29 de julio 2019 - 00:00

Wall Street en récords anticipa una baja de tasas, pero ¿habrá más?

Los mercados y el discurso oficial difieren en un asunto que no es menor. La Fed nunca habló de múltiples recortes. Y la confianza bursátil se apoya en la ilusión de un par de tijeretazos más antes que concluya 2019.

El titular de la Fed, Jerome Powell.
El titular de la Fed, Jerome Powell.
REUTERS

El cielo puede esperar, Wall Street es impaciente. La Fed se reúne recién este martes y miércoles; la Bolsa ya subió a cuenta. Sin mezquinar nada. El S&P500 y el Nasdaq estamparon récords flamantes. ¿Toman riesgos? Tomaron al pie de la letra la comunicación -el forward guidance- del banco central que fue expresiva -y abundante- como pocas otras veces. Hablaron Jay Powell, el número uno; Richard Clarida, el número dos; y hasta John Williams, un virtual número tres, quien maneja la mesa de operaciones desde Nueva York. El mensaje fue uno solo: la poda de tasas será el leitmotiv de la reunión. “Mejor prevenir que curar”, afirmó gráfico Williams. En un contexto signado por la incertidumbre, la institución bajaría la tasa de los Fed Funds por primera vez desde 2008. Hasta acá llegó el proceso de normalización de la política monetaria. La Bolsa, previsora, por lo visto ya se curó. Sin esperar a que el doctor expida la letra fina de la receta. Sin embargo, el diablo está en los detalles. Y los mercados y el discurso oficial difieren en un asunto que no es menor. La Fed nunca habló de múltiples recortes de tasas. Y la confianza bursátil se apoya en la ilusión de un par de tijeretazos más antes que concluya 2019. Es su fortaleza y, a la par, su talón de Aquiles evidente. Quienes auguran un próximo (y pronto) dolor de cabeza -son legión- hacen hincapié allí.

¿Qué hará la Fed? La principal atracción de la semana que pasó -el mitin del BCE- desairó las expectativas. No por cuestiones de agenda. En una de sus últimas apariciones (se retira en octubre) Mario Draghi confirmó que el banco central se apresta a echar mano a todo lo que haga falta para flexibilizar la política monetaria, y salvar a Europa de otra penosa recesión. Tasas, pases a largo plazo, compra de activos están a disposición. El romano siempre abogó por una meta de inflación simétrica -la actual persigue una inflación cercana, pero menor que 2%- y aprovechó la oportunidad para arar el terreno (¿una meta simétrica de 1,9%?). Es un BCE listo para cambiar la partitura que no esperará a que asuma Lagarde para avanzar. No obstante, la urgencia que los mercados barruntaban no fue tal. La baja de tasas que los contratos futuros insinuaban quedó para septiembre. ¿Podría ocurrir algo similar con la Fed? Sería un baldazo de agua fría. Y, como dijo Williams, se quiere prevenir, no incitar la muerte súbita. Sin embargo, la decisión de bajar las tasas puede no ser unánime. Eric Rosengren, Fed de Boston, y Esther George, de Kansas City, deberían votar en contra si sus pares no arriman nuevos argumentos. No van a torcer la voluntad de la mayoría, pero sembrarán la intriga acerca del quórum para futuros recortes (a menos que la economía se deteriore).

La economía de EE.UU. creció 2,1% en el segundo trimestre. Nada mal aunque Trump haya prometido 3%. El empleo y el salario real gozan de buena salud. El consumo es una roca: +4,3%. El gasto público se disparó 5% de la mano de un salto de 7% en el gasto federal (que compensó la sequía por el cierre de Gobierno y no se repetirá). Los problemas saltan a la vista: la inversión bruta cayó 5% y las exportaciones, 5,2%. La guerra comercial dista de ser inocua, y se dilata. ¿Podrá el consumidor ponerse la economía al hombro? La Fed querrá apuntalarlo. ¿Bastará con un soplo aislado de un cuarto de punto? El famoso mapa de puntos sugiere que sí. La historia de la institución enseña otra realidad. Pueden gastarse cinco puntos en la pulseada (con la tasa corta en 2,25% 2,50% no hay tantas balas) y fracasar. Hay que intervenir antes y con más intensidad. Tal la recomendación de Williams. Los mercados sintonizan esa longitud de onda, que todavía no es oficial. La Fed tiene que temerle a una recesión más que a la peste. Y ningunas ganas de exhumar la expansión cuantitativa, un hipotético QE4. Es una encerrona que se esboza en el horizonte. Si se agiganta su silueta, insistir con la vacunación preventiva será el atajo más apetecible. La Bolsa en los récords es una apuesta a que Powell & Cía. lo van a recorrer, y con buen suceso.

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