24 de abril 2020 - 00:00

Lo que se dice en las mesas

"No es una V, no es una W, no es una L, ¿qué es?", cantan los CEO porristas. ¿Habrá acuerdo o no habrá acuerdo?, esa es la cuestión ¡ARRÉ! Escándalo escandinavo.

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No le falta nada a esta crisis mundial. La debacle petrolera, que anticipa una ola de quiebras a nivel global (unas 80 compañías de petróleo y gas quebraron tras la crisis por el desplome de los precios del crudo en 2015), sumó otro ingrediente que potencia el colapso y lo que viene. Ya había tenido su protagonismo cuando la guerra de precios entre Rusia y Arabia echó leña al fuego de la pandemia. Hoy todo luce tétrico. Se parece a una invitación al tren fantasma o como señaló Claus Vistesen (economista jefe de Pantheon Macroeconomics) “a la casa del terror” en referencia a la lluvia de pésimos datos macro en la UE, Asia y en EE.UU. (donde la pandemia ya se cobró 25 millones de empleos).

Desde todas las consultoras y bancos de inversión internacionales reconocen que la ferocidad de la contracción, no solo en la Eurozona, supera los niveles imaginables por la mayoría de economistas. Sin embargo, los inversores parecen estar hamacándose en una plácida ensoñación, a la espera a la peor crisis económica mundial de la historia moderna le siga una de las más rápidas recuperaciones. Al respecto “El escocés”, legendario gestor local con fuertes vínculos con fondos del exterior, no ocultaba su asombro por cómo Wall Street se mantenía a flote, “para mí esto es la antesala de una fuerte caída, sino no se entiende”. En esa línea, hay cierto consenso entre los estrategas que ese escenario no se dará. Lo más probable es que la recuperación soñada en “V” se parezca más a una recuperación en “W”, con las recuperaciones no tan pronunciadas como las caídas, o en una combinación de “V” y “L”, no hay letra para este escenario económico, en la que la recuperación no será tan fuerte como la caída anterior, y en la que posteriormente se sufra un proceso de largo estancamiento, sin recuperar los niveles económicos de antes de la pandemia a menos hasta 2022.

Y si a la hora de ponerle una letra a lo que podría venir, quizás, la encuesta de YPO entre más de 3.500 CEO globales es la más reveladora: ven recesión en forma de “U” debido al coronavirus. El 60% de los líderes empresariales mundiales de 109 países se está preparando para una recesión prolongada, o sea, un largo período entre la recesión y una recuperación. Y muchos temen que sus compañías no sobrevivan a la pandemia. Sin embargo las bolsas, sorprendentemente, muestran bastante fortaleza. Todos apuestan a que los billonarios estímulos monetarios y fiscales harán el milagro de restaurar el deterioro económico. Obvio que en algo ayudarán, sino sería un escenario de quiebra mundial. Pero la clave es en cuánto mejorarán la recuperación. Porque parece estar claro que no habrá más consumo ni inversión. Todos quieren liquidez. Por eso quien domina el escenario es el tiempo, para conseguir una vacuna, para restaurar la confianza, para que vuelva la normalidad a la sociedad y a las economías. “Los inversores se están adelantando a sí mismos”, advirtió Sophie Huynh (estratega de Société Générale).

Mientras tanto, en un lejano país…un Gobierno de tinte populista con menos de 4 meses en el poder está inmerso en una reestructuración de la deuda soberana. La presentación de la oferta argentina volvió a detonar el boom de videoconferencias. “Hacer un Zoom” ya es como el “Arré” de los jóvenes. Desde Balanz, hasta TPCG, PPI, ADCAP y otros tantos convocaron a clientes y analistas para desentrañar la reestructuración. Hay en general dos visiones. Una pudiera catalogarse de “naif” porque apuesta a que el Gobierno, sobre todo Alberto Fernández y los gobernadores, no quiere un default. La otra, que ve difícil que el Gobierno pueda mejorar mucho la oferta si quiere conciliar los años de gracia con bajar el ratio de deuda, también entiende que para los acreedores es complicado aceptar algo tan agresivo cuando el tamaño de la deuda es bajo, piensan en un efecto dominó sobre otros emergentes que podrían hacer lo mismo (algo no tan descabellado ante la ola de incumplimientos que podría desatarse si la pandemia se extiende). Lo que si tanto estrategas como asesores no ven mucho esfuerzo de ambas partes para evitar el default. Veremos si hay novedades antes del 8-M. Pronóstico reservado. Y como en todos lados se cuecen habas ya estalló un escándalo en el fondo soberano de Noruega (gestiona u$s1 billón). Ampliaremos.

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