55% frente a 65-70%).
Ya la semana anterior el mercado recibió una «paliza». Se envalentonó un poco y la rueda de ayer demostró que tal vez éste no sea el mejor camino. El consejo es entonces el de siempre: prudencia.
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