- ámbito
- Edición Impresa
Londres intenta que Obama apoye el voto de los kelpers
La queja fue planteada por el Comité de Relaciones Exteriores del Parlamento británico, el 3 de abril pasado, al secretario de estado William Haghe. Era una de las conclusiones del informe de 67 páginas elaborado por los parlamentarios sobre la relación política entre Gran Bretaña y los Estados Unidos.
A principios de junio, dos meses más tarde, el canciller Haghe contestó éste y otros cuestionamientos de los Comunes a través de un documento de 10 páginas titulado "Respuesta del Gobierno a la Cámara de los Comunes, Comité de Relaciones Exteriores" (HC 695). "Gran Bretaña continuará planteando el tema de la soberanía de las Malvinas (Falklands, según dice en inglés) y el derecho a la autodeterminación de los isleños en los más altos niveles de la Administración" (de los Estados Unidos), dice el canciller Haghe.
El informe del Comité de Relaciones Exteriores de los Comunes que preside el conservador Richard Ottaway fue dado a conocer un día después de conmemorarse 32 años desde el inicio de la guerra de Malvinas, tenía dos páginas dedicadas a la disputa soberana, donde criticaban la negativa del Gobierno estadounidense de reconocer el derecho a la autodeterminación de los habitantes de las islas. La oportunidad del escrito de los parlamentarios no deja dudas sobre su cometido orientado a la política doméstica británica.
El producido por el canciller Haghe en respuesta a los legisladores se difundió justo en vísperas de la 44ª sesión de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Asunción, Paraguay, el pasado jueves 5.
En su resolución, que fue rechazada únicamente por Canadá, la Asamblea General "reafirma la necesidad de que los gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte reanuden, cuanto antes, las negociaciones sobre la disputa de soberanía, con el objeto de encontrar una solución pacífica a esta prolongada controversia". El representante canadiense marcó su disidencia, al señalar que "solamente los habitantes de Malvinas pueden decidir su futuro". El delegado de Estados Unidos no hizo uso de la palabra.
Las dudas británicas sobre la posición de neutralidad del Gobierno de Barack Obama surgieron en 2010 con aquella declaración de Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado, acerca de mediar en el diferendo soberano.
Así se entiende la reciente afirmación de Haghe a los parlamentarios: "Continuaremos incrementando el tópico de la autodeterminación en la posición de la Administración (del gobierno de Obama) y también resaltaremos ante los Estados Unidos ejemplos del comportamiento de Argentina con las islas y su impacto adverso en los intereses norteamericanos y británicos".
Haghe no reveló cuáles son los intereses afectados. Sea por prudencia o porque no conviene al negocio, la cuestión petrolera podría ser uno de esos intereses no expuestos en el documento.
Dejá tu comentario