Faltan apenas horas para que termine el año, y en realidad, el mercado se está moviendo casi como por inercia. Quienes han estado reacomodando sus carteras, ya sea posicionándose para intentar capturar el "efecto enero" o, simplemente, buscando un poco de "window dressing" para no quedar tan mal parados frente a los que les confiaron sus ahorros, son los que dominan el escenario. Hablamos, entonces, de un mercado que está dominado por profesionales, lo que, en realidad, no alcanza para demasiado, ya sea por el lado de los volúmenes, como por el de los precios. Es cierto que seguimos ganando terreno a paso de tortuga; ayer el Dow trepó 0,43% y, finalmente, pudo romper la línea de los 10.000, al cerrar en 10.131,31 puntos, pero el NASDAQ siguió sin romper la barrera del 2k, ya que cerró en 1.976,42 unidades. Pero también es cierto que, de no ser por una serie de órdenes computarizadas que se dispararon en la última hora, cuando se marcaban los mínimos del día, los resultados podrían haber sido negativos. La mano que le dio la gente de Merill Lynch a AMD, al reducir lo que calculan perderá la firma, disparó la suba en el sector de los fabricantes de chips, que fueron la piedra angular para las tecnológicas, en tanto las grandes tiendas minoristas estuvieron entre lo mejor para el NYSE. Más allá de esto, realmente no hubo mucho destacable. Las petroleras retrocedieron al conocerse el alcance de los recortes que decidió la OPEC, y las exportadoras al Japón hicieron lo propio con la nueva caída que tuvo el yen cerrando en 131,68 por dólar. Realmente, otra jornada que no va a quedar en la historia ni modificará el panorama de lo que ha sido un pésimo año bursátil.
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